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Opinión: El tarascazo

El Gobierno hace bien en no renunciar al ejercicio de ningún instrumento del derecho frente a esta decisión, que, por demás, va contravía del orden constitucional.

20 de noviembre de 2012 Por: Juan Lozano

El Gobierno hace bien en no renunciar al ejercicio de ningún instrumento del derecho frente a esta decisión, que, por demás, va contravía del orden constitucional.

Claro que nos duele. Porque no solo San Andrés y los cayos son y han sido siempre nuestros. También las aguas que se nos están yendo. Por años, décadas y siglos han sido nuestras. De nuestro pueblo, de nuestros pescadores, de todos los colombianos.A estas alturas reiniciar los reproches por haber aceptado la jurisdicción de la Corte Internacional solo agranda heridas y nada resuelve. Juan Manuel Santos, después de su reunión con la Comisión Asesora lo dijo con todas sus letras: La Corte cometió equivocaciones, errores y excesos.Podríamos darnos palmaditas en la espalda para decir que ganamos por el reconocimiento de soberanía. Porque le rechazaron algunas absurdas pretensiones a Nicaragua. Porque no perdimos los cayos. Y algunas otras cosas más podríamos decir para consolarnos entre los párrafos de ese fallo insólito. Pero lo cierto es que perdimos a pesar de haber actuado noblemente y con la convicción limpia de que se nos reconocerían los derechos derivados de nuestro buen proceder y con fundamento en la normatividad internacional en el Derecho del Mar y en los tratados vigentes.Pero no fue así. Nos han arrancado un pedazo de Patria. Nos han dado un tarascazo a nuestra soberanía.Por eso el Gobierno hace bien al afirmar que no renunciará al ejercicio de ningún instrumento del derecho frente a esta decisión, que, por demás, entra en franca contravía con nuestro orden constitucional.Y debemos estudiar a profundidad todos los instrumentos, desde los que están previstos en los estatutos y reglamentos de la Corte, como la demanda de revisión y la demanda de aclaración, hasta herramientas más audaces amparadas en principios universales frente a los errores judiciales y a los fallos contraevidentes, sin aceptar intimidaciones por las actitudes y expresiones del Gobierno nicaragüense.Con prontitud y firmeza se debe trazar el nuevo rumbo y se hace necesario el diálogo pacífico con Nicaragua; la revisión de todos los tratados en la zona; la contención de efectos adversos del fallo en el vecindario; la definición de políticas pesquera y comercial y procede, ¡como no! el ajuste estratégico para no perder terreno en materia de seguridad nacional y lucha contra el narcotráfico.Pero, por encima de todo es necesario encontrar fuerzas colectivas en medio de este revés jurídico para honrar el sobregiro de atención, interés y afecto con el pueblo noble y bueno de San Andrés y Providencia.Ellos, a pesar de las ausencias y a pesar de los silencios en el continente, antes y después de cualquier fallo, como en otras regiones olvidadas, han seguido enarbolando con abnegación y dignidad el pabellón de Colombia.* Senador y miembro de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores.

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