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En la lente de Miky Calero

A propósito del premio que recibió por su foto ‘Mariposa de Paz’, Miky Calero habló de lo que ha sido su trasegar de casi cuatro décadas en la fotografía.

22 de marzo de 2014 Por: Redacción de El País

A propósito del premio que recibió por su foto ‘Mariposa de Paz’, Miky Calero habló de lo que ha sido su trasegar de casi cuatro décadas en la fotografía.

Siempre que va a viajar en avión, el caleño Miky Calero pide que lo ubiquen junto a la ventanilla, tal vez por esa inevitable manía de fotógrafo experimentado que siempre está observando su entorno más allá de lo que el común de la gente lo hace.Esa manía profesional fue la que le dio la oportunidad de tomar el año pasado una bellísima fotografía, cuando sobrevolaba el Cayo Bolívar en San Andrés. La imagen logra expresar en múltiples tonos azules y verdes y en su forma, la maravilla que representa ese territorio de ultramar y a la vez su fragilidad ecológica y soberana.Desde la altura aquel Cayo, que por poco hace parte del territorio que perdió Colombia ante Nicaragua, por cuenta de una Decisión de la Corte de la Haya, revela una especie de mariposa que pareciera posarse con sus alas extendidas en ese mar de los siete colores del Caribe sanandresano. Encantado con lo que su lente captó, Miky, un amante de la naturaleza, decidió enviarla al concurso fotográfico ‘Revela Colombia 2013’, del ministerio de Comercio, Industria y Turismo, y ocupó el segundo lugar.¿Cómo fue que se le ocurrió hacer esa fotografía?Fue algo casual. He recorrido en lancha ese Cayo y cuando uno lo sobrevuela no siempre lo puede ver en las mismas condiciones. A veces está nublado, pero esa oportunidad fue única, y pude hacer esa imagen con esa forma de mariposa. He visto otras fotos del mismo sitio pero desde ángulos distintos que no logran esa representación. Cuando la tomé habían pasado solo unos meses de la decisión de la Corte de la Haya, entonces sentí que tenía esa connotación de soberanía de nuestros mares y por su forma la bauticé como ‘Mariposa de paz’.¿Hace esto con frecuencia, eso de estar husmeando desde el aire con su cámara?Siempre que tomo un vuelo me pido la ventana. Me fascina ver desde la altura las formaciones continentales, me conozco de memoria toda la Costa del Pacífico y sé cuándo voy por cada pueblo o región. Lo mismo sucede con San Andrés. Allí he tomado fotos de otros cayos como Alburquerque que también es muy bello.¿Por qué participó en el concurso?Fue algo fortuito. No recuerdo de qué manera me enteré del concurso y decidí enviarlo. Pasaron como ocho meses, como pasa mucho con lo público hay a veces desorden, pero finalmente me informaron que había ocupado el segundo lugar. La foto la utilizarán para las campañas que promueven el turismo de Colombia en el mundo.¿Qué representa para usted un reconocimiento como este?Es algo muy chévere. Es curioso pero los reconocimientos profesionales que he recibido por el lado de la fotografía han venido de afuera de Cali, de ciudades como Bogotá. Siempre me he cuestionado el por qué los caleños no nos damos crédito ni nos apoyamos. Uno encuentra que muchos se han tenido que ir de la ciudad para triunfar y en ciudades como la Capital aprecian su trabajo. Es algo que da felicidad, pero también da tristeza.¿De dónde viene su interés por la ecología?Tiene que ver con la niñez. Crecí en una época en la que teníamos un canal de televisión y esos aparatos tardaban media hora en encenderse. Uno tenía tres meses de vacaciones de verano que pasaba en la finca en medio de árboles y naturaleza. Eso hizo que me volviera tan sensible al tema, que me identifique con la causa ecológica de preservar el medio ambiente. Tengo una añoranza porque las cosas fueran como antes, porque ahora siento que vamos por muy mal camino y, casi, un camino sin retorno.A propósito de esa añoranza, usted en sus columnas de El País le ha declarado su amor a Pance. ¿Qué representa este sitio para usted?Pance es un referente para quienes crecimos en los 70, en el jipismo. Allí nos íbamos a explorar, estábamos en la búsqueda de una respuesta a la vida un tanto mezquina que nos ofrecía la sociedad. Nadábamos en el río. Nos volábamos del colegio, era un sitio mágico en medio de la grandeza de la naturaleza. Yo viví un tiempo en Estados Unidos, pero me regresé por que no soportaba vivir lejos de Pance.¿Y de los lugares que ha visitado dentro y fuera del país, cuáles le han impactado más?El Chocó Geográfico. Desde Cabo Corrientes, pasando por Bahía Solano, Cabo Marzo, Ensenada de Utría, Nuquí, etcétera. El Paraíso tuvo que haber sido ese. Es la exuberancia total de la naturaleza. Ese encuentro que se da entre el agua dulce, que surte en pequeños ríos la Serranía del Baudó y el mar, es algo que en muy pocos lugares se ve.¿Qué nuevo proyecto tiene ahora entre manos?Siempre tengo, de forma paralela, mis proyectos personales. Por ejemplo, en este momento está rodando uno que se llama Calero Orgánico -que estoy desarrollando con una fundación para enfermos de Alzheimer- y que se titula ‘Presentemente ausente’, una mirada frente a lo que hay en el interior de los pacientes. Proyectos así son una manera de evitar que el sistema te chupe la sangre, de darle alimento al alma.

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