'Mi casa', el libro de María Carlota Ortiz que invita de descubrir la belleza de lo cotidiano

Octubre 09, 2022 - 05:05 a. m. 2022-10-09 Por:
 Julian Acosta Riveros, especial para Gaceta
Mi casa

María Carlota Ortiz acaba de publicar su libro ‘Mi casa’, ilustrado por Amalia Low, se trata de una fábula sobre el hogar y la profunda sencillez de sus espacios. Comentarios del editor.

Foto: Especial para Gaceta

Este texto podría comenzar con una cita de Novalis que aparece, como un gesto para el lector curioso, en la página legal de ‘Mi casa’: “Nostalgia es la necesidad de estar en casa, en todas partes”. Podría empezar con una reflexión sobre lo que es una casa. O el hogar.

Pero prefiero empezar con algo que le escuché alguna vez a un maestro —digo “maestro”, porque era yo apenas un aprendiz de este oficio que es la edición y soy un convencido de que es más un oficio que una profesión—: un editor es alguien que gestiona sueños. Y son pocas las veces que un editor tiene la fortuna de trabajar para un par; en mi caso, una mujer que tiene una visión agudísima sobre la enseñanza de la historia y de las ciencias sociales en general.

María Carlota Ortiz

El libro álbum que nació como un poema de su autora, María Carlota Ortiz.

Foto: Especial para Gaceta

Así fue como la conocí: una editora durísima y sagaz que no deja pasar un solo error. Gradualmente fui conociendo de su amor por los libros y el arte, nos hicimos amigos y un día me mostró algo que me sorprendió: un libro que ya tenía listo, una hermosa fábula sobre la casa, un poema acerca de lo que es una casa para el niño que la habita (y por ello mismo, para el niño que vive en cada uno de nosotros). Cada frase era (es) breve y contundente. Las ilustraciones llaman a ese yo profundo que conecta con la familia (aunque no haya personajes adultos). Pero me estoy adelantando.

Tras maravillarme con esa obra, le dije que algún día me gustaría editarla. Esto fue más o menos en 2013. Pasaron muchas cosas en nuestras vidas y parecía que el sueño de publicar la obra de mi gran amiga nunca se daría. Hasta que en 2019 llegué a Panamericana Editorial y logré (logramos) que ese sueño se hiciera posible.

El libro tiene en sí una belleza hipnótica y una ternura indiscutible que me distraían cada vez que intentaba abordarlo como editor. ¿Qué hice? Lo imprimí y lo desbaraté: como leí que hacía una gran editora cuyo nombre he olvidado, desordené las hojas en la sala de mi casa e intenté darle un orden (“el ritmo lo es todo”, le escuché a Fernando Araújo Vélez en alguna charla).

Luego de darle muchas vueltas, el libro quedó en su orden igual a como ella lo había enviado, si bien cambiamos un par de palabras y ajustamos una o dos ilustraciones. Allí estaba lo que la obra pedía ser: un libro suave y delicado, un homenaje a la sencillez en estos tiempos en que nos piden que todo sea problemático y complejo. Un respiro de tanta densidad y exigencia. Un respiro para volver a lo primario, a lo más amado: a la casa.

No puedo dejar de hablar de las ilustraciones. Como editor, debo confesar que fue emocionante contactar a Amalia Low, que ya es toda una institución en la ilustración colombiana. Primero, para hablar de las ilustraciones que ya tenía el libro; luego, para pedirle una tapa que nos sirviera. ¿Y qué propuso ella? Una casa, la casa de todos, la que dibujamos cuando somos unos niños: un triángulo y un cuadrado, una conjunción de figuras geométricas que representan refugio y amor, una construcción que nos acompaña a lo largo del libro junto con los gatos y el jardín que aparecen en la tapa.

Para concluir, es curioso que no aparezca ningún adulto a lo largo del libro. Quizás se deba a que cualquiera sobraría, pues el texto y la ilustración, de forma simbólica y mágica, como una madre o un padre, nos abrazan y nos rebosan de cariño y ternura.

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