El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Cultura

Artículo

"La cultura se shakirizó": Carmen Boullosa, escritora mexicana

Carmen Boullosa, considerada por algunos como la mejor escritora de México, acaba de lanzar su novela ‘La otra mano de Lepanto’, un homenaje a Cervantes.

27 de octubre de 2014 Por: Margarita Vidal Garcés | Especial para El País

Carmen Boullosa, considerada por algunos como la mejor escritora de México, acaba de lanzar su novela ‘La otra mano de Lepanto’, un homenaje a Cervantes.

Las primeras noticias que tuve de ella hablaban de una mujer muy hermosa por la que los poetas líricos mexicanos perdían la cabeza. Carmen, que entonces todavía no escribía novelas, también era una poeta lírica mexicana. No supe qué pensar.Tantos poetas perdidamente enamorados de una poeta me parecía una exageración. Para colmo, todos aquellos que eran abandonados por Carmen se hicieron amigos, o ya lo eran, y habían fundado de facto una tertulia o club que dedicaba un día a la semana o al mes a juntarse en bares del centro del DF o de Coyoacán para soltar pestes de la antes tan adorada. También me enteré de que Carmen, en respuesta, había fundado un club o tertulia o comando de mujeres escritoras que, con idéntico sigilo, hacía lo mismo que su contrapartida masculina. Un día vi una foto suya.Sin duda se trataba de una mujer muy hermosa, morena, alta, de ojos enormes y cabellera hasta la cintura. Me pareció muy atractiva, pero también pensé que debía de escribir como los muchos epígonos de un realismo mágico hecho para el consumo de zombis. Después leí algo suyo y mi opinión cambió: “Boullosa no tenía nada que ver con los epígonos ni con los epígonos de los epígonos”.Roberto Bolaño, el grande y desaparecido escritor chileno, escribía así sobre la poeta, novelista y dramaturga mexicana -protagonista de esta entrevista- en una nota sobre un viaje a Viena donde la conoció: “Paseé y conversé hasta la extenuación con Carmen Boullosa, la mejor escritora de México”. Ella acaba de lanzar su novela ‘La otra mano de Lepanto’, un formidable homenaje a Cervantes.¿Cuándo empezó a escribir?Desde niña llevaba mi diario y me gustaba escribir cuentos. A los 15 años resolví que sería escritora. Uno no nace escritor, uno se hace y, de esa idea de mí misma como escritora, saqué seguridad. Me dio alas porque mi mundo familiar cambió 180 grados -y colapsó estrepitosamente- cuando mi madre murió.¿Cómo describiría lo que es ser poeta?Un poeta está alerta a todo lo que pasa alrededor, aunque muchas veces lo caricaturicen como alguien que siempre anda en Babia. Por el contrario, el poeta está sintiendo y experimentando siempre, porque la vida es un misterio amargo que no se coge con guantes, ni se puede arropar con azuquitar. De chica leía mucho, pero se queja de que ahora no lee mucho novelas modernas. ¿Nada la seduce dentro del maremágnum de libros que sacan cada año las editoriales?No, lo que pasa es que ya no estoy al día en todo lo que publican los jóvenes. Antes siempre tenía la avidez de leer todo lo que publicaban, ahora ya no tengo tiempo, el oficio de novelista me roba las horas y tengo que estar investigando y leyendo sobre mis temas. Claro que cuando hablan muy bien de una novela corro a leerla, pero es que antes sí tenía la urgencia de leer todo lo que había en una librería. También las editoriales han cambiado y ya no les creo tanto como a las de antes. Y como la ley del mercado es voraz, ha tocado a muchos escritores, apurados por escribir novelas que se vendan rápido; pero una cosa es la premura por buscar la “mesa de novedades” y otra lo que busca un verdadero lector y ofrece una buena librería. ¿Se ha banalizado la literatura?El poeta Juan Manuel Roca habla de la “shakirización” de la cultura. Yo no tengo nada en contra de Shakira, pero él tiene toda la razón, no es que sea banalidad, sino que impera la necesidad de volverse rápidamente vendible. Pero a mí no me toca esa necesidad, ni quiero saber nada de ella. ¿Qué recomienda para fomentar el gusto por la lectura en los niños?Hay mucha literatura infantil moderna, pero también hay que facilitarles a los niños de hoy emprender esas grandes aventuras de la imaginación, que encantaron a las generaciones anteriores de la mano de Julio Verne, de Alejandro Dumas o de Emilio Salgari y que quedan con uno para siempre. ¿Por eso lee todavía los cuentos de los hermanos Grimm?Sí. Me perturba mucho leerlos porque me llenan de ideas y me hacen sentir que pertenezco a una civilización. Hay que advertir, sí, que esa literatura para niños está cargada de violencia, pero de una violencia que cobra herencia y que se redime en la fábula. No es una violencia a lo Tarantino, o a lo que desgraciadamente vemos en las calles de algunas ciudades de nuestro continente, sangre gratuita, una suerte de encuentro con el placer en la destrucción de nuestra propia especie, que no tiene perdón. Desde mi humilde punto de vista es espantoso el culto que se ha ido creando alrededor de eso y que está presente no solo en la literatura, sino en el cine, en la música, en las modas y hasta en los gestos. Los cuentos de los hermanos Grimm no son tan extremos, pero sí permiten entender que la violencia forma parte de la vida.