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'La Aldea' es uno de los proyectos transmedia que se creó durante el confinamiento de la pandemia del Covid-19 para que los niños por medio de fábulas comprendieran la crisis sanitaria de ese entonces. Estos vinieron acompañados de actividades de matemáticas, ciencias, escrituras, filosofía y de arte por medio de libros, programas de radio y contenidos digitales. | Foto: Foto enviada por Casas Comunicaciones / El País

El proyecto transmedia que le apuesta a la educación de niños y jóvenes de distintas comunidades del país

El politólogo Emmanuel Neisa, uno de los fundadores de la agencia transmedia pedagógica ‘Click+Clack’, explica los proyectos transmedia que han realizado para la educación de niños y jóvenes pertenecientes a distintas comunidades colombianas en temáticas como medio ambiente, conflicto armado, sexualidad y educación ciudadana.

18 de abril de 2023 Por: Fernando José Bejarano Zorrilla

Bajo la premisa de que la educación debe ser para todos, y de que en todos los ámbitos, los procesos educativos de los niños, niñas y adolescentes, pueden verse afectados por distintas problemáticas, indistintamente de su condición social, económica, raza, etnia o región, Click+Clack, un proyecto de narrativa de transmedia educativo ha desarrollado sus proyectos pedagógicos con estudiantes, tanto de prestigiosos colegios privados de Bogotá, como también (y especialmente) con niños y niñas migrantes en Colombia; con hijos de pescadores en Tumaco; con niños de etnias de la Guajira y con población infantil de sectores vulnerables de Bogotá, Cali y Medellín; beneficiando hasta el momento, a más de 350 mil niños, niñas y adolescentes en Colombia (principalmente), México y Venezuela.

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Desde hace más de 10 años, los hermanos Emmanuel y Lisa Neisa crearon la agencia pedagógica Click+Clack, en la que junto a un grupo de profesionales de distintas especialidades (pedagogos, docentes, escritores, diseñadores, filósofos, expertos en políticas públicas, etc.), crean e implementan estrategias pedagógicas en formatos que incluyen impresos, videos, multimedia y objetos para responder a los diferentes retos que permanentemente deben enfrentar padres, educadores y cuidadores, para garantizar el acceso y la calidad de la educación a niños, niñas y adolescentes.

En diálogo con El País, Emmanuel Neisa explica cuáles han sido los proyectos educativos que han trabajado con las distintas comunidades colombianas, los retos y problemáticas que enfrentan estas en el acceso a la educación y da algunas recomendaciones para quienes trabajan en el sector educativo colombiano.

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¿En qué consiste Click+Clack?

Click+Clack es un laboratorio de aprendizaje transmedia y básicamente lo que hemos hecho durante estos últimos 12 años es diseñar herramientas para poder aprender sobre temas diversos en cuanto al medio ambiente, conflicto armado, sexualidad y educación ciudadana. Hemos realizado libros, juegos y objetos un poco permitiendo a que tanto docentes como padres de familia puedan abrir conversaciones complejas con niños y jóvenes y hacer que el aprendizaje sea chévere, divertido y profundo.

Lo que nos encargamos es de mezclar ese mundo del entretenimiento, de la educación y de poder hacer soluciones que sean muy frescas para que los jóvenes se enganchen.

Yo creo que el tema sobre la atención de los jóvenes se centra cada vez más en las pantallas con TikTok, Instagram y Facebook y un poco lo que nosotros funcionamos es cómo hacer que ese sistema educativo sea mucho más agradable, flexible y pertinente a través de estas herramientas. Con eso llegamos a colegios, comunidades y abrimos estos proyectos sobre estos diferentes temas con Unicef, el Banco Mundial. Alrededor de estos 12 años hemos llegado aproximadamente a 500.000 estudiantes en más de 800 colegios en todo el país y hemos formado a más de 5.000 profesores con nuestras metodologías.

¿Cuáles han sido esas comunidades a las que ustedes han podido llegar?

En nuestro trabajo el sueño que estamos intentando cumplir es democratizar los proyectos de educación de alta calidad. Entonces llegamos tanto a colegios como el San Carlos, el francés, el Marymount, como esos colegios de estrato seis en Bogotá, pero también llegamos a comunidades en La Guajira, en Tumaco, en Vichada, en el Catatumbo y a más de 27 departamentos en todo el país. Trabajamos con poblaciones afros y poblaciones indígenas, por ejemplo, en Nariño estamos trabajando con la comunidad Awá, en el Chocó estamos trabajando con la comunidad Embera y en el Catatumbo estamos trabajando con la comunidad Motilon-Bari.

