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La negra Leonor está más grande que nunca

En el mes de la Herencia Africana recordamos la carrera artística y la vida de Leonor González Mina, la vallecaucana que lleva la música del Pacífico y del folclor nacional al mundo.

22 de mayo de 2016 Por: Redacción de El País y Colprensa

En el mes de la Herencia Africana recordamos la carrera artística y la vida de Leonor González Mina, la vallecaucana que lleva la música del Pacífico y del folclor nacional al mundo.

Apunto de cumplir 82 años de vida, Leonor González Mina no piensa en el retiro. Divide su tiempo entre sus espectáculos, la preparación de un nuevo trabajo discográfico y lo más importante, en ser la maestra particular de voz de Juana, su nieta de 15 años que cada día se interesa más en el trabajo y legado de la abuela.

El pasado viernes La Negra Grande de Colombia presentó su show en el Teatro Colón de Bogotá, espectáculo con el cual   seguirá celebrando sus 62 años  de trayectoria musical.

Por azares del destino su espectáculo lo estrenó en Chile, pero ya le hacía falta traerlo al país, al ser un verdadero recorrido musical por los diferentes ritmos colombianos.

Cuando en Colombia se celebra  el Mes de la Herencia Africana, es bueno recordar que Leonor González Mina fue la primera mujer afrodescendiente que logró imponerse en el mundo artístico colombiano; dar a conocer la cultura del Pacífico en el país y luego, recorrer el mundo con los distintos matices del folclor nacional.

¿Cómo prepara sus espectáculos para  celebrar sus 62 años de labores?

De la forma que siempre lo he hecho, cantando. Preparo las canciones y con el cuidado en cada uno de los detalles del espectáculo, para que sea del total agrado de la gente. Realizamos una selección que va desde comienzos de mi carrera  hasta lo que hemos hecho en los últimos tiempos.

Ya tiene usted más de 30 álbumes...

No me di cuenta a qué horas hicimos tanto. Algunas cosas se me han ido olvidando, pero para esta celebración fuimos muy juiciosos en repasar todo el extenso repertorio que hemos realizado para hacer una selección única de lo que La Negra Grande de Colombia ha llevado a escena, tanto en Colombia como al resto del mundo.

¿Cómo le fue en Chile?

Recibimos tanto cariño que teníamos un show de 90 minutos y llegamos a las dos horas. Fue realmente mágico. No quiero pecar de vanidosa, pero ya con tantos años, uno aprende lo que debe y no hacer en el escenario, y yo siento que estoy en mi mejor momento para seguir interpretando música, nuestra música desde el corazón.

¿Quién la acompaña en el escenario?

Mi grupo musical, que viene trabajando conmigo desde hace unos buenos años, porque necesitas unos músicos versátiles para hacer un espectáculo con música del Pacífico, del interior, así como del Caribe y hasta algo de los Llanos Orientales. Una variedad de ritmos y de instrumentos. 

¿Qué opina del trabajo que hacen los jóvenes en el folclor colombiano?

La primera que llegó cantando a Bogotá la música del Pacífico fui yo. Me miraban como si llegara de África, porque no sabían, en ese tiempo, que ese tipo de música existiera, y menos sabían que fuera colombiana.

Yo me siento muy feliz y orgullosa de haber sido la primera cantante colombiana en hacerle al país una introducción a la música del Pacífico y luego llevarla por todo el mundo. Es una alegría ver cómo jóvenes músicos de todo el país llegan a Cali para aprender de nuestros instrumentos autóctonos, eso es un logro para nuestra cultura que no tiene precio.

A mí me gusta mucho lo que están haciendo los muchachos. Están haciendo un enriquecimiento de nuestra música, están sonando cosas diferentes y a mí me encanta escucharlos.

¿Cómo fueron esas primeras presentaciones dando a conocer el Pacífico en el interior del país?

La primera vez que fui a Bogotá me hicieron el feo, como decimos por aquí. No entendían nuestra música, se burlaban, pero yo me quedaba callada y me daba pesar de la ignorancia de la gente,  ha sido un proceso que nos tocó la parte más dura: difundirla. Pero ahora es pieza fundamental de nuestra música colombiana y es Bogotá uno de los lugares donde más nos quieren.

¿Qué tan difícil fue para usted ser una artista afrodescendiente?

No había valoración alguna por el legado afro, pero era cuestión de nosotros de darle su estatus, no esperar que vinieran otros para que se lo dieran, aunque en muchos casos, cuando empecé a salir del país y regresaba, se abrían nuevas puertas.

¿Muchas anécdotas en esos viajes?

La primera vez que fuimos a la Unión Soviética qué susto tan espantoso tenía yo. En Moscú, yo cantando en español y ellos no me entendían, lo que me hacía temblar las piernas, pero una vez empezaron a sonar los tambores y todos nuestros instrumentos, nos miraban con curiosidad, para luego empezar a disfrutar la música que no entendían pero que sí sentían. Eso hizo que valiera la pena ir tan lejos, el reconocimiento de personas que no tienen nada que ver con tu cultura, y a la vez, que son tan cultos y conocedores de la música. Ese no es un logro mío,  sino de nuestra música colombiana.

Fueron 15 las ocasiones en que fui a la Unión Soviética, y no solo a Moscú, solía recorrer las repúblicas que la conformaban, llevando el calor y la sabrosura del Pacífico colombiano a uno de los territorios más fríos del mundo.

Es la embajadora de la música colombiana...

Me cuesta un poco cuando me llaman así. A veces creo que la gente dirá que soy petulante, pero luego de 60 años de trabajo y de recorrer el mundo con lo nuestro, creo que quienes me llaman así tienen razón, he sido una embajadora de nuestra música colombiana, lo cual he hecho con mucho orgullo, pero también con mucha responsabilidad.

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