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La trilogía de novelas históricas 'El Bicentenario'. | Foto: El País

COLOMBIA

Bolívar fue un liberal que terminó como dictador, dice el escritor Mauricio Vargas

Tres novelas para comprender la fragilidad de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y José de San Martín. Una trilogía para conocer a los hombres que luego se hicieron leyenda.

5 de agosto de 2019 Por:  Yefferson Ospina  / Periodista de Gaceta

¿Quiénes fueron Simón Bolívar y el mariscal Antonio José de Sucre, más allá del retrato de uniformidad heroica que durante tantos años se ha enseñado en escuelas y colegios y perdura en la memoria colectiva?
¿Cómo fueron sus vidas más allá de la gesta, más allá de la epopeya? ¿Cuáles sus temores, sus deseos más íntimos, sus rencores diarios, sus frustraciones cotidianas?

Son algunas de las preguntas que responde la trilogía de novelas históricos escrita por el periodista y escritor Mauricio Vargas, llamada ‘El Bicentenario en tres grandes novelas’ y compuesta por ‘El mariscal que vivió de prisa’, ‘Ahí le dejo la gloria’ y ‘La noche que mataron a Bolívar’.

Se trata de una serie novelesca que empezó hace unos quince años con la fascinación que sobre el autor obró la épica vida y muerte infame del Mariscal Sucre, una fascinación que lo condujo por los entresijos no explorados por la historia de la vida del propio Sucre, así como de Bolívar y José de San Martín.

Fiel a los hechos históricos - producto de una intensa investigación - la serie, sin embargo, propone un ejercicio de ficcionalización en aquellos espacios no explorados por la historiografía pero también una feliz reconstrucción arqueológica del lenguaje: sin traicionar el castellano de la época, el tránsito por la sintaxis es suave, delicado, con un aire contemporáneo que hace parte de sus muchas virtudes.

Un propósito literario semejante no podría carecer de esas cualidades si no quisiera verse abocado al fracaso: tanto se ha dicho sobre los hombres que se han convertido en héroes de bronce, que intentar una nueva reconstrucción de sus vidas tendría que pasar justamente por iluminar los resquicios grises y por hacerlos, con las posibilidades del lenguaje, completamente discernibles para el huidizo lector contemporáneo.

Eso quedó completamente logrado en la trilogía escrita por Mauricio Vargas, consumado reportero, que ha sabido equilibrar las demandas de la historiografía, las exigencias de la literatura y las necesidades estéticas del lector. Una serie novelesca para comprender al hombre más allá de la figura, a la criatura frágil y contradictoria que con el tiempo engendró al héroe de bronce y a la figura mítica.

¿Cómo surge la idea de realizar esta trilogía novelada sobre a Independencia?
No surgió como una idea de hacer una trilogía exactamente. Yo creo que todo empezó cuando tenía 20 años y mi padre me regaló un libro de cartas del Mariscal Sucre que me llevaron a interesarme mucho por ese personaje y estudiar la vida del Mariscal. Hace unos 12 años, entonces, decidí escribir una novela sobre Sucre y en el camino, en la medida que estaba haciendo ese libro, tuve la idea de escribir sobre Bolívar y sobre su relación con San Martín.

¿Qué fue aquello que más lo fascinó de la figura de Sucre?
Las similitudes de su vida con el presente. Colombia ha tenido muchos mártires y el primero de ellos fue Sucre, un hombre destinado a la gloria, un hombre muy valioso que, sin embargo, fue asesinado por gente no tan valiosa. Y cuando hablo de las similitudes de su vida con el presente, me refiero incluso a las similitudes de las vidas de los próceres de la independencia con lo que sucede ahora en el país.  La gran discusión en 1828 en Colombia se daba alrededor del atentado para matar a Bolívar y del derecho a la insurrección que tenían quienes fraguaron ese atentado. Esa era una discusión en términos de si quienes eran responsables de ese atentado lo habían hecho cobijados por el derecho a la insurrección y, por tanto, podían tener una amnistía. Esa es una discusión de la que aún no hemos salido.

¿Cómo fue el proceso previo a los inicios de la Independencia?
Fueron una serie de pequeñas causas que se presentaron. Hay que recordar que no había Rey en España pues Napoleón ha usurpado el trono y la junta de Gobierno que se forma en abril de 1810 en Caracas se llamó la Junta Defensora de los Derechos de Fernando, que más adelante lo que reclama es que los criollos en América tengan una participación en el gobierno igual a la que tienen los españoles. Se convoca la Corte de Cádiz para una nueva Constitución y aparece el famoso Memorial de Agravios de la Nueva Granada, que fueron las quejas que los criollos llevaron hasta Cádiz. Y allí aparece la gran contradicción que hubo alrededor de la Independencia, pues en 1814 regresa el Rey a España y desconoce la Constitución de Cádiz, y ese es uno de los hechos que desencadena el proceso de Independencia. Es decir, muchos de los independentistas inicialmente lo que buscaban era defender el trono usurpado por Napoleón y acceder a los mismos beneficios de gobierno que tenían los españoles puros, pero cuando el Rey desconoce la Constitución de Cádiz deciden entonces rebelarse. Sin embargo, Bolívar era uno de los pocos que estaba convencido desde el principio de la necesidad de hacer la Independencia.