Básicamente, lo que hacemos es diseñar dispositivos que puedan llegar a estas diferentes comunidades, pero lo que nos interesa mucho es también hallar que no solo que es diferente entre cada una de ellas, sino encontrar lenguajes comunes y que muchas veces un niño de un contexto privilegiado en Bogotá pueda estudiar con los mismos materiales de un niño que sea hijo de un pescador en Tumaco. Eso es lo que nos ha interesado, esa búsqueda en qué somos iguales y qué tipo de cosas podemos compartir mucho más que seguir dividiendo a este país en el cual muchos niños que nacen en contextos distintos no tienen nada que los haga tocar, así niños de contextos tan diversos terminan estudiando con exactamente lo mismo.

Audiolibro Tiempos contagiosos - La Aldea

¿Cuáles han sido esos proyectos pedagógicos que han podido desarrollar tanto con los estudiantes de los colegios de Bogotá como con las comunidades indígenas o afros?

Cuando llegó la pandemia en marzo del 2020 y nos encerraron a todos el 16 de marzo del 2020, nosotros el 1 de abril ya habíamos tejido una estrategia que se llama ‘la aldea historias para estar en casa’ y ese programa básicamente era una serie de historias de unas fábulas protagonizadas por unos animales que son muy parecidos a nosotros los humanos y que de alguna manera se convierten en metáforas de lo que nos estaba sucediendo con el Covid. Tejimos una serie de historias sobre un virus que llega a esa aldea de animales y cómo reaccionan estos diferentes animales. Acompañamos esas historias de actividades de matemáticas, ciencias, escrituras, filosofía y de arte. Todo eso lo empaquetamos en unos libros, en unos programas de radio y en unos contenidos digitales.

En ese momento teníamos una población aproximadamente de 5.000 estudiantes que estábamos atendiendo y en cuestión de meses nos ‘cogieron la caña’ organizaciones como UNICEF, el Banco Mundial, Corpoeducación y varias fundaciones. Logramos llegar a más de 300.000 estudiantes durante la pandemia y realmente fue a través de esta estrategia con la que mandamos más de 300 mil libros a estudiantes de todos los contextos de todo el país, tejimos esos programas de radio y ahí fue que nos empezamos a dar cuenta como un material funcionaba de cierta manera en la Guajira, en Nariño, en las montañas y en la selva. Claramente, los procesos son muy distintos dependiendo de dónde salgan, porque cada comunidad responde con sus referentes.

Por ejemplo, con el proyecto de ‘La Aldea’ terminó convirtiéndose en unos procesos en la elaboración de unas comparsas del Carnaval en Barranquilla y en unos muñecos de los animales de ‘La Aldea’ tejidos por mujeres tejedoras de La Guajira.

¿Cuál de los proyectos considera que han tenido más impacto?

Creo que cada uno a su manera. En este momento estamos ejecutando un proyecto con una agencia de Naciones Unidas que busca atender regiones en donde hay emergencias de tipo climático, de tipo conflicto armado o de tipo migración y lo que busca hacer este proyecto es cómo hacer para que esos sistemas educativos de estos municipios que están en zonas muy apartadas en el Catatumbo, en la subregión del Triángulo de Telembi en Nariño, en los Baudó del Chocó, en Necoclí o en Vichada puedan ser resilientes ante la emergencia y cómo hacer que los docentes puedan seguir enseñando y los niños puedan seguir aprendiendo a pesar del paro armado, la inundación o la ola migratoria. Ahí hemos visto resultados chéveres donde hemos empoderado a docentes y ellos también han tenido nuevas metodologías porque han podido usar radio, han podido usar contenidos digitales, han podido entregarle material a los estudiantes en sus casas cuando no pueden llegar a los colegios.

De alguna manera, consolidando esos equipos de docentes que son resilientes ante las emergencias, que logran también planear en medio de contextos muy inciertos y poder entregarles herramientas muy flexibles que les han permitido navegar. Quiero resaltar eso y poder decir que el aprendizaje continúa a pesar de todas las dificultades que suceden en estos lugares.

¿Cuáles han sido esos retos que permanentemente deben de enfrentar tanto los padres, los educadores y cuidadores que hacen parte de los distintos proyectos de Click+Clack?

