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Dos niños observan un vidrio destruido de un bus del MÍO. Algunos usuarios no solo se han sentido inseguros por esta situación, sino que también perciben que la frecuencia de las rutas se ve muy afectada. | Foto: Foto: Jorge Orozco / El País

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El MÍO, del amor al odio: ya van 200 ataques contra los buses este año

Denuncian que conductores han renunciado por sentirse inseguros, a raíz de estos hechos. Metrocali adelanta acciones de civismo.

Con casos como el de José Ocoró Piedrahita, hombre que atacó un bus del MÍO y le rompió su parabrisas el pasado 19 de marzo, cada vez son más frecuentes los episodios de intolerancia hacia el Sistema Masivo por parte de otros usuarios de la vía, sumado a algunos que se han acostumbrado a ocupar el carril exclusivo del MÍO.

Estas situaciones han escalado a tal punto que la Alcaldía ha ofrecido recompensas de tres y cinco millones de pesos por información que dé con la captura de los responsables, como ocurrió con el motociclista detenido a finales de febrero por romper la ventana de un bus en el centro de Cali.

Según Metrocali, entre agosto y septiembre de 2021 se presentaron más de 180 agresiones contra los buses del MÍO, con objetos contundentes, pero la cifra ha sido mayor en lo corrido del año, pues se han registrado 290 episodios de este tipo.

El gerente de la entidad, Óscar Ortiz, aseguró: “Frente a los hechos que se han venido presentando, lo primero es que hay que rechazarlos, porque son actos que no deberían suceder; lo segundo es hacer un llamado a la tolerancia por parte de las personas; y lo tercero es que tenemos que recuperar ese civismo y la cultura ciudadana que se han venido perdiendo. Estas acciones no solo ponen en riesgo la vida del agresor, sino también la de los usuarios y los colaboradores que prestan el servicio”.

¿Estos actos han afectado la circulación de los buses?

Gonzalo Cucalón, subgerente del operador GIT Masivo, explicó que “no es que con los actos vandálicos se saquen de circulación los buses por dos o tres meses. Solo nos saca de operación en el momento, pues los buses llegan a los patios, en estos se arreglan y, dependiendo del daño al otro día estarían disponibles para operar nuevamente”.

Lo que sí se ha visto afectada es la disponibilidad de operadores. “Hemos tenido muchos conductores de todos los operadores que se han ido, por la inseguridad que viven, y tenemos a día de hoy muchas vacantes. Los operadores se quejan mucho por este aspecto, sienten miedo por las diferentes cosas que están pasando en la ciudad, pues no es solamente que los usuarios tiren una piedra, sino que ya las personas no tienen respeto por el bus, por el MÍO ni por los operadores mismos”, recalcó Cucalón.

En la otra orilla de esta situación se encuentran los usuarios con sus diferentes quejas y denuncias hacia el servicio de transporte que se presta en la ciudad. El vocero de MÍO Usuarios, Mauricio Venté, manifestó que “a la mayoría de los caleños nos ha ido realmente mal con este servicio de transporte masivo. Eso ha hecho que se cree una especie de odio hacia el sistema por los diferentes inconvenientes que les haya podido generar a los pasajeros”.

Sin embargo, Venté expresó que los actos vandálicos no pueden ser apoyados bajo ninguna circunstancia, dado que en efecto vulneran la frecuencia de las rutas. “La ciudadanía pone de manifiesto algunas falencias que no se han querido resolver y que la Alcaldía no ha querido escuchar tampoco. Un solo ejemplo de ello es el tema de las vías: al día de hoy las personas todavía sienten molestias porque las privatizaron para privilegiar a unos buses que no pasan”, enfatizó Venté.

En apoyo con la Secretaría de Paz y Cultura Cívica y la Policía, Metrocali ha venido realizando jornadas de reflexión y convivencia para evitar este tipo de actos contra la infraestructura.

Para tratar de explicar los motivos que llevan a los individuos a la comisión de estos actos, está la profesional en sociología Andrea Buenaventura. “Estas conductas pueden ser entendidas en el sentido de que nuestra cultura cívica se está deteriorando notablemente. Si en una ciudad ya no hay una cultura del respeto sino, por el contrario, de la agresión, entonces estos casos se empiezan a incrementar”, expresó Buenaventura.

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