¿Cómo explicar la figura de Bolívar? ¿Era realmente un genio militar y político sin precedentes, o fue un “hijo de su tiempo”?
Hay que tener en cuenta muchos aspectos de su vida para entender lo que alcanzó como militar y político. Bolívar perdió a su padre y a su madre siendo niño, luego se casó muy joven y enviudó prontamente. De alguna manera se pudo dedicar a la guerra porque perdió a su esposa y no tuvo hijos. Por otro lado, su maestro fue Simón Rodríguez, quien se encargó de su educación. Rodríguez era un adelantado que vivió en Europa en donde estuvo con Bolívar. Y aquí entra la relación que el Libertador establece con la figura de Napoleón. Rodríguez no simpatizaba con Napoleón y no le permite a Bolívar ver la coronación del emperador. Fue en un desfile en Italia que Bolívar vio a Napoleón por primera vez y en donde se impresiona por la sencillez de su uniforme y de sus formas frente a toda la parafernalia que había a su alrededor. Bolívar fue un gran admirador de Napoleón y a la vez tuvo todas esas grandes ideas y esa vehemencia revolucionaria. Son contradicciones muy propias del ser humano. Mi padre decía que el coronel Aureliano Buendía que hizo la revolución en ‘Cien años de soledad’ habría sido el patriarca de ‘El otoño del patriarca’ si hubiera triunfado. Y fue algo parecido lo que le sucedió a Bolívar, quien de algún modo terminó comportándose como un dictador porque comprendió que para gobernar debía ser severo.

¿Cómo fue la relación entre Bolívar y Sucre?
Bolívar nunca tuvo un hijo al cual criar y Sucre se le convirtió como en el muchacho de sus ojos. Sucre, a su vez, se había alejado de su papá siendo muy pequeño y tenía la necesidad de una figura paternal, que encontró en Bolívar. Y era justamente una relación muy conmovedora con todos los elementos del amor padre - hijo, y también con todas las diferencias y que una relación de esas tiene. Se querían, Bolívar era el tutor, pero tenían grandes diferencias por las que discutieron muy fuertemente.

Hablemos del proceso de escritura de estas novelas. ¿Qué hay de ficción y qué de historiografía pura en ellas?
Al escribir yo me libero de la esclavitud de los hechos y encuentro siempre una ventana que se refresca con la ficción. Yo soy periodista y a partir de procedimientos investigativos he reconstruido las vidas de Bolívar y Sucre en estas novelas, pero siempre hay zonas oscuras en las que se puede ficcionar. Estas novelas tienen todo su sustrato histórico fruto de la investigación, pero también esa investigación me ha permitido ver espacios de esas vidas que no han sido investigados y contados. Por ejemplo, hay 7 meses en la vida de Sucre, cuando va a la Isla de Trinidad, de los que no se han dicho nada y en la novela hay una reconstrucción ficcional que ayuda a tender puentes con la historia. Santander tenía fama de haber tenido muchas novias cuando era joven y yo le invento una novia especial en la novela. Así que en las novelas sí hay ficción pero se respeta la historia. De hecho, algunos me han dicho que esperaban más ficción pero te repito, yo antes que novelista soy un reportero.

Las novelas tienen un lenguaje muy accesible, nada pesado, que es muy difícil de lograr cuando se trata de obras históricas. ¿Cómo fue el proceso de dar con el tono literario?
Así como investigo documentos históricos sobre los acontecimientos importantes, también investigo cosas como lo que comían, cuáles eran los menús más elegantes de la época, qué tipo de platos usaban, cómo se vestían, cuáles eran los métodos anticonceptivos de la época, etcétera. Y para darle a las novelas el sabor de esos momentos investigué sobre el lenguaje que se usaba e hice una especie de arqueología del lenguaje. Muchas palabras muy bonitas de la época son recuperadas en estas novelas pero sin llegar a convertirlas en obras indiscernibles. Uno de los procedimientos que tienen las novelas es que citan las cartas de los próceres, en fragmentos que van incrustados en la narración y que son fieles a los originales.

¿Qué opina de que la enseñanza de la historia en los colegios sea cada vez más pobre?
Yo creo que una de las peores cosas que tiene la enseñanza de la historia en el país es que nos dicen que Bolívar fue así y así, no le dan matices, no lo humanizan, no nos enseñan a reconocer todo el recorrido vital que hizo. Bolívar era uno en 1801 y otro en 1810, pero a nosotros nos pintan unos héroes estáticos y no dinámicos, nos los pintan sin contradicciones. Si no podemos ver a los personajes de carne y hueso, con sus transformaciones, entonces estamos viendo verdades a medias. Y en eso consiste también la tragedia de estos héroes, en el modo cómo van cambiando a medida que pasa el tiempo y que tienen lugar los acontecimientos que los forman. Bolívar fue un liberal radical que terminó portándose como un dictador.

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