El síndrome de la cenicienta, mujeres a la espera de su príncipe azul
El arquetipo de la princesa y sus repercusiones en la vida amorosa de los adultos.
El arquetipo de la princesa y sus repercusiones en la vida amorosa de los adultos.
Muy agradecidos están terapeutas, sicólogos, siquiatras y consejos con los autores de los clásicos cuentos de hadas, los escritores de novela rosa de todos los tiempos y los productores de telenovelas, por fomentar en las adolescentes y en otras más creciditas el Síndrome de Cenicienta. Dícese de todas aquellas que se creen el cuento de no tengo a nadie en el mundo y soy la Cenicienta infeliz, todo porque no encontraron a un príncipe azul sino a muchos sapos, a los besan para ver si por arte de magia se convierten en el hombre ideal.Según Leonardo Amaya, autor del libro Guía práctica para vivir en el infierno, varias ideas tóxicas de algunas jóvenes provienen de ese mundo de hadas y varitas mágicas. Este es el pequeño inventario disfuncional. Pasa en las telenovelas, pasa en la vida real...Verdad 1: Ellos huyen de las princesas desesperadasLa mayoría de las telenovelas comienzan con un amor imposible: Miguel Andrés es el objeto del deseo de Topacio María. Pero Topacio María es pobre y Miguel Andrés un tipo complejo que pertenece a otro mundo social. Un día coinciden en un ascensor. ella viene de limpiar los baños del edificio y él sube a la mejor oficina del lugar. Topacio María sabe de inmediato que él es el hombre de su vida y si no tiene su amor, no habrá otro. Pasan doscientos capítulos en los que hay litros de lágrimas y confusiones sin sentido, hasta que al final descubren que ella es la heredera de una fortuna y que podrá merecer a su príncipe azul. La idea de la necesidad del otro es tóxica. Qué bueno tener una compañía, pero no es necesario. Hay personas solteras felices, muy felices. Pero si estar sola es algo que hace sentir mal a la persona, porque no tiene a nadie o está sola para hacer planes o salir, esto le impide disfrutar, se queda en casa lamentándose o se refugia en el trabajo y se aisla de otras personas, dice Amaya. Dicha actitud, asegura él, lleva a la mujer a portarse como una desesperada, y eso se nota. Verdad 2: La perfección no existe... ¡negocie!El Síndrome de Cenicienta lleva a muchas a pensar que existe un hombre perfecto que se adapta como un guante a cada una y que las llenará de felicidad, hijos, perritos... y vivirán en un castillo. El problema es constatar que el hombre que se tiene al lado no es perfecto. Entonces el hombre se convierte en ratón, su carruaje en calabaza y el castillo en el cual cimentaron su relación se derrumbará. Sugerencia: haga una lista de las cosas geniales que podría encontrar en una pareja, otra de cosas no negociables y otra de cosas que sí se pueden negociar. Princesa advertida... vale por dos.Verdad 3: Ese sapo nunca, nunca será príncipe.Algunas siguen con su pareja porque ¿y si no consigo otro?. Hay varios tipos de mejor que nada, según Amaya. Si acepta al sapo y este no la hace sufrir, pero mientras tanto aspira a una mejor relación con alguien, genial. Pero si la bloquea, ese el problema. Muchas veces se sufre con el sapo, por ideas tóxicas como: Necesito a alguien para ser feliz, podría ocurrir que no encuentre otro, una princesa debe salvar siempre su relación o hemos construido mucho en común.Verdad 4: Si en serio se cree princesa, ¡valórese! Si en los últimos años sus parejas han coincidido en ser lo peorcito que da la tierra, entonces pregúntese si tiene alguna responsabilidad en ello.Como la protagonista de una telenovela, muchas mujeres van de sapo en sapo con tal de no quedarse solas. Una tendencia tóxica, pero frecuente, es hacer adopciones de pareja. Explica Amaya que adoptamos a nuestra pareja cuando asumimos que no somos lo suficientemente buenos para ser queridos por nosotros mismos y entonces tenemos que hacer méritos. Así que nos la pasamos al servicio de su Majestad. Verdad 5: ¡Salga! El príncipe no tocará su puertaDesde que su último novio la dejó, va del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Y en casa permanece sola... viendo telenovelas o leyendo historias de amor, con la esperanza de que algún día llegue ese príncipe o que algún sapo que bese se convierta en príncipe. Quizá algún día llegue vestido de repartidor de pizza... No hay tal. Quedarse en casa lamentándose por su suerte no contribuye a que la situación cambie. Sufrir no es una estrategia. Mejor salir, conocer gente, disfrutar y que la gente no se pierda de lo maravillosa que es usted...