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La caleña Gladys Beatriz Vélez junto a Rainer Weiss, Premio Nobel de Física 2017. | Foto: Cortesía para El País

EDUCACIÓN

La astrofísica vallecaucana que con solo 25 años ya es investigadora del MIT

La vallecaucana Gladys Beatriz Vélez C. es astrofísica investigadora y profesora de Massachusetts Institute of Technology (MIT). Experiencias de una joven científica.

17 de febrero de 2019 Por: Alda Livey Mera Cobo / Reportera de El País

A sus 25 años, ya tiene una visión del universo. Lo ha contemplado casi todo desde telescopios en Arizona y otro orbital. En su figura menuda, la vallecaucana Gladys Beatriz Vélez Caicedo no revela la científica que lleva dentro, una astrofísica graduada de la Universidad de Columbia, Nueva York, y que hoy es instructora técnica e investigadora en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Boston.

Tiene sus raíces en Zarzal, Valle, donde nació y pasó una infancia feliz en una finca con vacas. Hasta los 6 años, cuando su abuela materna, radicada desde los años 80 en Cambridge, EE.UU., vino en 1999 a conocerla a ella y a sus dos hermanas y se las llevó.

Gladys Beatriz estudió allá, pero siempre se ha sentido colombiana, “nunca me he sentido americana, sigo muy atada a mis raíces. Mi familia no habla inglés, nunca hemos perdido nuestra cultura ni hemos querido alejarnos del origen; siempre viajaba a Colombia y conservo esa herencia colombiana”, dijo a El País desde su casa en New Hampshire, norte de Boston.

Gladys Beatriz, ¿cómo se inclina usted por la astrofísica?

Desde niña me he sentido muy cercana a la astrofísica, muy atada a las estrellas. Sí hubo dos eventos que me fijaron esa ruta que yo sabía que quería hacer. Es algo que llevaba por dentro, creo que desde que uno nace, Dios le tiene su propio camino. Es algo que me nace como una llama que siempre ha estado guiándome hacia las estrellas.

¿Cuáles fueron esos eventos que la guiaron hacia las estrellas?

Estaba en séptimo, cuando mi profesora de biología llevó un artículo sobre una teoría matemática de la astrofísica, y esa semana vi esa noticia en un noticiero colombiano, RCN tal vez, de un grupo de física en MIT. Ese día supe que la física y la astrofísica eran carreras que se podían estudiar y ejercer y me pareció interesante.

Entonces, ¿no hubo otra influencia?

No, no conocía científicos ni físicos ni tenía idea de eso. Decidí que quería ser astrofísica. Es algo muy natural, naces con ello. Creo que Dios me puso en esta tierra para aportar quizás una plataforma para científicas colombianas. Nunca pensé ‘quiero ser científica para ser destacada’ o ‘quiero ser la primera mujer’ en.... En mi casa me dijeron que a lo que me dedicara lo podía hacer, sin importar si era latina, colombiana, mujer, solo que era un ser humano capaz de todo y les creí (risas).

En la astrofísica son fundamentales las matemáticas y los números...

No se trata tanto de números, sino de conceptos matemáticos, de hallar nuevas fórmulas. La astrofísica es una descripción matemática de nuestro entorno y de los fenómenos que podemos observar.

¿En qué consiste la astrofísica?

La astrofísica observa lo que se creó a principios del universo, millones de años incalculables. Es como estar en un cuarto oscuro con una velita poniéndola ante cada elemento, pero tardas mucho tiempo en formar una imagen del cuarto en su totalidad. Vamos paso a paso, cada año se descubre otra pieza para el rompecabezas, pero nunca hay una respuesta final.

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¿Cuál es el descubrimiento que más la ha impactado?

Entender cómo en el centro de galaxias hay agujeros negros donde ocurren fenómenos, pero no sabemos por qué. No hay una teoría fija ni aceptable que describa qué activa esos agujeros negros ni por qué explotan. A veces son muy energéticos y echan muchos rayos gamma al ambiente. Es una de las reacciones más violentas del universo.

Los tiempos en ciencia son lentos...

Hace año y medio, el premio Nobel de Física 2017, Rainer Weiss, vino a MIT y su cátedra fue sobre las ondas de gravedad, un descubrimiento muy impactante porque fue una ley matemática formulada en el papel en 1915 por Albert Einstein, el físico más importante del siglo XX, pero nunca fue observada. Solo en 2015, un siglo después, por fin vimos la evidencia de esa reacción en la que dos agujeros negros colapsan y se absorben el uno al otro. Así funciona la ciencia: teorías de hace 100 o 200 años, solo hoy tenemos los avances tecnológicos para decir si tenía o no la razón.

¿Entonces conoció a Weiss?

Sí, el día que anunciaron el Premio Nobel de Física 2017, él fue a MIT, dio un discurso y los del Departamento de Física asistimos a un almuerzo con él. Habló conmigo y me di cuenta de que empezó en el mismo cargo en el que estoy en MIT. Un día entró a un laboratorio y se puso a jugar con circuitos y así empezó a refinar formas de medir ondas gravitacionales.

¿Y cuál es su tema de investigación?

Otra reacción entre dos estrellas, que también se pueden absorber la una a la otra, porque gravitan y chocan hasta formar una reacción muy energética y fundirse en una sola y echan rayos gamma. Estudio entender estas señales, porque no sabemos qué la causó y no lo vemos en tiempo real, porque la luz de estos objetos demora millones de años en ser detectada por nuestros telescopios en la Tierra. Es un milagro que podamos observar estos fenómenos que pasaron hace millones de años.

