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La ladera de Cali se desmorona silenciosamente

La Secretaría de Vivienda Municipal revela que en las laderas de Cali hay cerca de trece mil ranchos que permanecen ‘colgados’ de las montañas que bordean la ciudad, sin contar las familias que se han establecido en catorce asentamientos de la Comuna 20 que todavía no han sido formalmente censadas. Esta cifra no incluye a quienes viven en Siloé.

18 de diciembre de 2010 Por: Por Jessica Villamil Muñoz I Reportera de El País

La Secretaría de Vivienda Municipal revela que en las laderas de Cali hay cerca de trece mil ranchos que permanecen ‘colgados’ de las montañas que bordean la ciudad, sin contar las familias que se han establecido en catorce asentamientos de la Comuna 20 que todavía no han sido formalmente censadas. Esta cifra no incluye a quienes viven en Siloé.

La casa de paredes de guadua y techo de zinc se sostiene de un alambre de púa atado a un muro de concreto. Dos de los cuatro cimientos se desmoronaron hace una semana y el afán de sus propietarios por mantener la vivienda en pie es una suerte de carrera a contra reloj, cada mañana Magnolia González se levanta con el anhelo de confirmar que el terreno no ha cedido más.Cuenta que en las noches de lluvias intensas las paredes crujen y se deslizan un poco. Su temor se acrecienta al pensar que si ésta se derrumba, arrastra consigo otras diez casas del barrio de invasión Las Palmas, en la Comuna 18 de Cali.La zozobra de Magnolia parece ir en contra vía de los informes de la Alcaldía. “Hasta ahora no se ha reportado un sólo deslizamiento en la ladera de la ciudad”, sostiene Carlos Rojas, director (e) del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente, Dagma. Pero otra cosa es tener que pasar 365 noches y días bajo un techo y paredes de plástico, que poco difieren de estar a la intemperie. María Eugenia Muñoz antes, cuando tenía para pagar un alquiler, vivía en una casa de verdad, pero ahora le toca conformarse con una carpa gigante, donde permanece con su familia conformada por sus dos hijas y su esposo.La ropa permanece guardada en bolsas plásticas, duermen en colchonetas y la comida que queda en las noches se echa a perder cuando llueve porque el agua traspasa el plástico. Hace un año está radicada en Los Tanques, otra zona de invasión.La mujer, quien llegó hace siete años de Nariño, no oculta que padece insomnio. La razón: la casa de sus vecinos está a punto de caerse y la suya no tiene una sola pared en concreto que pueda proteger a su familia de una avalancha. La Secretaría de Vivienda Municipal revela que en las laderas de Cali hay cerca de trece mil ranchos que permanecen ‘colgados’ de las montañas que bordean la ciudad, sin contar las familias que se han establecido en catorce asentamientos de la Comuna 20 que todavía no han sido formalmente censadas. Esta cifra no incluye a quienes viven en Siloé.El peligro es inminente, asegura Diego Fernando Iglesias, coordinador operativo de la Corporación de Gestión de Riesgos, Corporiesgos, quien explica que además de estar asentados en una zona que históricamente ha sido catalogada como de alto riesgo, las comunidades le añaden un componente destructivo a los terrenos. “Practican la minería ilegal y deforestan para poder construir”.El Plan Local de Emergencias y Contingencias de Cali, realizado por Corporiesgos, confirma que las comunas 1, 18 y 20 son las más vulnerables a los deslizamientos.Estos eventos se consolidan como la tercera causa de riesgo en la ciudad, después de las inundaciones y los incendios. Y también aporta la tercera parte de las muertes, aunque afortunadamente este año no haya habido ninguna calamidad.La casa en el aireMaría Gloria Guerrero es una mujer con una fe persistente. Después de tener que dejar una finca en el norte del Cauca con ganado, aves de corral y sus ‘corotos’ por órdenes de un grupo armado, le pidió a Dios que la guiara a un lote o una casa. “Y mire, un día me mostró este lote”.El espacio tiene cuatro metros de ancho por unos cinco de largo. Allí acomodó camas, sala comedor, cocina y una letrina, porque el milagro no se le dio completo: Carece de agua potable, energía legal y redes de alcantarillado.Está a punto de ser demandada porque la tierra que sostiene su casa ya empezó a ceder con el invierno. De la cocina solamente queda firme el piso donde está la estufa, el resto ya corrió barranco abajo. Las esterillas ahora lucen con una barriga que se está apropiando de la vivienda de al lado. Por el miedo de que esto ocasione un derrumbe que afecte su casa, la vecina la amenaza con la Policía. “Que me demande, qué puedo hacer yo”, responde María Gloria.El agua que cae del cielo no es el único enemigo en Las Palmas II. En medio de las casas levantadas en contra de la naturaleza corren caños de aguas putrefactas que empapan aún más los terrenos y debilitan las columnas que sostienen los ranchos. Las calles son pendientes achocolatadas que en vez de caminar se deben escalar.Diego Fernando Iglesias precisa que estas personas ya se acostumbraron a vivir en medio de la incertidumbre de un deslizamiento. Lo peor, asegura, es que las dificultades económicas suman riesgos para la población.Riesgos que, según el presidente de la República Juan Manuel Santos, el país no debe correr. El pasado viernes ordenó la evacuación forzosa de quienes están asentados en zonas de peligro.“En las próximas 48 horas (sábado-domingo), si por algún motivo los alcaldes no han podido desalojar, el Gobierno podrá intervenir”, manifestó el Mandatario.Pero Carlos Rojas, director (e) del Dagma, insiste que en la Ladera no hay amenazas nuevas y tampoco hay afectaciones directas por el invierno.El alcalde Jorge Iván Ospina agrega que seguirá la directriz Presidencial para recuperar el jarillón del río Cauca, pero confiesa que “la circunstancia nos desborda y no tendríamos dónde ubicar a todos los residentes de zonas de riesgo en Cali”.María Gloria permanece aferrada a una imagen de la Virgen del Carmen. Una vez Dios le mostró el terreno para vivir y espera que en esta oportunidad le proteja el rancho que logró levantar.

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