Considero que hay muchos temas, pero el primero es que el mundo avanza a una velocidad increíble porque el tema de los celulares, de las redes sociales o de las noticias omnipresentes, hacen que esa sensación de velocidad que todos tenemos o esa sensación de complejidad del mundo que nos rodea realmente nos sobrepase un poquito a todos y creo que los sistemas educativos de alguna manera son muy rígidos y muy poco adaptables y flexibles al cambio. Esa diferencia entre lo que está pasando en el mundo y lo que sucede en la escuela y en los lugares de aprendizaje, es algo donde es un peligro constante, porque qué tanto es la escuela en un mundo que avanza cada vez más rápido cuando hablamos de situaciones actuales como la guerra en Ucrania, el cambio climático y la inteligencia artificial ¿que de eso nos está ayudando el colegio a entender?

Ahí hay un gran asunto sobre las velocidades de ambos sistemas, que eso es justamente lo que nosotros desde Click+Clack intentamos como llenar ese espacio y poder estar generando contenidos constantemente que hablen de lo que está sucediendo en el mundo para que el estudiante cuando esté en el salón de clase o cuando esté hablando con sus padres pueda decir “esto me sirve para poder entender la noticia, esto me sirve para poder entender lo que a mí me está pasando” y no sean que estemos todavía recitando como una serie de cosas que entiendo que son importantes como las batallas de independencia y cuáles son los ríos principales del país y tal, pero de alguna manera es cómo hacemos para adaptar para que la educación le hable del mundo en el que están viviendo a los niños.

Ese es el reto principal y que significa salirnos nosotros de nuestros marcos, de la manera como hemos aprendido y de cómo hemos ido al colegio para poder tejer experiencias en donde estemos navegando la duda, la incertidumbre o el no saber que es un poco el mundo en el que entramos. Yo creo que nadie tiene ni idea que va a suceder en 10 años y todavía tenemos una educación en donde estamos esperando que el niño nos dé la respuesta correcta en la educación del verdadero o falso y pienso que esa educación de la incertidumbre, de la duda, del tejer soluciones juntos o del entender que no hay solución perfecta a los problemas que estamos enfrentando es el principal reto y la mayoría de los colegios aún están muy lejos de poder responder a esos retos.

¿Cuáles son esas problemáticas que generan que los niños, niñas y adolescentes puedan verse afectados en sus procesos educativos?

Creo que el tema socioemocional también ha sido un tema fundamental, que siempre ha estado ahí, pero de alguna manera la llegada de la pandemia lo reveló en toda su amplitud. Yo creo que es cada vez más el tema de la ansiedad, el tema de las emociones fuertes o de las angustias. Hay un tema que está pasando en las nuevas generaciones y es esa adicción a las redes sociales y al celular que les genera esa necesidad de que todo avance muy rápido o esa necesidad de aceptación del otro a través de las redes.

Asimismo, ellos saben que van a salir y tal vez lo del empleo va a estar complicado, las noticias sobre el planeta son difíciles y sobre todo pienso que hay un tema de ansiedad en el mundo en el que estamos viviendo y la educación no le puede dar la espalda a eso. Entonces es pensar cómo hacemos para que un profesor, aunque no sea un psicólogo, pueda tener esa conversación con sus estudiantes y entender que más allá de los contenidos o que el estudiante sepa o pase la materia y si no está bien, pues que va a poder aprender.

Si hay un reto para todos los estudiantes es el poder aprender a hablar con sus emociones, a poder navegarlas, a poder nombrarlas y a poder de alguna manera tejer un sistema para su manejo emocional que va a ser la base de poder trabajar bien, de poder hacer amigos, de poder vivir en sociedad y el colegio creo que no le puede dar la espalda a eso tampoco.

Finalmente, una recomendación para seguir implementando en Colombia iniciativas para la educación como la de Click+Clack

Quienes hacemos parte de Click+Clack somos filósofos, sociólogos, economistas, politólogos, artistas y escritores que básicamente lo que pensamos es que el mundo de la educación necesita un empuje de energía, mucha creatividad, mucha imaginación y que la única manera que vamos a tener de atrapar la atención de los niños es realmente combinando ese mundo del entretenimiento con la educación porque si no logramos captar la atención de los jóvenes y los dejamos que se los consuman las marcas, las plataformas, los medios o las redes sociales, pues tenemos la batalla perdida también para poder formar a los ciudadanos del futuro.

Asimismo, es una invitación a que la gente que hace política pública y que trabajan en colegios puedan experimentar cosas nuevas porque creo que es el momento para innovar, cambiar o poder dejar de hacer lo que venimos haciendo desde hace 30 años y de alguna manera darnos esa oportunidad de explorar, de embarrarla, de cometer errores, pero de verdad que la educación sea algo vivo y no como una serie de contenidos que tenemos que meterles a las malas hacia los niños en sus cabezas.

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