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El recuerdo de José Pardo Llada, cinco años después de su muerte

El pasado 7 de agosto se cumplieron cinco años de la muerte del periodista José Pardo Llada.

11 de agosto de 2014 Por: Arcesio Jordán Mazuera, especial para El País

El pasado 7 de agosto se cumplieron cinco años de la muerte del periodista José Pardo Llada.

Hoy se cierra el primer lustro de ausencia de José Pardo Llada. Dejó la vida cuando recién cumplía 86 años. A sus 38 había llegado a Cali en diciembre de 1961. Pero en esas casi cuatro décadas traía su larga, exitosa y controversial historia de comunicador y político. Tenía 21 cuando su carrera de estudiante de derecho se truncó, porque el azar lo puso como el personaje más visible durante los tres días que transmitió, desde una pequeña emisora de radio, toda la tragedia y devastación que dejo un huracán en 1944. Ese hecho determinó su futuro de comunicador. Fue un crítico inclemente de la corrupción política de los gobiernos republicanos de Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás y el repetido y largo período dictatorial de Batista. Su maestro en la denuncia fue Eduardo Chibás, c·uya autoinmolación fue un llamado a la conciencia política del pueblo cubano. En 1950 llegó al Congreso por el partido ortodoxo con la mayor votación histórica. Cuando José era la voz más escuchada en Cuba, conoció a Fidel Castro que era entonces un joven y valeroso abogado que había tenido conflicto de liderazgo con la federación de estudiantes, que luchaba contra la injusticia social y prestaba su colaboración gratuita a los que la requerían. José conocía los sueños del futuro Comandante, pero no los alcances del fracasado asalto al Cuartel Moncada. Durante los cinco años que transcurrieron entre este fracaso y el triunfo de la revolución, José seguía con su oposición a la dictadura, que le clausuró el programa más de 40 veces y lo llevó detenido en 27 oportunidades. En el último semestre de 1958 subió a la Sierra Maestra y fue acogido por Fidel. Al triunfar la revolución se convirtió en su vocero en radio y TV. Por más de dos años en su programa La Hora y siguiendo el pensamiento de Martí, contrario a la política del imperio norteamericano, protestaba por el actuar de ese país, por la explosión del Main, por el desconocimiento de los derechos de los revolucionarios cubanos en la firma del fin de la guerra de independencia, por el abuso de la Enmienda Platt, por la compra del territorio de la base de Guantánamo, por los atropellos comerciales que favorecieron a los gobiernos corruptos y por la oposición casi visceral al gobierno legítimo de la revolución. En más de una ocasión le dijo a Fidel “sacude la mata” refiriéndose a los oportunistas e infiltrados. Esta posición ocasionó no sólo la crítica y enemistad de los grupos de exilados en Miami, sino de la oposición interna, que atentó contra su vida varias veces. Después de su viaje con el Che a los países socialistas, vio que ese no era el camino y se exilió. Sin proponérselo, siendo un demócrata burgués, terminó ayudando a consolidar el gobierno socialista. A su salida en 1961, se encontró en una situación de aislamiento y rechazo. México y España le negaron el asilo y cuando Cali apareció como una oportunidad, la aceptó. Llegó a esta ciudad desconocida a escribir en un periódico de provincia, limitado por su condición de extranjero y asilado político. Pero no tardó en ser reconocido por estilo de frases cortas con temas diferentes. Inició en la radio su Mirador en el Aire, que puso a escuchar a toda la ciudad la Guantamera, a la 1:00 p.m., y mantuvo el primer lugar de sintonía por más de 45 años.Su obra socialCon su capacidad periodística hizo convocatorias siempre respaldadas. La pasión política la trasladó al fútbol y el Cali fue su equipo amado. El baseball y el boxeo los reemplazó por los toros. Desarrolló múltiples campañas cívicas, como la ayuda al Cotolengo, la construcción de una escuela con el nombre de su padre y logró que Mark Spytz, el mayor ganador de medallas olímpicas, inaugurara la pequeña piscina. Llevó 100 niños de escasos recursos a Disney Word, regaló sillas de ruedas, hizo un fondo económico para las urgencias del hospital San Juan de Dios y puso al obispo a manejarlo. Realizó El Festival del Mecato, el Concurso del Sancocho de Gallina y creó el Primer Campeonato de Salsa.Alfonso López le da la ciudadanía y regresó a la denuncia y a la actividad política, creando El Movimiento Cívico, que animaba a combatir la corrupción y hacer un buen gobierno. Con la venta del carné se evitó las donaciones intencionadas en cobrar réditos en el futuro, recorrió los barrios de Cali y en cada manzana se creó una casa del M.C. Se llenaron el Coliseo del Pueblo, los tendidos de la Plaza de Toros y la Colina de San Antonio se pobló de una muchedumbre esperanzada en un cambio. Al principio los partidos solo sonreían ante las propuestas del M. C., pero pronto la risa cambió por un rictus de preocupación y al lograr 7 escaños en el Concejo, todos los partidos políticos hicieron frente común contra el civismo, defendiendo la corrupción que combatía el M.C. José y el Movimiento desarrollaron con éxito la propuesta cívica. Fueron dos periodos de participación en el Concejo de Cali, la Asamblea, la Cámara y el Senado. José asistió a la cámara y escribió ‘Pido la palabra’. Allí muestra las oportunidades de corrupción que existen en el Legislativo y su renuncia a toda prebenda. Fue nombrado alcalde cívico del río Cali, director de la feria de la caña, embajador en Noruega y en República Dominicana. No logró ser elegido alcalde pero como él decía, era más amigo de estar colaborando con el poder que ejercerlo él mismo. En los 48 años que vivió en la ciudad reconoció que la decisión de venir fue la más acertada, porque él y la ciudad, se adoptaron mutuamente.

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