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Santiago Giraldo, el tenista rompe récords

Santiago Giraldo hace historia al llegar a la casilla 39 de la ATP, la mejor del país, y clasificar a los Olímpicos por primera vez en tenis masculino. Doble punto.

21 de julio de 2012 Por: Alda Mera- Reportera de El País

Santiago Giraldo hace historia al llegar a la casilla 39 de la ATP, la mejor del país, y clasificar a los Olímpicos por primera vez en tenis masculino. Doble punto.

Primer setSu vida tenística empezó en el vientre materno. Su padre, Eduardo Giraldo, es jugador, estudioso y dirigente del tenis. Su madre, Elsa Victoria Salazar, también practica el deporte blanco. Su hermano Daniel Eduardo era mejor raqueta que él. Y su hermana Carmiña fue pionera cuando el tenis femenino era una disciplina exótica en Colombia. Con tantos puntos a favor, ¿qué otro destino podía tener Santiago Giraldo?Don Eduardo recuerda que apenas ‘Santi’ gateaba, él le dijo a su esposa: “retire todos los adornos porque vamos a llenar esta casa de balones. Balones de voleibol, de basquetbol, de fútbol, bolas de ping pong, de béisbol y, obviamente, de tenis”. Y al final, el niño se quedó con la pequeña bolita amarillo neón.A los 4 años, el hoy número 39 de la clasificación de la ATP, ya arrastraba una raqueta por las canchas del Club Campestre de Pereira, una suerte de Tandil criollo. Su padre no quiso caer en el mismo error que en su momento cometió con Carmiña: le enseñaron a jugar para ganar un partido, pero no la fundamentación. Eso es como estudiar para ganar un examen, no para aprender para toda la vida. Entonces le entregó su benjamín de 4 años al mejor entrenador del Club, el maestro Peter Hernández, hoy de 80 años. Él fue el que “ensambló” el joven que a sus 24 años se consagró esta semana como el mejor en la historia del país. “Él le enseñó cómo se juega el tenis, no cómo se gana”, dice su padre en su casa de Pereira, donde atendió a El País.A los 7 años ‘Santi’ ya se relacionaba con todos los entrenadores y jugaba con tenistas de categorías mayores, estrategia tradicional del Campestre de Pereira. “Así el niño aprende a respetar a los mayores, pero a perderles el miedo deportivo”, opina el papá.El chico comenzó a brillar y a los 12 años ya representaba al país. Argentina y Perú fueron sus primeros destinos, pero con el esfuerzo económico de la familia. Como en sets corridos, primero su talento y formación fueron bien recibidos en el equipo de Colsánitas. Y luego se ganó el derecho a representar a América Latina en el torneo internacional ‘Le Pont de Générations 2003’, que premia a las promesas juveniles del mundo.En ese templo del tenis de París, donde se juega el Roland Garros, el segundo Grand Slam más importante, este pereirano se consagró campeón con tan sólo 15 años. Punto de quiebre que él supo capitalizar. Y marcó el camino de Santiago: comprendió que el tenis estaba hecho para él. Y que él estaba hecho para el tenis. Santiago es un ganador. Segundo set En la casa de Santiago Giraldo no hay trofeos. Y no porque no los tenga, sino porque no caben. Son muchos y están guardados. Y por una filosofía de vida de la familia Giraldo. “No perseguimos el triunfo, sino la formación en la disciplina, el esfuerzo, el carácter, y sobre todo, la visión para saber a dónde se quiere llegar”, dice su padre.Por eso, todo partido, así pierda, es un aprendizaje, y los resultados fluyen. “Cuando un jugador dice: ‘tengo que ganar este partido, está medio perdido’”, sentencia el padre, gomoso de las estadísticas y de la trayectoria de Santiago y de los grandes del tenis.Una vivencia lo comprueba: Cuando ya había sido acogido por Colsánitas, Santiago jugaba en Miami un partido en el cual era el favorito. Pero minutos antes se le acercó un mánager y le dijo: “Si ganas hoy, te hago un contrato de un millón de dólares”. Y perdió.Las ofertas le llovían. Tentadoras como las de la Academia Nick Bollitieri, de Estados Unidos, que a los 12 y a los 14 años quiso llevarlo becado a estudiar y a jugar. Tanto que su padre acordó que fuera 15 días a experimentar. Y Santiago regresó con una determinación: “Como academia deportiva es muy buena, pero no me gustó el ambiente; me quedo con Colsánitas”, dijo.Entonces sucedió algo insólito. Santiago reunía todas las condiciones