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La nueva tendencia de los narcisistas online

Como 'egosurfing' es llamada por los psicológos la forma de adicción de algunas personas en las redes sociales donde lo único que les interesa es incrementar el ego.

11 de septiembre de 2011 Por: Isabel Peláez

Como 'egosurfing' es llamada por los psicológos la forma de adicción de algunas personas en las redes sociales donde lo único que les interesa es incrementar el ego.

Se llama exhibicionismo 2.0. Es un síndrome que ya causa estragos psicológicos en los que caímos en la red. Se contagia vía Facebook, Twitter, Messenger y Blackberry, gracias a esos contactos que no pueden dar un paso sin anunciarlo en su muro, ni tomar algo sin hacer ‘check-in’ en ‘Foursquare’ y que cambian de estado sentimental cada dos minutos.También está el que llega al colmo de poner ‘Me gusta’ en su propio comentario.Usted debe tener entre sus contactos a la que anuncia en su BB: “Estoy almorzando con mi amiga Cata en Chipi”, y no ha terminado y ya está actualizando: “Me voy a comer un helado con Cata”. O el que por la mañana pone en su Messenger, en su muro en Facebook y repica en Twitter: “Estoy feliz”, y al mediodía cambia a “Estoy aburrida” y después de almuerzo a “Ya no estoy aburrida”. ¿Cómo no va a aburrirse si no hace nada más en la vida? No me diga que no tiene un contacto que hace la cuenta regresiva de los días que le faltan para volver al trabajo. ¿Por qué no disfruta los que le quedan de vacaciones?Y qué tal el que cuelga frases como ‘Esta vida no tiene sentido’, para que le pregunten: ¿Qué te pasa? A uno le provoca decirle: “No seas tacaño, paga un psicólogo”. También están los que le envían peticiones a Dios, como si tuviera Facebook, o a sus hijos que ni hablan y que serán los primeros en eliminarlos cuando tengan conciencia de lo que les da “oso”. O los que le ponen mensajes a la mamá, que ni Facebook tiene y confunde CPU con PVC.Hay otros que pierden su identidad en su propio Facebook o Messenger, al ponerlo al servicio de su pareja o de sus hijos, enviándoles mensajes que sólo a ellos les interesan: “Pili, eres la más exitosa”, “Cielo, te merecías ese ascenso”, “Eres el mejor hijo del mundo”. ¿Por qué no se lo dicen en persona? ¿Tiene que enterarse el resto del mundo? Aunque parezca ficción, está la que cuelga la foto de las flores que el novio le dio para que todos vean lo lindo que es. O el que sube su fotoestudio de Blackberry, aunque no le favorezca ni un poquito.Otros se exhiben por partes: cuelgan en su foto de perfil primeros planos de sus piernas, ojos y torso desnudo. Aún los que se cohíben de mostrar abiertamente sus sentimientos, caen en el voyerismo. Se quejan de las frases tontas y de las fotos absurdas de otros, pero los comentan. Recomendación: Hay aplicaciones para ocultarlos, bloquearlos, denunciarnos o eliminarlos.Víctor Solano, dedicado a la consultoría estratégica en comunicación, dice que: “Las redes sociales y los blogs han servido de vitrinas para los ciudadanos comunes. Eso era inédito. Antes, los de la gran exposición mediática eran las celebridades, los políticos, los deportistas. Ahora, estas herramientas han permitido que personas como usted o como yo podamos mostrarnos, y eso ha hecho que se dispare nuestro ego”.“Tienen elementos como lo gráfico, lo visual, que les permite exponerse a sí mismos y hacer una puesta en escena de lo que consideran que es su triunfo en la vida. Mostramos nuestras pertenencias, viajes, intensa vida social y éxitos laborales. Incluso, varias herramientas ofrecen estadísticas y la gente entra a hacer competencias para saber quiénes tienen más contactos”, agrega Solano.Al respecto, la psicóloga clínica Inés Valencia, del Centro Médico Imbanaco, opina que “por la naturaleza de las redes sociales, es fácil desarrollar una dependencia emocional y alteraciones en el comportamiento que nos indican una conducta adictiva, como la sensación de angustia al no poder acceder a internet, el cambio insensato de las prioridades familiares y sociales y la alteración del temperamento”.No nos digamos mentiras, todos caemos en eso que la periodista catalana Llucia Ramis llama ‘egosurfing’. “Es un deporte de alto riesgo que consiste en buscarse a uno mismo en Internet. En las redes sociales no buscamos a los demás, estamos ahí para alimentar nuestro ego”, explica. Con Ramis coincide Keith Campbell, profesor de psicología de la Universidad de Georgia, Estados Unidos, quien considera que: “El negocio de Internet está basado en la gratificación del ego y la notoriedad”. Facebook explota esa faceta de autopromoción y de qué manera, su capital asciende a los US$15.000 millones y en mayo alcanzó los seiscientos millones de usuarios. Twitter, se anunció el jueves, ya tiene cien millones de cuentas activas en su servicio de mensajes cortos. Los blogs y Youtube son otro caldo de cultivo para los narcisistas ‘online’. Sam Vknin, autor de ‘El maligno amor a uno mismo-Narcisismo revisitado’, explica: “El perfil psicológico del narcisista es el más propenso a la adicción a internet, derivada de la adicción que tiene por sí mismo. Este medio da las herramientas para aumentar esa voracidad del ego”. Dice Vknin que: “Nos miramos en Internet para reafirmarnos en nuestra continuidad y existencia. Allí, el ‘feedback’ de nuestras interrelaciones nos permite enamorarnos de nuestro reflejo cada día. Generando múltiples copias de uno mismo, uno se siente vivo, su existencia se afirma y adquiere una sensación de borrar los límites de su alcance”.Detrás de muchos usuarios de la ‘blogosfera’, más de cien millones, se esconde la búsqueda del reconocimiento, el afán de que un cazatalentos los descubra en su ventana. A varios les ha funcionado: el argentino Hernán Casciari saltó de su blog ‘Orsai’ a ser columnista de El País, de España, y Pérez Hilton pasó de ser el terror de la farándula al niño consentido de Hollywood.Hablando de ‘bloggers’, el colombiano Andrés Gómez Osorio, que figura como @agomoso en Twitter, admite que ha intentado lucir “casual” en las fotos que él mismo se toma sosteniendo la cámara con el brazo estirado, poniendo su mejor sonrisa y con la baldosa del baño al fondo. Y delata a esas mujeres que se fotografían de cuerpo entero en la piscina: “Inclinan sus caras hacia un lado, quiebran la cadera hacia el otro y se ponen las manos en la cintura, como diciendo: “No pasé el casting para ‘Protagonistas’, pero tengo esperanzas de ser Chica Águila”.Confiesa haber colgado en su muro de Facebook su foto con una de esas chicas, tratando de convencer al mundo de que es capaz de levantarse una “vieja buena”. Los comentarios de sus amigos no se hacen esperar: “Lo veo bien acompañado”. “¡Buena esa!”. “¡Pero presente!”. Y él alardea: “La pasamos bien. Tengo que contarle”. En verdad no hay nada que contar. Gómez coincide con Solano en que: “Facebook es un arma de doble filo, debe usarse de manera estratégica y no espontánea”. Pensar, antes de publicar.

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