¿Cómo hace esa investigación?

A los 17 años ingresé a la Universidad de Columbia, en Manhattan, Nueva York, y allí hice mis primeras investigaciones científicas. Tenemos telescopios de rayos gamma alrededor del mundo. Viajaba allá, tomaba los datos y nuestro grupo de investigación los procesa y los analiza en vivo. Nuestra meta es que nuestros modelos científicos puedan entender esos datos y ver si coinciden con la realidad para saber si estamos en el camino correcto. No es fácil, pero es el trabajo de un astrofísico.

¿Buscan descifrar el agujero negro?

Entender el agujero negro no es la meta final. Es poder entender la materia oscura, llamada así porque no interactúa con nuestro tipo de materia.

Nuestra meta es demostrar una teoría que dice que estas reacciones de muy alta energía de rayos gamma son producidas por dos partículas de materia oscura. Tenemos la probabilidad de que sea así y si lo probamos, sería un descubrimiento muy profundo porque podría explicar qué es esta materia oscura que compone entre el 24 y el 25 % del universo . Y materia como yo, las estrellas, los planetas, las galaxias, todo lo que podemos ver, forma solo el 4 % del universo. Pensamos que somos lo más grande de Dios, pero en realidad solo somos el 4 % del universo.

Algunos científicos tienden a explicar el origen del universo desde la ciencia, pero no desde Dios. ¿Cómo compagina su racionalidad y su creencia en un ser superior?

Dentro de mí nunca ha habido un conflicto con ello, jamás han chocado mis dos mundos ni han estado en oposición. Los científicos que piensan así como me plantea, son los que más hablan, los que dicen ‘yo quiero decir esto’, les falta la humildad o no sé qué y escuchas más de eso que lo otro.

Pero si hablas con cualquier astrofí- sico, son personas de mucha fe. Einstein creía en Dios, era de una fe profunda y sabía que teníamos que tenerlo para poder tener un universo, no hay otra forma. Mi fe colombiana siempre ha estado muy dentro de mi corazón, me criaron al lado de la Biblia, pero nunca lo acepté como una doctrina fija, esa no es la forma de encontrar la fe natural, eso uno lo tiene que descubrir por sí mismo, por su propio camino.

Yo descubrí a Dios a través de mi ciencia y no al contrario; fue a través de mi ciencia que pude ver que Dios es real, verdad, vida y que ha creado este universo. En el Dios que creas, debes saber que es una energía que nos conecta a todos en el universo, y vive y reina dentro y a través de nosotros.

¿Cómo es su labor en MIT?

Me interesó ser instructora técnica porque mi sueño es contribuir y dar las gracias por todo lo que la educación me dio a mí. Siempre escuché a mi familia diciendo ‘estudie mija que así uno sale adelante’. Cuando voy a Colombia me llena de dolor; no es útil sentirse culpable, pero si pudiera ayudar más en educación y mejorar el sistema educativo, puedo enseñar en Colombia y darles más oportunidades a la juventud allá. Quiero aprender todos los métodos más eficaces en Estados Unidos en la enseñanza de física y en dinámicas interactivas, para poder trasladar esas ideas a Colombia. Es mi sueño.

¿Entonces desea volver al país?

Quiero volver a Cali como una profesora, enseñar en la Universidad del Valle y desarrollar mi carrera allá. MIT es una universidad de mucho prestigio, me puedo quedar acá, pero no es la forma como pueda ser más eficiente y hacer un cambio. Esto no es por nombre ni distinción, no quiero tener honores, reconocimientos; me importa es conectarme con los colombianos, enseñar que si uno trabaja los sueños, son alcanzables: das el primer paso, te dedicas y de la mano de Dios se logra.

¿Cuál es su reto diario?

Trato de ser humilde y bien asentada, uno puede venir de MIT, pero solo soy una niña de Colombia, no soy más que eso, simplemente tuve una oportunidad y eso hizo una diferencia, pero en Zarzal hay muchos niños que tienen la misma probabilidad de estar acá, no hay nada especial en mí.

Además...

Gladys Beatriz Vélez trabaja tiempo completo en MIT, como instructora técnica de cursos de introducción de 1° y 2° año de física, y dicta cursos de mecánica clásica, electricidad y magnetismo. En tercer semestre, da la clase de ondas. También sobre el cambio atmósfera y salud del planeta.

En 2015 vino a Colombia, cuando se graduó en la Universidad de Columbia. Como practicante de tiro con arco, compitió en el equipo de Risaralda, con los mejores de Colombia, como Sara López y Camilo Cardona. Fue en Pereira, donde vive su hermana.

Cuando viene a Zarzal no perdona comer sancocho y cholado, rumbear, estar en la finca con su familia y “sentir ese calor humano ni esa humildad que se tiene Cali y Colombia y que no se halla en Estados Unidos; allá no son tan abiertos, puedes no tener mucho, pero lo poco que tengas, lo compartes y eso es algo bello, para mí”.

Prefiere hablar de su vida como científica, pero cuando no está mirando las estrellas, le gusta mucho la música. Integró la orquesta del colegio, donde interpretaba el clarinete, el piano y el chelo.

”La música para mí es muy importante; desde que pude tocar un instrumento, ha sido parte de mi ser. Me gustan el vallenato, la cumbia y la salsa, puedo bailar salsa la noche entera, es un punto de felicidad.
Tengo un familiar de Cali y aunque esté cansado, le pido: ‘baile conmigo, por favor’; ya se me corre porque lo mantengo bailando toda la noche”.

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