para integrar el equipo del patrocinador, excepto uno: medía 1,55 mts., talla muy baja para este deporte. Aún así, el entrenador de entonces, Ricardo Sánchez, decidió jugársela con él. Y el padre del tenista dio parte de tranquilidad. “No se preocupe que los Giraldo crecemos ya mayorcitos”. Y su hijo no lo hizo quedar mal. ‘Santi’ creció 18 cms. entre los 15 y los 18 años. Hoy mide 1,88 mts., buena talla para estar entre los grandes.Otro punto que debió resolver ‘Santi’ y su familia era si estudiaba o jugaba. En el colegio no valió el argumento de ser deportista de alto rendimiento. No había otra opción: se retiró y continuó cuarto de bachillerato en La Fontan, de Medellín. Un modelo educativo por contenidos tan flexible, que Santiago se graduó en la sede de Bogotá en un noviembre, y en mayo siguiente todavía estaba presentando trabajos, recuerdan entre risas sus padres. Responsable como es, luego de tres meses de jugar la gira Cosat, presentaba exámenes y le iba mejor que a sus compañeros del curso presencial. En sus asuntos ‘Santi’ también es un ganador. Tercer set En octubre pasado, llegó a Pereira de jugar el Master 1000 de Shanghai. Llevaba más de 24 horas de vuelo. Al otro día se inauguraba el Torneo de Chiquitines del Club Campestre, creado por su padre. Y pese al cansancio, todo el día ‘Santi’ firmó autógrafos, posó para fotos con los 280 niños participantes de todo el país, compartió y hasta jugó con ellos.Así de sencillo es este joven que es tan organizado y disciplinado en su vida deportiva, personal, financiera, que raya en lo sicorrígido. Y que no mide el tiempo para sus viajes. Santiago siempre empaca a última hora y llega a las carreras a los aeropuertos en un taxi, sobre el filo del límite para abordar. Bota demasiada adrenalina en esos afanes.Aspectos que tiene por mejorar con la ayuda de la sicóloga Paula González. Y trabaja intensamente con su entrenador personal, el español Francisco ‘pato’ Clavet, un maestro en el saque y la volea, justo dos puntos que debe fortalecer el colombiano. Pero a su edad, la ventaja es para ‘Santi’: aún le queda un año de aprendizaje y en el 2013 estaría en el punto más alto de su formación.Esta temporada, de constante ascenso, se siente más seguro para escalar más posiciones. Así en los sorteos se encuentre en primeras rondas con los cuatro monstruos (Federer, Nadal, Djokovic y Murray) y el monstrico (Ferrer). En los Olímpicos seguro estarán (menos Nadal), pero él espera sacar lo mejor de su juego.Mientras tanto, este joven, hogareño en extremo, cerró su apartamento en Bogotá y prefirió radicarse en la nueva casa que construyeron sus padres justo al frente de su segundo hogar: el Club Campestre de Pereira. Entonces, en una semana de descanso, se va trotando hasta el club a jugar, o si se queda en casa, se mete a la piscina, o se tiende en la hamaca de su habitación, contemplando el paisaje y escuchando solo el murmullo del río Consota o el canto de los pájaros. O si se pone activo, baila de todo porque hasta tomó clases y eso sí, come en cantidades industriales. Su desgaste físico se lo exige. La fuerza que le imprime a cada golpe lo ha convertido no sólo en un rompe-récords del tenis, sino en un romperaquetas. Colsánitas le daba 8 para un año, pero su padre tenía que reponer varias de ellas. Cuidarse es una norma de vida. No excederse en jugar muchos torneos para no fatigar el cuerpo. Incluso, reclama que jamás le dejaron jugar un partido de fútbol. Pero gracias a ello, nunca ha tenido una lesión.Su único receso de dos meses en 2009, fue por tres cirugías forzadas: una de hernia y otra ocular para mejorar su visión al atardecer. Algo grave para un tenista si se le pierde la bola si juega en la hora gris. Y la tercera, la extracción de las incómodas cordales.De resto, Santiago es sólo optimismo y disciplina. Devoto de la Virgen de Guadalupe, la lleva siempre en la maleta y cuando llega al hotel de turno, es lo primero que desempaca. Devoción que comparte con su madre, quien admite que lo consiente, y le brinda consuelo en las derrotas, y lo exalta en los triunfos. “Lo más importante es que él es un joven con valores, que cree en Dios para que lo guíe en todo lo que hace”, dice ella. En su vida personal, ‘Santi’ también es un ganador.

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