Toros
Rincón dicta cátedra en festival taurino en Cañaveralejo
Así se vivió la cuarta jornada de la feria taurina de Cali.
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30 de dic de 2025, 04:04 a. m.
Actualizado el 30 de dic de 2025, 04:04 a. m.
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Antes que todo, noche de grandes emociones previas al Festival.
Primero, con la procesión de los toreros en homenaje a La Macarena, su protectora. Y luego, la calle de honor de toreros, subalternos y equipo de la plaza para ver pasar a un valiente, Ricardo Santana, junto a su esposa, ese hombre que le ganó la pelea a las consecuencias de una cogida espeluznante sufrida un año atrás en Manizales, que estuvo a punto de costarle la vida.
Aparte de una clamorosa vuelta al ruedo, con ovación de esas que tantas veces ha recibido vestido de luces.

Y luego, al toro. O a los novillos toros que trajo Juan Bernardo Caicedo para un acontecimiento: el regreso del maestro César Rincón a Cañaveralejo, para quien también hubo, cómo no, bienvenida en olor de multitudes.
Rincón volvió como si los años no pasaran y los toros no se fueran a ir (quién sabe). Hubo un recital en ese primero de la noche.
Primero, con verónicas esculpidas. Y luego, con una disertación de lo que es lidiar a un manso y enseñarle el camino. Al final, el de Juan Bernardo Caicedo desagradeció tantas sabias enseñanzas. Pero ya con lo hecho por el genio, bastaba y sobraba.
Sebastián Castella estuvo a punto de vivir lo de Rincón, solo que, en una segundo aire, el novillo de JB aceptó dar pelea en los medios. Ahí sí, el torero francés pudo exhibir sus dotes muleteriles. Espada trasera.

A Marco Pérez le cayó, como primero, un novillo mas hecho que los anteriores. El niño torero se encargó de administrar las dificultades de su enemigo y de potenciar sus virtudes. De allí resultó una faena de categoría que mereció llegar mas allá de la oreja concedida. El mal uso de la espada se interpuso a ese premio mayor.
Resumir lo que pasó con César Rincón en el cuarto del festejo se podría hacer en una palabra: infinito. Quizá se puede torear más bonito, pero, seguro, no se puede torear mejor que como él lo hizo. Además, con la verdad como insignia. Con muletazos sin ventajas, rematados con pases de pecho largos, como de Yumbo a Jamundí. La espada no hizo pronto efecto, sonaron dos avisos. Ovación y el mayor de los trofeos, la entrega total de los tendidos.
Sebastián Castella debió de echar mano de tantos años de ponerse ante los bravos para estar por encima del quinto, un toro con hechuras y cuajo. Lección de entrega y conocimiento para no dar paso atrás. Saludo desde el tercio.
Marco Pérez estuvo por encima del sexto, tan rápido de pies como falto de trascendencia. Hay que contar con él salmantino para los años que vienen.

Ficha de la corrida
- Seis novillos toros de Juan Bernardo Caicedo.
- El primero, manso y rajado. El segundo, ídem, aunque a más en la segundo parte de la faena. El tercero, de menos a más. El cuarto, con posibilidades. El quinto, a la defensiva. El sexto, con movilidad.
- César Rincón: oreja y ovación tras dos avisos.
- Sebastián Castella: dos orejas y saludo desde el tercio.
- Marco Pérez: Oreja y oreja.

Periodista
6024455000








