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Así quedó la casa que dividió el caudal del río, antes de que la empalizada llegara al casco urbano de Corinto. Ahora esa infraestructura quedó en un islote. | Foto: Jorge Orozco / El País

CAUCA

Así es el desolador panorama que dejó la tragedia en Corinto, Cauca

Avalancha del río La Paila afectó el 30 % de Corinto. Cuatro personas muertas y 18 desaparecidas, el trágico balance.

9 de noviembre de 2017 Por: Jamir Mina Quiñónez, enviado especial de El País

La alerta llegó a Corinto, Cauca, desde lo alto de la montaña hacia las 6:15 p.m. del pasado martes. Con el voz a voz también viajaba una feroz empalizada que dejó bajo el lodo a casi el  30 % del pueblo.

Muchos salieron de sus casas tan solo con lo que tenían puesto, otros se refugiaron entre los ladrillos para aguantar la embestida de la naturaleza, que esta vez se reveló a través del río La Paila.

Por ese afluente transitaron árboles completos, piedras de hasta 10 metros de alto y 6 metros de ancho, escombros y mucha maleza. Todo eso cubre hoy las calles y casas de los barrios El Pedregal, La Playa, así como las veredas La Cristalina, Carrisales, Miravalle, Danubio, El Silencio y La Capilla.

La furia del lodo causó la muerte a 4 personas, la desaparición de 18 corinteños, la afectación de al menos 8000 ciudadanos y el colapso de 22 casas, según el último reporte de la Alcaldía de Corinto.

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Una de las víctimas fatales es María Fernanda Usnas, quien se encontraba con su hijo recién nacido. Ambos fueron arrastrados por la corriente, pero las autoridades de socorro solo encontraron su cadáver, 8 kilómetros más abajo del lugar de su residencia.

El caudal del río no tuvo piedad. En la ribera todo está destruido, tan solo una casa resistió la empalizada y dividió el torrente de agua, que habitualmente se situaba a la izquierda (de Norte a Sur), pero ahora, luego de la creciente aparece a la derecha.

Ese cambio evitó mayores afectaciones tras la avalancha. El pueblo se ubica a la derecha (antes caudal del río) y como si fuera un milagro, todos los materiales pesados como rocas y árboles se desviaron por la izquierda. La casa -semidestruida- quedó en un improvisado islote, donde se marca claramente el derrotero del agua.

“Hubo un cambio total en el curso del río, eso ayudó a que no entrara de lleno en el pueblo. Esto es cosa del Todopoderoso”, relata Wilder Muñoz, uno de los residentes de la vivienda.

Cuenta que antes de la avalancha, la casa tenía un antejardín, era como una pequeña finca, donde había animales y hasta vehículos. La fuerza del agua se llevó todo eso y la vivienda quedó pendiendo de un pequeño terreno. A sus alrededores sobresale una especie de color café, ya no hay árboles y sus vecinos más cercanos son rocas de gran tamaño y mucha maleza.

“Mi hermano no alcanzó a salir y le tocó refugiarse en la casa; él me cuenta que se movía como si fuera un terremoto y el sonido era estremecedor”, dice Wilder.

Pese a eso, la casa no colapsó aunque un árbol atravesó la sala y tumbó la pared que daba al patio, el lodo alcanzó casi 1 metro con 50 de altura en la sala y se llevó los vehículos parqueados en el antejardín.

“En ese momento uno no sabe qué hacer, solo le queda rezar. Nunca pensamos que un río tan tranquilo como este causara tanta destrucción. Es que basta con recordar cómo arrasaba con todo ayer (este martes) y dan ganas de llorar”, agrega Wilder, quien no alcanza a comprender la forma en que una simple casa definió, en parte, el destino de todo un pueblo.

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Aunque el caudal no entró con toda la fuerza al casco urbano de Corinto, el panorama por las calles aledañas al río es desalentador.

Fácilmente en algunos sectores cualquier puede pisar y enterrar hasta la mitad de su cuerpo en el lodo. En el barrio La Playa, por ejemplo, quedaron destruidas canchas sintéticas, parqueaderos, estaciones de gasolina...

“Tenemos alrededor de 8000 personas damnificadas (de 13.000 que tiene Corinto). Los próximos días no vamos a tener agua potable y estamos solicitando que nos presten el servicio de carrotanque.

Tampoco tenemos el servicio de gas natural porque hay unas fugas en la montaña”, explica Eduar Fernando García, alcalde de Corinto.

Cuenta que los operativos están centrados en hallar a las personas desaparecidas. “En esta labor están trabajando 250 personas; 100 del Ejército, 100 de los cuerpos de socorro y 50 de otras organismos”.

Dice, también, que gracias a las alertas tempranas la tragedia no fue mayor, porque a juzgar por cómo quedaron sepultadas varias calles y un sinnúmero de casas, la cifra de muertos y desaparecidos pudo sobrepasar ocho veces las actuales.

La vereda que desapareció

En Carrisales, zona rural de Corinto, inició la empalizada. Allí hay una bocatoma que represó el agua, pero un fuerte aguacero alimentó la rebeldía de la naturaleza y el líquido vital se convirtió en un peligroso mensajero. “Tenemos unidades trabajando en Carrisales, pero lo que nos dicen es que esa vereda fue borrada por el lodo. Estamos esperando la confirmación para poder acceder a la zona”, sostiene el teniente Wilmar Ortega, coordinador del grupo de Búsqueda y Rescate del Cuerpo de Bomberos de Cali, que viajó hasta Corinto para adelantar labores de socorro.

Por ahora, la gente de Corinto no sale del asombro, el río volvió a estar tranquilo como siempre y la casa que habría dividió el caudal lucha por no sucumbir ante el agua.

Según el presidente Juan Manuel Santos la catástrofe no fue mayor gracias a que se activaron las alarmas tempranas. "Salvaron muchas vidas en Corinto", dijo.

Madre e hijo perdieron la vida

En medio de la emergencia María Fernanda Usnas apenas pudo levantarse para socorrer a su bebé recién nacido, pero lastimosamente no cumplió su objetivo y ambos fueron arrastrados por el alud de tierra.

María, de 28 años, estaba a las 6:30 p.m. (hora de la tragedia) en el caserío La Cabaña de la vereda Carrisales. En ese sitio reposaba su dieta de embarazo. 30 días antes había dado a luz a su segundo hijo.

La joven madre no logró ponerse a salvo y fracasó en el intento de socorrer a su bebé. Hacia las 10:00 a.m. de este miércoles su cadáver fue encontrado en la vereda Padilla, 8 kilómetros más abajo de donde se encontraba. María es una de las tres víctimas que deja la empalizada en Corinto.

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