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La artista caleña Érika Diettes habló de su proyecto ‘Relicarios’

La fotógrafa y artista visual caleña Érika Diettes fue postulada a la beca ‘Visionary Award’ por su proyecto ‘Relicarios’.

10 de febrero de 2015 Por: Ricardo Moncada Esquivel | Periodista de El País

La fotógrafa y artista visual caleña Érika Diettes fue postulada a la beca ‘Visionary Award’ por su proyecto ‘Relicarios’.

Una vez más, el talento nacional obtiene un importante reconocimiento. Esta vez se trata de la fotógrafa y artista visual caleña Érika Diettes, quien fue postulada a la beca ‘Visionary Award’ por su proyecto ‘Relicarios’, en el que aborda el tema de los desaparecidos por la violencia política en Colombia.La beca creada en el Reino Unido, está enfocada en la creación de propuestas artísticas innovadoras en torno al tema de Derechos Humanos, y es otorgada en memoria del fotógrafo y realizador audiovisual Tim Hetherington, quien murió en un ataque mortal en Libia, en el 2011. Érika, quien es maestra en Antropología de la Universidad de los Andes, graduada en Artes Visuales y Comunicación Social en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, se ha caracterizado por aprovechar el poder que tiene la imagen, para comunicar aspectos como la memoria y el duelo causado por la muerte violenta en el contexto del conflicto, a través del testimonio directo de las víctimas. De ese proceso han surgido series y libros como ‘Sudarios’, ‘Río Abajo’, ‘Apunta de sangre’ o ‘Silencios’, que han sido expuestas o adquiridas por importantes museos y galerías dentro y fuera del país.Para poder aplicar a esta beca es necesario que un curador recomiende la obra y el artista ante los organizadores. En el caso de Érika, su proyecto ‘Relicarios’, fue candidatizado por el curador australiano Alasdair Foster, quien ha sido director del Centro Australiano de Fotografía y quien conoció el trabajo de la caleña tras dos exposiciones en ese país. “Es un honor, estar nominada a una beca de estas características. La noticia la recibí la semana pasada y tengo que reconocer que me tiene con la sonrisa de oreja a oreja”, dijo la artista a El País.¿De qué se trata ‘Relicarios’, el proyecto seleccionado?Es una obra a la que he dedicado los últimos cuatro años, que contiene elementos de mis trabajos anteriores, pero esta vez me voy acercando a una expresión que va más allá de lo fotográfico, para llegar a un objeto escultórico. En la obra utilizo prendas u objetos donados por familiares de personas desaparecidas o asesinadas, que estoy encapsulando en un material que se llama tripolímero de caucho, que es más suave que la resina o más dura que un gel. Cada obra mide 30 por 30 centímetros y doce centímetros de espesor. ¿Cómo surgió la idea de materializar la obra de esta manera? Mi inspiración para este trabajo es el ámbar, pienso en estos residuos de la naturaleza que quedan fosilizados, atrapados en capas y capas de esta resina y que toma muchos años para formarse. Mi intención es que la obra vaya a ras de piso, para generar en el espectador la impresión de estar caminando en un cementerio y que a partir de la luz que emiten los relicarios, sean guiados en su recorrido. Es como si a partir del testimonio de estas víctimas podamos iluminar la luz de la historia. Ha sido un proceso de cuatro años en la que he recibido testimonios de distintas regiones del país, que me cuentan las historias de sus seres queridos, a través del objeto que donan al proyecto. ¿Por qué se interesó por el arte y por la fotografía en particular?A los quince años mi padre, que es militar, fue trasladado a Washington, por lo cual me tuve que trasladar con mi familia de Cali a esa ciudad. Como no sabía inglés, la mayor parte del tiempo lo dedicaba a aprender el idioma y el resto a estudiar materias que no requerían tanto de esta lengua, como dibujo o fotografía y desde el momento en que inicié esta última área ocurrió una fascinación completa. Creo que la atracción tuvo que ver con esa alquimia de revelar por primera vez en el cuarto oscuro, esa experiencia me produjo una sensación que me marcó y la tengo grabada en el alma y el cuerpo. Entendí que era través de las imágenes que podía comunicarme. Entonces decidí que estudiaría fotografía. ¿El asesinato de un tío suyo motivó su interés por el tema de la violencia?Cuando ocurrió ese terrible hecho familiar yo tenía sólo 17 años y estábamos recién llegados de Washington. Supimos de la noticia a través de la televisión. Entonces no era muy consciente. Pero la claridad mental sobre la influencia de ese hecho en mi obra, la entendí cuando hice mi maestría en antropología. Comprendí el interés por la representación visual del duelo y la violencia y es a partir de esa maestría que mi trabajo toma un rumbo definitivo, es algo que se nota en el carácter que tiene mi trabajo. ¿Cómo acercarse a las víctimas del conflicto sin violentar su dolor?Hay que tender un puente entre tú y ellos. Ha sido un largo proceso de tejer confianza. Un punto clave y, tal vez, el más humano, es cumplir lo que prometes a la gente. Yo les pedía a las personas prestadas prendas de sus seres queridos para fotografiarlas y luego devolverlas. En mis primeras visitas al oriente antioqueño, de un viaje podía devolverme con una sola prenda, pero a la siguiente visita, cuando regresaba la que me habían prestado, llegaban cinco o seis madres dispuestas a colaborar. Además he tenido la oportunidad de llevar mis obras por 18 municipios, a donde pertenecen las personas que me han prestado su testimonio de vida. Entonces se produce otro fenómeno porque estos proyectos contienen la memoria, se convierten en actos simbólicos que en el caso de obras como ‘Río abajo’, se tornan en lápidas temporales donde la gente llega con ofrendas, para su seres queridos. ¿Cuál es para usted el mensaje final que quiere dejar con sus obras?Si bien trato con mucho dolor, con el horror de una realidad, lo que me interesa reflejar con estos trabajos es una profunda resistencia, la fortaleza y fuerza que tiene la gente, que a pesar de sus experiencias siguen adelante con la vida. Personas que aún así están dispuestas a sentarse y posar para una cámara. A tener mujeres como en ‘Sudarios’, dispuestas a narrar su testimonio de ese momento trágico de una masacre y tener el coraje de denunciarlo. A estar dispuestos a donar una prenda que han guardado hasta por 15 años de su ser querido que ha sido desaparecido.

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