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Con guantes, tapabocas y en ropa de civil, así salen los mariachis de Cali a recorrer los barrios de la ciudad, para dar serenatas que suban el ánimo de los caleños y a pedir plata o alimentos para sus familias, vecinos y conocidos. | Foto: Bernardo Peña / El País

CORONAVIRUS

Los músicos de Cali no se 'rajan' y se reinventan en medio de la cuarentena por el coronavirus

Los mariachis también han sufrido el cese de sus actividades con el aislamiento. Decididos a no dejarse vencer por el encierro, recorren Cali dando serenatas.

7 de mayo de 2020 Por: Susana Serrano A., reportera de El País

Las noches de conciertos han terminado. Bajo el régimen de la cuarentena, los mariachis han debido modificar sus horarios, convirtiéndose en músicos diurnos que recorren las calles de la ciudad sin una dirección fija o una ocasión especial por la cual cantar sus serenatas.

Llegando a una cuadra cualquiera, instalando sus parlantes y saludando al público que, asomado en los balcones, los aplaude y canta junto a ellos la mayoría, si no es que todas, las canciones, los mariachis parecen deambular en la ciudad sin un propósito claro; pero, detrás de sus melodías mexicanas, se oculta una labor social, que va más allá del simple gusto de brindar un momento de alegría a los caleños confinados en sus hogares.

Jhonny Cabezas, uno de los integrantes del grupo de mariachis que recorre los barrios del sur de Cali, comienza su jornada a las 9 de la mañana, algo completamente atípico a su rutinario estilo de vida pre Covid-19.

Tampoco se ha vuelto a poner su traje de mariachi y ni siquiera los músicos con los que está tocando ahora hacen parte del grupo con el que usualmente trabaja antes del aislamiento. Pero, a pesar que sean una fusión de tres mariachis distintos de la ciudad: El mariachi Aventurero, el mariachi Sol de Cali y el mariachi León, todos tienen las mismas ganas de salir adelante y superar la cuarentena.

“Comenzamos con estas salidas desde el jueves de la semana pasada, y la iniciativa nació para entrar en movimiento, no estar quietos en casa, y así buscar el apoyo de la comunidad, sin olvidar lo que somos, y en el proceso darle un rato agradable a la gente”, cuenta Jhonny.

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Con las serenatas que ofrecen logran lo necesario para la supervivencia de sus familias, pero también han podido ayudar a otras 25 personas más, entre ellas adultos mayores o integrantes de sus grupos de mariachis que no pueden salir, porque tienen bebés en casa.

Unos días son mejores que otros, como en cualquier profesión informal, pero procuran que diariamente cada uno de los músicos y de los conductores de los vehículos en los que se movilizan, puedan recibir siquiera unos $30.000 o $50.000. “De ahí para allá lo que caiga ya es bendición para otras familias”.

En cuanto al recibimiento que tienen por parte de los caleños, en su mayoría ha sido bueno. “Es que la gente aquí en Cali tiene muy buena recepción por la música mexicana y la popular”, explica Cabezas.

Usualmente el público les agradece su presentación y les dicen que sienten que su día arrancó bonito gracias a ellos. Pero no todo son rosas y aplausos, ya que han habido momentos en que algunos oyentes llaman a la policía.

“Precisamente el lunes en tres o cuatro oportunidades nos dijeron “o paran o llamamos a la Policía”, entonces nosotros pedimos disculpas, porque la idea no es incomodar y nos vamos. Pero ese es solo un caso entre 200”, narra Cabezas, quien, junto a su grupo de mariachis, ha tenido el infortunio de ser detenido en unas 12 oportunidades por la Policía. “Pero, luego de que le explicamos al oficial nuestro proyecto y las ayudas que brinda, nos dejan seguir”.

Dice que no es que los mariachis ignoren las prohibiciones del gobierno, lo que pasa es que no pueden quedarse quietos en casa. La plata no llega si no la buscan.

Cabezas tiene entendido que por medio de La Casa de la Cultura han entregado unos 50 bonos y, agradece las ayudas que les han dado, “pero nosotros somos 250 personas”.

Lo mismo le pasa a los músicos que salen a dar serenatas junto a Enderson, un venezolano dedicado al oficio de mariachi, que se quedó sin un ingreso fijo y seguro cuando empezó a regir la cuarentena.

Al igual que Cabezas, Enderson no sale en su traje de mariachi, ya que sabe que “los mariachis no tienen permitido trabajar”. Pero en la necesidad de recaudar dinero y de tener alimento para su familia, recorre los barrios junto a sus otros siete compañeros, todos con tapabocas y guantes, tratando de cumplir, lo máximo posible, las medidas de seguridad.

Con la plata y los alimentos que han conseguido en sus salidas, han podido ayudar a entre 15 y 20 familias que no tienen forma de conseguir alimento en estos tiempos de encierro.

El grupo de Enderson decidió llevar un registro fotográfico y escrito de las ayudas que brindaban, “pensando en que si algún día la Policía nos detiene, con eso les explicamos que esto es una labor social que estamos haciendo, para ayudarnos a nosotros y a otros”.

Por suerte el grupo de Enderson ha tenido buena acogida en los barrios que han recorrido en el norte de la ciudad, y ya tienen agendadas algunas citas para cantar serenatas el día de las madres. “Nos prometen que nos tendrán una recolecta de alimentos y de dinero, para que vayamos y les alegremos el día”, cuenta.

Mejor que antes

Tanto Jhonny Cabezas como Enderson, sienten que la acogida del público desde sus balcones ha sido mayor que cuando iban a dar las serenatas en las fiestas o los restaurantes donde los contrataban.

”Hemos sentido más el abrazo de la gente” dice Jhonny, además de que ahora la gente no los espera, porque nadie los contrató, y les dan una grata sorpresa.

Por otro lado, Enderson siente que ”ahora el mariachi lleva un sentimiento de alegría a las personas” en cada barrio.

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