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El cine de Quentin Tarantino, ¿violencia divertida?

17 de febrero de 2013 Por: Redacción de El País

A ‘Django sin cadenas’, la nueva película del director Quentin Jerome Tarantino la precede ‘Bastardos sin gloria’ (2009), filme que tuvo un gran éxito comercial, el más grande de toda la carrera del realizador estadounidense.A pesar de semejante proeza comercial con aquella historia de un puñado de soldados asesinos cuyo objetivo era cortar cueros cabelludos nazis y acabar con la supremacía de Hitler y de sus secuaces, el director se siente tranquilo hoy. Sostiene que sabe manejar la presión que siente por lo que pueda pasar con ‘Django’, ya que está seguro de que con su reciente producción tuvo “una buena oportunidad de hacer algo bueno como ‘Bastardos sin gloria’”.No se equivoca. Cinco nominaciones a los pasados Globos de Oro -de los cuales se llevó uno a Mejor Guion Original- y cinco candidaturas a los próximos premios Óscar de la Academia son una muestra de que ‘Django, sin cadenas’ a pesar de lo extensa, de su diluvio de balas y de sus galones de sangre está para superar grandes logros. Para Eugenio Jaramillo, director de la Cinemateca La Tertulia, es muy posible que al filme le den un Óscar de todos a los que está nominado (Película, Actor de Reparto, Guion, Fotografía, Sonido) “porque a los miembros de la Academia les encanta el género Western, esas películas épicas de la conquista del Oeste americano son importantes para ellos, es como si fueran su historia filmada”.El filme, para Jerónimo Rivera, jefe del área visual de la Universidad de la Sabana, puede tener buenas posibilidades, pues su fotografía es impecable, los personajes son muy bien construidos, con muchos matices y tiene un elenco maravilloso que nos conecta con la película, el guion está muy bien escrito y funciona bien.Sin embargo, asegura, la película es muy larga. A diferencia de ‘Pulp Fiction’ que dura más o menos lo mismo (casi tres horas) y lo mantiene a uno pegado a la pantalla, en ‘Django’ hay muchas escenas que sobran, hay diálogos largos y sin sentido. Y si bien el estilo de Tarantino ha sido caracterizado por la sangre, creo que en esta se le va un poco la mano”.Similar apreciación tiene Juan Manuel Acuña, docente del programa de Cine y Comunicación Digital de la Universidad Autónoma de Occidente. “A Tarantino le está haciendo falta su editora (la mujer, Sally Menke, murió en 2010 subiendo una montaña). Le hace falta alguien que le diga bájele una hora, está muy extensa, hay gratuidad de sangre. La película en los primeros 20 minutos plantea reflexiones interesantes sobre el racismo, la guerra de secesión norteamericana. Luego las promesas se quedan en eso, promesas. Después viene plomo y pirotecnia, bien hechos, pero no por eso deja de ser plomo y pirotecnia”.La crudeza de algunas escenas y la sangre a chorros, impronta del cine de Tarantino, no le preocupan a otros especialistas como Jaramillo. “El cine es ficción básicamente, lo que él está mostrando son imágenes ficticias. El que entra a cine pensando que la película es un noticiero pierde el tiempo. Él lo que muestra son sus fantasmas, sus miedos y eso es lo que toca la fibra a la juventud actual”, sentencia Jaramillo.Ungido como un director de culto, Tarantino al decir de los especialistas, es un maestro a la hora de contar historias. Y desde que debutó en solitario como director en 1992 con ‘Reservoir Dogs’, ha despertado odios y amores por la violencia mostrada en sus filmes (Pulp Fiction, Jackie Brown, Kill Bill 1 y 2...). Mientras algunos lo tildan de ingenioso, aventurero, divertido, mago de la edición (hace un montaje de sus películas con el cual todo queda desordenado pero que se entiende perfectamente); otros lo han llamado salvaje, embrutecedor, sádico. E incluso, lo hacen responsable de inspirar a delincuentes a cometer sus fechorías. Como pasó en Argentina, donde, en 1998, el jefe de la policía Federal responsabilizó a ‘Pulp Fiction’ de la oleada de asaltos a restaurantes en Buenos Aires, “que mostró lo fácil que es robar en esos lugares”. Él, blanco con el alma negra, como lo describe su actor consentido Samuel L. Jackson, por su afinidad con los personajes y problemática de la población afro, ese mismo hombre de finos labios se vuelve un ‘bocón’ cuando de defender su violencia se trata. “La violencia es lo más atractivo del cine y resulta la mejor forma de conectarse con el público”, dijo en 2010 ante la Academia Británica de Cine, “es necesario que se muestre sangre en la pantalla porque eso es lo que quiere ver el público”, remató. Para Tarantino “la violencia es una de las cosas más divertidas que se hace en una película. Es parte de mi vocabulario cinematográfico y cerebral a la hora de pensar en películas”. Y por supuesto, ‘Django’ no es la excepción.

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