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El bailador Carlos Paz: historia de una leyenda viva del estilo caleño que continúa vigente en Delirio
El legendario bailador caleño, con 50 años de trayectoria artística, sigue vigente como el solista de Delirio.
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14 de dic de 2025, 12:28 p. m.
Actualizado el 14 de dic de 2025, 12:28 p. m.
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La rumba caleña tiene historias épicas con sus héroes, reyes y dioses, aún por contar —y cantar—. Las encendidas batallas de orquestas en el estadio o los parques, como el día que Niche y Guayacán —de una tarima a otra— se enfrentaron con todo su poder de ritmo y sabrosura, bien pueden ser materia de una epopeya salsera.
Así como los asombrosos duelos de bailadores en las discotecas y casetas de los años 70, también son dignos de una oda rumbera, que guarde para siempre el nombre de los héroes: hombres y mujeres de los barrios caleños que lo dejaron todo en la pista de baile, dando origen a una tradición cultural que hoy enorgullece a toda la ciudad y es nuestra carta de presentación ante el mundo.

Sin duda, uno de los momentos más épicos de la rumba caleña fue aquella noche de 1977, en la discoteca Honka Monka, cuando un joven bailador de 18 años, llamado Carlos Paz, en contra de todas las expectativas derrotó a Watusi —cuyo nombre real era Walter Cuero—, primer campeón del Mundial de Salsa, considerado el rey del paso caleño.
Afortunados los que puedan decir: “Yo estuve allí el día que Carlos Paz y Watusi se enfrentaron en la pista de baile”, porque presenciaron una verdadera pelea de titanes.
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Son las 11:00 a.m. del viernes 5 de diciembre del 2025 y don Carlos está sentado en un mueble de su estudio, que es todo el tercer piso de su casa, ubicada en el barrio El Guabal.
Un ventanal del frente deja entrar luz con generosidad, al fondo hay un escritorio con un computador muy bien equipado, conectado a una consola, micrófono y parlantes profesionales. Más acá tiene un juego de percusión: timbal, bongó y dos bombos, mientras que en las paredes hay distribuidos más de 20 diplomas y reconocimientos, entre varios afiches y fotos suyas tomadas durante algunos shows de baile.
Sobre una repisa hay ocho trofeos y una medalla: un Premio Cristo Rey a toda una vida del 2022, una placa de homenaje entregada por el Mulato Salsa Congress 2025, un trofeo como bailarín ganador del Euroson Latino 2022 de México… y una copa plateada que tiene grabadas las siguientes palabras y una fecha: “Campeón Nacional Solista. Gril Honka Monka. Cali, 1978”.
Don Carlos tiene 67 años y —aunque algunos puedan pensar en el retiro— baila más ahora que en su juventud. Como uno de los solistas del elenco de Delirio, el espectáculo de salsa caleña más reconocido del mundo, con el que lleva 20 años, tiene participación en cada obra y función que programa la compañía durante todo el año en Cali y otras ciudades de Colombia, así como a nivel internacional.
—¿Cómo logró vencer a Watusi?
—A Watusi todo el mundo lo conocía, en el 74 había ganado el Mundial de Salsa en la categoría de baile en pareja, y cuando yo tenía la oportunidad iba a verlo bailar.
“Algún día tendré un mano a mano con Watusi y para ese momento me voy a preparar”, me decía. Y llegó el día que anunciaron el Concurso Nacional para Mejor Bailarín Solista, una modalidad que yo venía practicando desde que empecé, porque para una presentación en un aguaelulo —yo estaba muy joven—, no dejaron ir a mi pareja y me tocó hacer el show solo, con la sorpresa de que la gente quedó encantada.

