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El maestro Alfredito Linares se enamoró de Cali en una Feria y se vino a vivir a esta ciudad hace 30 años. | Foto: Ricardo Ortegón / El País

ENTRETENIMIENTO

Charla íntima con Alfredito Linares, el peruano que se dejó seducir por Cali

Charla con el compositor limeño que se enamoró de Cali y se quedó a vivir aquí.

2 de enero de 2019 Por: Margarita Peña Arias / reportera El País

Es una tarde bien acalorada en Cali, camino en busca de mi almuerzo. El sol incide sobre mi cabeza. Todo tiene pinta de normalidad, parece un lunes más. Mi celular suena. Es Alfredito Linares, que me confirma la cita de nuestro encuentro. Que llegue en dos horas a su casa. Llevo 11 meses tratando de cuadrar un encuentro con el maestro y por asincronía no lo habíamos podido hacer. “El barrio se llama Los Mangos, en la zona industrial”, me dice el maestro al teléfono.

Llego a casa y rápidamente busco en mi computador lo que tenía preparado y leído para él, sobre él. Almuerzo con el computador al lado. No puedo perder tiempo.

Alfredo Linares es un peruano que se enamoró de la sucursal de los atardeceres bellos y de brisa tibia que le garantiza a uno Cali. Vive aquí desde hace más de 30 años. Se casó con Isabel, una caleña que lo adora, lo cuida como a un niño, le ayuda a cuadrar conciertos, y le mueve sus redes sociales.

Es una casa inmensa de reja blanca desde donde alcanzo a escuchar ‘Tiahuanaco’, una de las obras maestras de este señor. No se preocupe, si no la reconoce por el nombre póngala en youtube. En cuanto oiga ese teclado y esas trompetas va a entender de qué le estoy hablando.

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Timbro y la puerta me la abre él. Estoy muy emocionada. “Margarita bienvenida. Adelante” y me da un beso y un abrazo. Huele a pastel recién horneado. ¿Cómo está maestro?, le pregunto mientras nos vamos sentando en el sofá de la sala. Se acerca Isabel, su esposa, una apasionada por la pastelería con un delicioso pastelillo recién horneado y un café negro humeante.

Maestro, cuénteme ¿cómo fue su infancia?

Bastante normal. Solía disfrutar como un niño las labores de los niños: jugar e ir al colegio. Me acuerdo de jugar a las canicas y al trompo. Claro que en conjunto estaba la cuestión musical.

¿Cómo empezó su relación con la música?

Mi padre tenía el negocio de los pianos. Él los reparaba y los afinaba. Llegó a tener hasta 20 pianos acumulados en una época en la que no era tan fácil comprarlos. Mi padre apuntó bien, él se dedicó a la refacción y a la venta de los pianos. Tuvo que alquilar depósitos para guardarlos porque en nuestra casa solo cabían 6 de los 20.

¿Cuándo empezaron sus clases de piano?

Desde muy niño recuerdo estar rodeado de pianos. A los 4 años ya estaba con un maestro que además acompañaba a las orquestas, en zarzuelas y óperas.

¿Qué significaron para usted Peruchín, Lino Frías y Bebo Valdés?

A raíz de que las relaciones de Perú con Cuba estaban vigentes, nos habían llegado las grabaciones de Bebo Valdés, de Peruchín e incluso de otras agrupaciones. A través de esas grabaciones pude conocerlos. También conocí a Lino Frías como pianista de la Sonora Matancera, él es una referencia para los pianistas de salsa.

¿Influencia cubana directa?

Nosotros siempre estuvimos en el entorno de los cubanos. Lo habíamos absorbido todo. Tocábamos cosas de la Sonora Matancera y nos fascinaba.

¿Siempre tocó el piano?

Siempre. Aunque también me gusta mucho tocar la conga. Y nadie sabe que toco el bajo en el ‘Mambo Rock’, es un instrumento que aprendí a tocar solo.

¿Y eso?

El bajista simplemente no llegó. Lo tuve que hacer yo con lo que había aprendido en mi casa.

¿Ha trabajado desde niño?

Desde los 11 años. Sin abandonar mi colegio y mi conservatorio. Mi mamá me acompañaba a la radio de Lima, ‘Radio Victoria’ y me acuerdo que me pagaban 50 soles por audición. Yo tenía oído absoluto.

¿Qué es tener oído absoluto?

Yo sé cuál es la nota solo con escucharla. El oído absoluto se refiere a la habilidad de identificar una nota por su nombre sin la ayuda de una nota referencial, o ser capaz de producir exactamente una nota solicitada sin ninguna referencia. Es una habilidad que desarrollé a los 10 años estando en el conservatorio.

