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En su primera novela, la escritora argentina Montserrat Martorell narra una historia de pérdidas y obsesiones en donde la atmósfera se enrarece a medida que se avanza por sus páginas. | Foto: Foto: Especial para Gaceta

NOVELA

'La última ceniza' de Montserrat Martorell, una novela donde hay que desconfiar del narrador

En su primera novela, la escritora argentina Montserrat Martorell narra una historia de pérdidas y obsesiones en donde la atmósfera se enrarece a medida que se avanza por sus páginas.

28 de febrero de 2022 Por: &nbsp;Pablo Concha, especial para Gaceta<br>

La escritora Montserrat Martorell (Buenos Aires, 1988), publicó ‘La última ceniza’ originalmente en 2016 por la editorial Oximoron, es una novela que de alguna forma engaña al lector al narrarle una historia que en apariencia trata sobre el desamor, la pérdida y el abuso doméstico, pero que en realidad oculta otra historia debajo de estos temas; algo mucho más oscuro que en ocasiones asoma su rostro y contempla al lector a los ojos. Alfonsina y Conrado viven en el mismo edificio, pero no se conocen. Él, lastimado y obsesionado por el abandono de su esposa y ella, atrapada en una relación tóxica de la que al parecer no puede escapar, empiezan a cruzar sus caminos en medio de la desesperanza que los embarga. Ese encuentro no tendrá un resultado muy satisfactorio para ninguno de los dos. La obsesión, la soledad, el maltrato y una verdad familiar oculta marcarán el destino de estos personajes.

‘La última ceniza’, publicada en Colombia por Palabra Libre, utiliza una de las figuras más complicadas y menos usadas en la literatura: el narrador poco confiable. Un recurso poco empleado por lo difícil que resulta ejecutarlo de forma exitosa. “Empecé a escribir ‘La última ceniza’ cuando tenía 25 años y hacía un Máster en Escritura Creativa en la Universidad Complutense de Madrid y quería romper las estructuras tradicionales de una trama. Estoy convencida de que ese pacto entre el lector y el escritor deviene de muchas formas y el no completar todas las informaciones, el dejar espacios en blanco, el sugerir, el ocultar, contribuye a un caos que puede servir para la intriga, el suspenso, la tensión, palabras claves a la hora de escribir una historia. Recuerdo que una vez leí que David Herbert Lawrence, autor de ‘El amante de Lady Chatterley’, dijo que ‘el lector debía confiar en el cuento, pero no en el cuentista, pues el cuentista suele ser un terrorista que se finge diplomático’. Yo pienso que es así y que esa posibilidad, la del engaño, abre muchas otras puertas que terminan por robustecer la trama”, afirma la autora.

Cada capítulo de la novela cambia de narrador y de punto de vista, logrando que la narración se mantenga fresca e interesante. El hecho de que la novela esté narrada con esa diversidad de voces hace de la experiencia de lectura un viaje más atrayente. “Yo tenía una obsesión desde el comienzo: quería quebrar el tiempo, salirme de lo predecible, de lo automático, entregarme a lo real, a lo auténtico y eso, creo, tiene que ver con una idea muy arraigada de que en la vida existen verdades oficiales y otras que no lo son tanto, pero que van corriendo por debajo y que terminan por configurar todos los espacios. ¿De qué manera entonces accedo a una historia más completa? A través de la polifonía, a través de un tejido que reúne todo aquello que busco para contar un recuerdo. Me gusta que mis personajes vayan apareciendo, que se vayan mostrando, moldeando, fundiendo, que colaboren en el relato, que se escondan, que mueran y que sigan viviendo adentro de otros. Porque eso nos pasa. La literatura es como la vida y hay personas cuyas voces no dejamos nunca de escuchar”, señala Martorell.

‘La última ceniza’ es una novela que podría entrar en la categoría de thriller, sin que esto sea tan claro a medida que se avanza por sus páginas. Es un libro que tampoco ha sido comercializado así y la propia autora no lo concibió exactamente de esa manera. “Fue sucediendo, un poco como la vida. Finalmente me gustó esa intención: la de ir y volver, la de conectar el inicio con el final. Creo que cuando uno es más joven escribe con más inocencia… después de casi cuatro novelas la he perdido, pero en esos años había en mí una intensidad que, si bien no ha desaparecido, correspondía a un temblor que configuró la trama desde un lugar que todavía me sorprende”, dice Martorell. Y añade que “me gusta lo oscuro, lo que está roto, las cosas que no le contamos a nadie. Me gusta profundizar en las sombras, en las heridas, en los vínculos enfermos, en las obsesiones. Hay una grieta que me parece muy atractiva como origen narrativo. Después siempre hay que aferrarse a la luz. Somos, ‘embutidos de ángeles y bestias’, como dijo Nicanor Parra”.

Hay fragmentos de la novela en los cuales la realidad se desdibuja y en los que el lector se puede cuestionar qué es real y qué es inventado, como si el libro se transformara a medida que se lee; algo que sucede de manera sutil, con datos que se van dando de forma en apariencia desprevenida. La dosificación de la información entregada al lector es cuidadosa, de lo cual surge el interrogante sobre qué tanto tuvo que planear Martorell antes de empezar a escribir, ¿tuvo acaso que diseñar una estructura? “No, eso lo fui aprendiendo con el tiempo y lo he empezado a practicar con posterioridad a esta publicación. ‘La última ceniza’ fue un poco ese intento de caminar por la oscuridad, de tener los ojos cerrados, de querer contar una historia que conocía de lejos y de cerca, de imaginar, de inventar, de distorsionar, de dejarme llevar por las palabras, por el lenguaje, por la intriga, por la tensión. Por el silencio. Es importante escribir con el silencio. Mi relación con este libro fue muy intuitiva. No creo que pueda volver a escribir una historia así, con el corazón tan metido en la garganta. Con la madurez he ido perdiendo la ansiedad. Eso es bonito porque cada libro tiene un alma que no vamos a recuperar nunca”, comenta.

‘La última ceniza’ es un libro que se podría decir que ha “envejecido” bien. “Obtuvo reconocimiento (Premio Lector 2017), buenas críticas literarias, presentaciones a lo largo de Chile y también por fuera. Se reeditó cinco años después y sigue entregándome sorpresas. Cuando uno escribe un libro no sabe hacia dónde va. Eso es lo bonito de ese oleaje. Que tu construyes una historia, pero las personas son las que le dan sentido, las que tienen las respuestas, las que hacen que tu libro se convierta sucesivamente en otro”, dice Martorell.

Esta nueva edición de ‘La última ceniza es publicada y distribuida en Colombia por Palabra Libre, una “editorial libre al servicio de la literatura en español”, y se encuentra disponible en las principales librerías del país.

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