El debate que volvió con las bombas: ¿debe trasladarse la Base Aérea de Cali?

Tres días después del atentado contra la Base Aérea Marco Fidel Suárez, ubicada en el nororiente de la ciudad, Cali sigue sumida en el miedo. Muchos caleños han optado por modificar sus rutas habituales para evitar transitar cerca de la instalación militar. Lo mismo ocurre en el sur, donde se encuentra el Batallón Pichincha, en un contexto en el que ha quedado en evidencia que la “Paz Total” promovida por el Gobierno fue, para muchos, apenas un eslogan político.

El ataque, que dejó seis civiles muertos, 70 heridos y millonarias pérdidas materiales en viviendas y comercios, reabrió un viejo debate: ¿debe la Base Aérea ser trasladada a las afueras de Cali?

La propuesta busca, por un lado, reducir el riesgo para la población civil en un país con conflictos armados activos, y por otro, permitir el desarrollo urbanístico de una zona donde actualmente no se pueden construir edificios de más de tres pisos debido a la cercanía con la Base.

Fabio Cardozo, exconcejal y analista en temas de seguridad, calificó el atentado como un crimen de lesa humanidad:

— Que hayan intentado atacar la Base Aérea con un camión cargado de cilindros bomba es una locura. La Base está rodeada de zonas verdes y pistas, así que, si el objetivo era afectar su infraestructura, la maniobra debió ser otra. Lo que hicieron fue atentar contra la población civil en un acto de brutalidad y cobardía. Fue un atentado contra el pueblo de Cali: transeúntes, motociclistas, conductores, comerciantes y vecinos que no tienen nada que ver con el conflicto. Cuando escucho sus historias, se me arruga el corazón y dan ganas de llorar.

Cardozo ha propuesto, tanto como concejal como candidato a la Alcaldía, convertir el terreno de la Base en una especie de “Central Park” para el oriente de Cali, una zona que enfrenta un grave déficit de espacio público y áreas verdes.

— El crecimiento urbanístico de Cali ha estado condicionado por fenómenos externos, lo que nos ha obligado a tomar decisiones apresuradas. Desde hace décadas, la Base Aérea ha impedido el desarrollo vertical de las comunas aledañas. Por eso esa zona se quedó vieja en términos de desarrollo urbano. Mi propuesta siempre ha sido trasladarla, crear un gran parque y mantener allí únicamente la Escuela de Aviación. Es hora de que la Alcaldía, el Concejo, los arquitectos y los urbanistas den este debate y tomen decisiones — afirma.

Miguel Yusty, asesor de seguridad de la Gobernación del Valle del Cauca, advierte que si el segundo camión bomba, que no alcanzó a estallar, lo hubiera hecho frente a la Base, Cali habría vivido una tragedia similar a la del 7 de agosto de 1956, cuando camiones del Ejército cargados con dinamita explotaron en el centro de la ciudad, dejando miles de muertos.

En su opinión, el traslado de la Base Aérea es una necesidad tanto en términos de seguridad como de planeación urbana.

— Cali ha tenido un desarrollo urbanístico muy lento en comparación con Bogotá, Medellín y Barranquilla. No hicimos el metro, que es la gran obra modernizadora, y además hemos aplazado decisiones clave, como esta. La Base también representa un riesgo por las constantes operaciones aéreas — señala Yusty.

El siniestro más reciente ocurrió en octubre de 2023, cuando una avioneta de entrenamiento cayó sobre una zona verde en el barrio Jorge Isaacs. En el accidente falleció el capitán Hanner David Sánchez Mora, instructor de la Escuela de Oficiales.

Desde el sector académico, la posición también es clara: la Base debe reubicarse.

Laura Lerma, presidenta de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, recuerda que cuando fue construida, en 1933, Cali era una ciudad mucho más pequeña. Hoy, barrios como La Base y Villa Colombia colindan directamente con hangares y pistas, mientras que a solo una calle se encuentra el Parque de la Caña, frecuentado por cientos de niños.

— Lo ideal sería que la Base no enfrentara amenazas terroristas. Pero el contexto de Colombia está lejos de ser ideal, y por eso insistimos en que debe trasladarse — comenta.

Desde el punto de vista urbanístico, la arquitecta añade que la presencia de la Base impide el crecimiento vertical en una zona clave de la ciudad:

— Las ciudades deben crecer en altura y densidad en sus centros, donde todos los servicios están a la mano. Varias constructoras han querido desarrollar proyectos con mayor altura, pero la Base lo impide por el cono de proximidad. Ya es hora de que esa zona de Cali se renueve — concluye.

Tal es la influencia de la Base que incluso el proyecto Ciudad Paraíso tuvo que retrasar obras por una Acción Popular interpuesta por la Fuerza Aérea, que recordó que en la zona no se pueden construir edificios de más de tres pisos.

Surge entonces otra pregunta: ¿dónde trasladar la Base? La opción de moverla hacia el sur, hacia Jamundí, es cada vez menos viable por la expansión urbana.

La alternativa más fuerte es la vía hacia Palmira. Sin embargo, el arquitecto Benjamín Barney propone una solución que resultaría más económica y práctica:

— La Base debería convertirse en un parque metropolitano, conservando la Escuela de Aviación. Los aviones y helicópteros de combate pueden trasladarse al aeropuerto, como ocurre en otras ciudades del país como Bogotá y Medellín. No se necesita un nuevo lote, sino aprovechar la infraestructura existente.

El País consultó a la Secretaría de Planeación sobre si se ha discutido el traslado de la Base, ya que fue una de las promesas de campaña del alcalde Alejandro Eder. La entidad respondió que, por el momento, no se pronunciará, ya que “la vocería sobre el atentado recae en el Alcalde”.

También se solicitó la posición de la Base Aérea, desde donde respondieron que no hablarán del tema, pues su prioridad actual es la seguridad nacional tras el atentado.

Sin embargo, en otras ocasiones, voceros de la institución han rechazado el traslado argumentando que su ubicación es estratégica para una respuesta rápida en el Pacífico y el suroccidente del país.

Además, el traslado implicaría altos costos y no garantizaría eliminar las amenazas terroristas, “solo las desplazaría de lugar”.

El atentado del pasado jueves, entonces, no solo dejó víctimas mortales, destrucción, y una ciudad que sigue la vida entre el miedo y la tristeza. También puso de nuevo sobre la mesa un debate aplazado por décadas. Si Cali quiere crecer y convertirse en una ciudad moderna, ¿puede seguir conviviendo con una base militar en el corazón de su zona urbana?