A los 13 años grabó su primer número al lado de Koki Palacios...

Koki Palacios trabajaba en un night club. Pero en las tardes yo iba a ese lugar a tocar. Era el barrio Miraflores en Lima. Estoy seguro de que si los del night club hubieran sabido mi edad, no me hubieran dejado entrar. Con los arreglos hechos por él, me llevó a la disquera, tenía 13 o 14 años. Después de esa experiencia me volví un experto en grabación.

¿Cómo llega a Colombia?

Yo llegué a Colombia en el año 70. Vivía en el hotel Tequendama y de ahí pasaba a trabajar en el grill ‘Miramar’. Siempre estuve contratado. Recuerdo que por ahí cerca quedaba Inravisión y por eso al grill llegaban muchos artistas. En una des esas me invitaron a la Feria de Cali.

¿Cómo fue su experiencia en Cali?

Muy impresionante. En esa época estaban de moda las casetas en donde tocaban varias orquestas, la mía era una de esas, pero lo asombroso fue haber visto a 4000 personas bailando al mismo tiempo. Yo no lo podía creer.

Su visa colombiana estaba por terminarse, cuénteme esa historia, ¿cómo resolvió?

Me quedaban solo 5 días de visado, y fui al DAS para que me ayudaran. Aquí en Colombia son demasiado relajados. Recuerdo que me decían “hágale, consiga un contrato que usted se queda acá” y yo pensaba qué hacer para conseguirme el bendito contrato. Estaba en Bogotá, salí a caminar y escuché música en vivo. Me metí al club, porque sonaba sabroso. El dueño del lugar se llamaba Pedro Balaguera y quien tocaba así de bueno era el señor Piño Córdoba. Uno de los grandes bateristas de Colombia. Tuve la oportunidad de tocar esa noche y lo hice. La gente se paralizó. El pianista de ese lugar había decidido irse para un crucero. Firmé contrato laboral y con eso pude acceder a una renovación de visa. Increíble, pero así sucedieron las cosas. Yo tenía que estar en Colombia.

¿Cómo graban el ‘Mambo Rock’?

Trabajé en un programa de televisión que se llamaba ‘Noche de Gala’. Ahí nació el ‘Mambo Rock’, porque en ese canal tenía acceso a la sala de grabación. La letra de la canción es muy sencilla, el veneno está en el ritmo. Yo había entendido bien lo que querían bailar los caleños. Y decidí grabar con una batería que le diera ese toque de rock. Las congas y las trompetas le daban el swin latino del mambo. Era cuestión de imaginar y ejecutar. Probar nuevos ritmos. Yo componía en el momento, no preparaba nada. Mi música es una respuesta de la improvisación, de lo que me vaya naciendo en el momento.

¿Qué significa ‘Tiahuanaco’?

Tiene dos significados: el primero tiene que ver con la cultura que existió antes del imperio Inca, y el segundo es el nombre de un pueblo en Bolivia. Yo simplemente quería hacer una canción con un nombre bien raro y ese fue el primero que se me ocurrió.

¿A qué se debe la fama de esta canción?

La canción se hizo muy popular a nivel mundial, la conocen en China, en Japón y en Europa. En Rusia se baila ese número. ¡Es una gran satisfacción! La razón no la sé, ¿Por qué no me dices tú?
Cuénteme la historia del momento en el que la compuso
Esa canción la compuse en el Perú. Recuerdo que en ese momento se habían metido los ladrones a nuestra casa mientras mi mamá estaba sola. A ella no le hicieron nada, pero se habían llevado todo. Me senté en el suelo y sobre una maleta la escribí. Conseguí a los músicos y nos encontramos en el estudio de grabación. Les pasé la pieza escrita y como cobraban por hora, fue una cosa rápida que dio sus frutos en Colombia Venezuela y Nueva York.

¿Qué música le gusta escuchar?

Siempre escuché jazz, también pianistas fantásticos como Liberace, Peter Nero, Eddy Duchin. En la actualidad me gusta escuchar a Oscar Peterson, Herbie Hancock, todos ellos son jazzistas. La lista es interminable.

¿Disfrutó la bohemia?

La conocí a profundidad. Ahora me siento muy bien de estar fuera de ella. La escena nocturna de la fiesta es bien pesada.

¿Qué siente cuando está frente al piano?

Siento una influencia de arriba. Cuando iba a un concierto antes de conocer a Dios no lo tenía muy claro. Ahora sé que es él a través mío. La energía sobre mis manos es fuertísima. Como una especie de trance.

¿Cómo le fue en el fin de año?

Estuvimos en el Paseo de la Feria. La primera semana de diciembre tuvimos concierto en Popayán y está por definirse un viaje a Estados Unidos.

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