Cómo hacer
Novena de Aguinaldos día 4: oraciones, goces para este 19 de diciembre
En el cuarto día de la Novena de Aguinaldos, se sumergen en oraciones que van más allá de las palabras, buscando una conexión más profunda con lo divino.
La Novena de Aguinaldos, una tradición arraigada en la cultura latinoamericana, sigue iluminando los hogares con su espiritualidad y alegría. El cuarto día de esta celebración, el 19 de diciembre, invita a sumergirse en oraciones significativas y a disfrutar de los goces espirituales que esta festividad nos ofrece.
Un encuentro con la espiritualidad
La Novena de Aguinaldos, una práctica que tiene sus raíces en la cultura colombiana, se celebra durante los nueve días previos a la Navidad. En cada jornada, las familias se reúnen para rezar, compartir y reflexionar sobre el verdadero significado de la temporada navideña.
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que le diste en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.
En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicando por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente.
- Se reza veces: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Consideración
Desde el seno de su Madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su eterna sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, lo amaba, se sometía a su voluntad; aceptaba con resignación toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades. ¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión? Por ahí entró el Divino Niño en su dolorosa y humillante carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre; a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura; a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados.
¿Deseamos hacer una verdadera oración? Empecemos por formarnos de ella una idea exacta, contemplando al Niño en el seno de su Madre. El Divino Niño ora y ora del modo más excelente. No habla, no medita, ni se deshace en tiernos afectos. Su mismo estado, que acepta con la intención de honrar a Dios, es su oración, y ese estado expresa altamente todo lo que Dios merece y de qué modo quiere ser adorado por nosotros.
Unámonos a las adoraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos a su profundo abatimiento, y sea este el primer efecto de nuestro sacrificio a Dios. Desaparezcamos a nuestros propios ojos y que Dios sea todo para nosotros.
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
- Se reza veces: Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oración a San José
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervoroso deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
- A continuación se reza un padre nuestro, un Avemaría y un Gloria al padre.
Gozos
- ¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Oh, Adonai potente que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto presenta al orbe tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, Bella flor del campo. Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Llave de David que abre al desterrándolas cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos. Oh Niño con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios. Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercanos! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto! Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
- ¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos! Ven a nuestras almas, ven, no tardes tanto.
Villancico recomendado: Campana sobre Campana
- Los pastores de belén
- vienen a adorar el niño.
- La virgen y san José
- los reciben con cariño.
- Tutaina, tuturumá,
- tutaina, tuturumaina.
- Tutaina tuturumá, turumá,
- tutaina tuturumaina.
- Tres reyes vienen también
- con incienso, mirra y oro,
- a ofrecer a Dios su bien,
- como el más grande tesoro.
- Tutaina, tuturumá,
- tutaina, tuturumaina.
- Tutaina tuturumá, turumá,
- tutaina tuturumaina.
- Vamos todos a cantar
- con amor y alegría,
- porque acaba de llegar
- de los cielos el Mesías.
- Tutaina, tuturumá,
- tutaina, tuturumaina.
- Tutaina tuturumá, turumá,
- tutaina tuturumaina.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.
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