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El efecto Grecia tortura al mundo

El primer ministro griego, Yorgos Papandréu sigue en el ojo de la tormenta.

6 de noviembre de 2011 Por: Patricia Lee Corresponsal de El País

El primer ministro griego, Yorgos Papandréu sigue en el ojo de la tormenta.

La crisis de Grecia y del euro se han convertido en un problema mundial. Así lo reflejó la última cumbre del G20 en Cannes, Francia, que no logró emitir señales claras para apaciguar los temores de otra recesión en Europa.La posible salida del poder del primer ministro griego Yorgos Papandréu , puso a temblar nuevamente los mercados luego haber planteado un referendo que debió retirar. Aún así el Parlamento de su país le dio un forzoso voto de respaldo. Pero no es garantía de que la crisis pasará. Por el contrario, la división al interior de los partidos políticos en Grecia va en aumento.Papandréu abogó por el voto de confianza para poder iniciar las negociaciones para la formación de un gobierno de unidad nacional, y el mundo espera que este llamado se refleje en la aplicación de las medidas que se requieren para alejar el fantasma de la quiebra.La tragedia griegaParece increíble que, en la democrática Europa, la decisión de Papandréu de someter al voto popular de sus coterráneos el plan impuesto por las autoridades de la zona euro y la Unión Europea, haya desatado lo más temido: una posible caída del gobierno, el caos político y la probable salida del país helénico de la zona euro. Aunque Papandréu retrocedió, la bola ya se había echado a rodar y no había forma de pararla. El plan acordado el 26 de octubre por los dirigentes de la zona euro, en el cual se proponía a los bancos asumir una parte de la deuda griega, no vivió ni una semana de tranquilidad. Por más generoso que parezca, aún rebajando la deuda a la mitad, ésta representaría el 120% del PIB y sería insostenible. Todas las alternativas son malas: el plan de austeridad es el más violento impuesto a un país desarrollado, y amenaza con varios años de recesión. Pero la devaluación, el retorno al dracma (la anterior moneda griega) y la salida del euro, podrían espantar a la banca y llevar a la quiebra a las principales instituciones financieras.Fracaso del G20El viernes, al cierre de la reunión del G20 en la Costa Azul, el temor de una nueva recesión mundial se hizo más real, sin que los poderosos dirigentes allí reunidos pudieran enviar una señal clara para tranquilizar los ánimos. Habiéndose presentado como el “foro por excelencia de nuestra cooperación internacional”, la Cumbre no logró proponer ningún plan para un “crecimiento fuerte, estable y balanceado”. Los líderes de los países que representan el 85% de la producción mundial tuvieron que dedicar su reunión a la crisis europea y griega, con pocas respuestas para dar. Los dirigentes no se pusieron de acuerdo en respaldar el Fondo de Europeo de Estabilidad Financiera para ayudar a los países en problemas, ni en la ampliación de los recursos del FMI.“No hay países que quieran apoyar al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera”, se lamentó la canciller alemana Ángela Merkel. Tanto Barack Obama como la presidenta brasileña Dilma Rousseff declararon que no pondrán más plata, mientras los dirigentes chinos se mostraron evasivos al respecto.Y así lo confirmó el periódico Financial Times, al señalar que el G20 es “cada vez más irrelevante y lo que queda es una tumultuosa economía mundial al borde del desastre, o por lo menos, de una gran vulnerabilidad y de una prolongada depresión”.Italia, en la miraEl efecto griego ha dado paso a un temor mucho mayor: el peligro de una crisis en Italia, cuyo gobierno está en el filo de la navaja. El primer ministro Silvio Berlusconi, quien ha sufrido las críticas públicas de sus colegas europeos, fue obligado a aceptar el control del Fondo Monetario Internacional, FMI, para garantizar que implemente las medidas de recorte presupuestal y de flexibilización del mercado laboral. O su economía podría pasar por la misma tragedia griega.El problema es que el Fondo de Estabilización Financiera puesto en práctica por las autoridades europeas, dispone sólo de 440.000 millones de euros para rescatar a los gobiernos en problemas, pero la mitad de ese dinero se irá hacia Irlanda, Portugal y Grecia. Es por lo tanto insuficiente para rescatar a Italia, que debe cubrir intereses cada vez mayores: esta semana pagó 6,4%, acercándose a la peligrosa barrera del 7%, que indica cuándo un país está al borde de no poder financiarse, ni conseguir crédito.En el caso italiano, lo más preocupante es el caos político y la falta de credibilidad de Berlusconi, cuyo gobierno se acerca a su fin La semana pasada, un grupo de diputados de su partido, Pueblo de la Libertad (PDL), le pidió dar un paso al costado. Así las cosas, la suerte del euro se resolverá en el futuro menos en Atenas y cada vez más en Roma, pues, a pesar de lo doloroso que pueda ser, Europa podría sobrevivir sin Grecia, pero no sin su tercera economía: Italia.Lo peor es que el tabú se ha roto. La puerta de salida está abierta. En los pasillos de la reunión del G20 en Cannes por primera vez en lo que va de esta crisis, el presidente francés Nicolás Sarkozy y la canciller alemana Ángela Merkel amenazaron de manera abierta a Grecia con sacarla del euro si no aprueba su plan de austeridad para entregarle fondos. Se abrió así la posibilidad de que otros países le digan adiós al euro. “Estamos preparados”, dijo Merkel, diciendo que ya se están analizando distintos escenarios. “Nuestra principal preocupación es la estabilidad del euro”.Hasta ahora, nunca se había cuestionado la pertenencia de un país a la unión monetaria, por más endeudado que estuviera. Retirarse o ser expulsado era un tema tabú. Pero ya no lo es. Como escribe un diario alemán, “a partir de ahora, la orden del día no es aumentar el número de miembros y transferir más competencia a la Unión Europea. A partir de ahora, el desmantelamiento de las instituciones y de las obligaciones no se excluye. Los peligros son obvios”. Para el diario Berliner Zeitung, el rescate de la Eurozona ha fallado épicamente. Más allá de cómo termine el drama griego, la confianza en el euro ha sido dañada, porque el mensaje enviado por Merkel y Sarkozy, fue que la Eurozona no sólo no va a cubrir las deudas de sus miembros, sino que el euro no fue planeado para perdurar”.Más Europa, o menos EuropaPero el asunto va más allá, ya que existe un conflicto entre dos líneas opuestas: la de los partidarios de dejar ir a Grecia y hacer una unión monetaria reducida a los países centrales, idea que gana cada vez más adeptos en Alemania, y la de los partidarios de una mayor integración.Para estos últimos, la única solución es que el Banco Central Europeo, BCE, actúe decisivamente, como lo hizo la Reserva Federal de Estados Unidos en 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers, disparando un cañonazo de US$700.000 millones. En este caso, se trataría de que el BCE compre los bonos de los estados en problemas, hasta que el pánico ceda. Esto fue lo que el presidente Barack Obama propuso a la canciller Merkel en Cannes, pero los alemanes no aceptan.Caída del gobierno griego, posible colapso de Berlusconi en Italia, bancarrotas estatales, quiebras bancarias, pérdidas de las bolsas, descontento en las calles. Los peores pronósticos parecen estar haciéndose realidad en el Viejo Continente.

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