No me imaginaba que Watusi fuera a participar, solo nos inscribimos cinco bailadores solistas y ahí estaba él. Así que decidí salir con algo totalmente distinto: hacer mi rutina sobre una mesa y comencé a practicar con una que teníamos en la casa.
No le dije a nadie lo que pensaba hacer, me fui temprano ese día para el Honka Monka, como a las 5:00 de la tarde llegué con mi mesa, apenas estaban barriendo los meseros. Cuando me ven con la mesa, dicen: “Oye, Carlos, pero ¿y esa mesa qué?”. “Es para el concurso, ¿será que me la pueden guardar allá dentro, en cualquier rinconcito”, les dije. Y luego, arreglé con uno de ellos para cuando me anunciaran, y yo saliera al centro de la pista, él me trajera la mesa. Y así fue.
Bailé sobre la mesa y la gente quedó sorprendida, nunca habían visto algo así. Al final, cuando ya iban a dar los ganadores, fue un momento muy tenso, dijeron el tercer puesto que ahora no recuerdo, seguía el segundo y si era para mí lo iba a aceptar con orgullo, pero no, llamaron fue a Watusi. De inmediato se vino un montón de gente y me cargaron en hombros, recuerdo que estando así alguien del jurado me entregó la copa del ganador. Además de un dinerito, entre los premios estaba la invitación a bailar en el concierto que la Fania All Stars iba a realizar en Coliseo del Pueblo, y yo tuve ese gran honor.
—¿Cómo reaccionó Watusi?
—Le dieron un diploma y él lo rompió delante del público, fue muy dramático todo, incluso salió al otro día por la prensa. Después de eso siguieron muchos mano a mano con él, pero ya como una exhibición.
Sin embargo, una vez en el año 83, cuando nos presentamos en la discoteca Aretama de Nueva York, el mismo día que tocaban Los Hermanos Lebrón, Johnny Pacheco y Monguito, después de que nos fuera tan bien, yo le propuse a Watusi que hiciéramos como una gira juntos, “usted hace lo suyo y yo hago lo mío, pero que nos paguen bien”. Pero él dijo que no y se fue para Miami, no me explicó la razón. Creo que él falleció allá.
—¿Cómo es que terminó llamándose Carlos Paz?
—Yo nací en 1958 en el barrio Calima y me bautizaron como Harold Alberto Paz Mejía, pero en mi familia había un tío que se llamaba Carlos Paz y decían que éramos muy parecidos, por eso me empezaron a llamar Carlos. Él falleció cuando yo todavía era niño y, a pesar de que él ya no estaba, me siguieron llamando Carlos y en el barrio sucedía lo mismo.
Crecí y todo el mundo me conocía como Carlos Paz, así que también lo usé como mi nombre artístico y al final era Carlos en todas partes, solo en los papeles aparecía el otro nombre.
Todo esto me llevó a adoptarlo como mi nombre definitivo y hace dos años realicé el proceso de cambio legal y hoy en mi cédula dice Carlos Paz Mejía.
—¿Cuál es el momento más significativo de toda su carrera como bailador?
—Son más de 50 años dedicado a lo que me apasiona, bailo desde niño cuando iba a las aguaelulos y mostraba los pasos que inventaba, porque yo tengo facilidad para improvisar, así que son muchos los buenos recuerdos y debo estar muy agradecido con Dios, porque me permitió vivir del arte y viajar por el mundo.
Pero hay un momento que me conmovió hasta las lágrimas, fue cuando me invitaron a presentarme en el Teatro Adolfo Mejía de Cartagena, haciendo un solo de baile junto a la Orquesta Sinfónica Nacional, durante la VI Cumbre de las Américas que hicieron en 2012.
La orquesta interpretó ‘Malanga amarilla’ de Cachao solo para mi presentación, un acto que preparamos durante varios meses, ellos fueron hasta Cali y ensayamos en El Municipal para que saliera perfecto.

En el público había varios presidentes, Santos de Colombia y hasta Obama de Estados Unidos, entre muchos diplomáticos y gente de todo el mundo. Cuando terminé yo esperaba los aplausos acostumbrados, los de cortesía, pero no fue así, se pararon de sus asientos a aplaudirme.
En ese momento entendí que nuestro estilo caleño es universal, me sentí orgulloso de representar a mi ciudad y a mi país en un nivel tan alto, sorprendido de verme a mí mismo ahí, adonde había llegado un bailador de barrio.

Periodista y escritor, entre sus publicaciones destaca el volumen de ensayos ‘Libro de las digresiones’. Reportero con experiencia en temas de cultura, ciencia y salud. Segundo lugar en los Premios Jorge Isaacs 2022, categoría de Ensayo.
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