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Camilo Andrés Ramírez, Luis Eduardo Salazar, David Bolaños, Juan Camilo Pérez y Keidy Yepes, son miembros de la Brigrada Forestal del Cuerpo de Bomberos de Cali. | Foto: Valeria Martínez

BOMBEROS

Los héroes de La Castilla: la historia de quienes lucharon contra el voraz incendio

En su trabajo han desarrollado el ‘superpoder’ de adaptarse a la emergencia. Ya descansan al lado del fuego. El agua a veces escasea y la fuerza para cargar la bomba de espalda y el batefuego, sobrevive en el propósito de ayudar a quienes pueden perderlo todo.

7 de febrero de 2019 Por: Valeria Martínez Lores / Reportera de El País

De pequeños muchos sueñan con ponerse ese traje amarillo que protege de los incendios y que te convierte en héroe. Sacar a las personas de los edificios en llamas y salir como cual película de Hollywood con personas rescatadas en los brazos. Ser bombero es mucho más que lo que se ve en la gran pantalla.

El pasado fin de semana, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Cali hizo presencia durante más de 48 horas en el corregimiento La Castilla, zona rural de Cali. Atendieron un incendio forestal que acabó con 140 hectáreas de vegetación y la fauna silvestre del lugar.

En la tarde del domingo, miles de caleños se percataron de la magnitud de la conflagración cuando una nube de ceniza cayó sobre los barrios y el humo cubrió la loma que rodea el oeste de la ciudad. Lo que no sabían es que cerca de cien bomberos apagaban, en ese momento, el fuego con ‘las manos’ y que esas máquinas extintoras que se ven en las películas, no llegaban por el difícil acceso.

En un cuarto de la Academia donde se forman para ser Bomberos, seis miembros de la Brigada Forestal cuentan sus experiencias en el oficio. Keidy, de 21 años relata: “una vez estaba trabajando y la radiación térmica (emisión de un objeto por las altas temperaturas) se metió completamente y tuve que salir corriendo, mis compañeros me miraron, pero eso fue horrible”.

Vea también: 'En video: así se liquidó el voraz incendio en La Castilla, zona rural de la Vía al Mar'.

En esa misma habitación donde guardan sus cosas los hombres y mujeres que apagan los incendios que azotan los cerros de la ciudad, también está Luis Eduardo Salazar, de 29 años, que cuenta uno de los momentos más difíciles atendiendo un incendio. “Hace ocho días, José, un compañero de nosotros se lesionó por altas radiaciones y tuvo quemaduras en los dos pies. Lo sacamos cargado en la espalda y nos lo turnamos con otro compañero, en tan solo media hora”.

Junto a Keidy y Luis Eduardo está David Bolaños quien, tras completar dos años en la brigada, manifiesta lo más difícil de su labor. “La desesperación de ver una persona y no saber qué hacer para que su casa no se le queme es lo más triste. Uno trata de apoyarlos”, dice.

Ellos arriesgan su vida. Sufren lesiones, caídas, golpes de calor, terreno inestable y aguantan temperaturas hasta de _. Tanto que durante las labores puede generar dolor de cabeza, deshidratación, desmayo, lesiones. Muchos riesgos.

Para ser un ‘héroe’ no solo se necesita físico, el trabajo también es psicológico. “Si el cuerpo se cansa, uno no puede dejar que la mente se canse también. Hay que estar preparado y pensar que estamos contribuyendo a acabar con una catástrofe y a salvar a los animalitos”, dice Keidy.

Por su parte, Camilo Andrés Ramírez cuenta lo que es llevar el traje y la resistencia. “Con la monja (una capucha que va debajo del casco), uno ‘mamado’ y con el humo, ya se empieza a cansar. Además, cuando llegamos a la zona del fuego uno se baja el visor del casco y es difícil de respirar. Nos vamos acostumbrando, pero es difícil”, dice.

En su trabajo han desarrollado el ‘superpoder’ de adaptarse a la emergencia. Luego de un tiempo de preparación ya descansan al lado del fuego sin ahogarse. El horario de comer no existe durante una emergencia. El agua a veces escasea y la ‘superfuerza’ para cargar la bomba de espalda y el batefuego, sobrevive en el propósito de ayudar a quienes pueden perderlo todo.

Al finalizar su trabajo, vuelven a ser humanos. Llegan a casa con sus hijos, parejas o padres quienes los reciben con cariño por esa labor cuya dificultad no entienden, pero que admiran.

Cuando no hay emergencias hacen reconocimiento de zonas, conocen las vías de difícil acceso en casos de emergencia, afilan las herramientas, lavan los móviles de transporte, descansan, juegan y comparten mientras esperan un nuevo llamado como cualquier héroe de película.

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