¿Qué añora de su niñez?A mis nanas que me contaban los mitos y las leyendas de México. Por desgracia ya no tengo nana, pero me haría bien una que me peinara para no andar con este greñero. Que me vistiera y me consolara. Y me encantaría que hiciera y deshiciera mis maletas cuando viajo. Pero al mismo tiempo que añoro esos años encantadores, reconozco que en ese mundo hay una crueldad enorme en América Latina, donde se mantienen las diferencias de clases sociales, un racismo soterrado o explícito y donde aún hay vestigios casi de esclavitud, para el confort de gentes a las que -como yo- les encantaría tener una nana.En su libro sobre Moctezuma es interesante la figura de la Malinche, la mujer que acompañó a Hernán Cortés en la conquista de México. ¿Por qué tiene tan “mala prensa” entre los mexicanos?Bueno, lo que pasa es que su situación era compleja porque los aztecas habían llegado a colonizar a su pueblo. Ella había gobernado junto a su padre, un reyezuelo tabasqueño (de Tabasco) que debía pagar tributo a los aztecas, pero que gobernaba su territorio. Era su hija favorita y no solo hablaba varias lenguas, era muy lista, además de muy bella. La madre le tenía celos y cuando muere el padre, se casa con otro, tiene un hijo y quiere todo para ese hijo varón. Como le tenía cuentas a la hija, la vendió como esclava. Hay que imaginar cómo funcionaron la sicología y la mente de Malinche en el momento en que se la dan de regalo a Cortés. Resentida, quiere venganza. Posiblemente ella y Cortés se enamoraron. Tuvieron hijos y la leyenda urbana dice que se casaron por lo católico en la iglesia de La Conchita, de Coyoacán, pero eso no puede ser porque su mujer lo esperaba en Cuba.Su novela ‘La otra mano de Lepanto’ es un homenaje a Cervantes, que quedó inutilizado de uno de sus brazos en la batalla y fue apresado por años. ¿Cómo llega a esa novela?Yo estaba en Nueva York cuando ocurrió el atentado a las Torres Gemelas. Ese hecho tan brutal me dejó desconcertada porque entendí que detrás había una guerra religiosa, impensable en pleno siglo XXI. Recordé la Batalla de Lepanto -la guerra religiosa por excelencia- y me puse a leer muchísimo sobre la época y los conflictos de entonces en el Mediterráneo. Leyendo las crónicas sobre la batalla encontré a María, la bailaora, mi heroína en la obra. Me puse a escribir y estructuré allí un homenaje grande y una fabulación -con el ojo contemporáneo- de lo que fue ese mundo barroco que no ha terminado de irse. ¿Quién es la heroína de esa novela?Una gitana huérfana a quien han adoptado unos andaluces en el mercado de caballos. Le encomiendan la misión de ir a sembrar en Chipre uno de los Libros Plúmbeos, porque para los moriscos era importantísimo demostrar que ellos eran los legítimos habitantes de la península Iberia y, como la religión tenía un valor tan grande, decidieron probar que ellos eran los que habían llevado el cristianismo a Iberia. Para probarlo utilizaron un truco histórico, escribir unos evangelios falsos, con la historia grabada en hojas de metal para hacerla parecer muy antigua. Son los famosos Libros Plúmbeos, que la heroína, en medio de grandes peripecias, va a sembrar en Chipre. Es la gitanilla de las Novelas Ejemplares de Cervantes. Pasando a otro tema, ¿por qué terminó usted viviendo en Brooklyn?Me ofrecieron un año como profesora distinguida en la Universidad de Nueva York y después otro igual en Columbia. Entre uno y otro me encontré una persona preciosa, Mike Wallace, con quien me casé. Es americano, historiador y ganador de un Premio Pullitzer. Nos entendimos y nos amamos y aun cuando él no es tan portátil como yo, pasamos cuatro o cinco meses al año en México. Él se ha ido enamorando profundamente de Coyoacán, es tal el amor, que dice que su oficina es el jardín centenario de la plaza central. Todos los días va a su “oficina” a leer y a escribir sus notas.

AHORA EN Cultura