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Luis tiene su local en el barrio Nueva Floresta.
Luis tiene su local en el barrio Nueva Floresta. | Foto: Cortesía.

Cali Incluyente

“Cuando llegué a Cali sentí que era bienvenido”

Así lo afirmó Luis Alejandro Montilla, barbero de profesión que llegó a la capital del Valle para hacer emprender y dinamizar la economía.

14 de noviembre de 2023 Por: Redacción El País

Uno de los fenómenos migratorios que mas impacto han tenido en el mundo y propiamente en América durante la segunda década del siglo XXI ha sido el ‘éxodo’ de millones de venezolanos debido a la crisis económica que vive en ese país.

Luis Alejandro Montilla, un barbero venezolano de 34 años de edad fue una de esas personas que debido a la situación que vive el vecino país desde el 2010 vio en Colombia la posibilidad de tener una mejor calidad de vida, con solo un maletín que contenía su ropa, un teléfono celular, un perfume y su pasaporte, decidió coger rumbo hacia la frontera que divide a los países hermanos para poder ingresar a la ciudad de Cúcuta, donde agarraría un bus con destino a Cali, donde un familiar lo estaría esperando.

Sin embargo, el viaje que si ben, no pintaba fácil, más tampoco trágico, pronto se convertiría en una verdadera odisea, pues una vez llegado a la frontera, miembros del ejército venezolano le retendrían sus papeles y no lo dejarían pasar, sin saber que hacer, el hombre solo se quedó esperando en una plaza de la ciudad de San Cristóbal (fronteriza con Colombia) en ese lugar, una mujer lo divisó y le ofreció ayudarle a pasar, pero tenía que entregar algo a cambio, sin la posibilidad de entregar su celular, pues se quedaría como coordinar su llegada a Cali, le dijo que solo tenía un perfume que semanas atrás un familiar suyo le había traído de Estados Unidos, ante el intenso olor de la loción, la mujer aceptó, le entregó nuevamente sus documentos y le dijo que fuera nuevamente al punto fronterizo, pues el soldado ya sabía que él había pagado el peaje.

“Pase por el lado del soldado que horas antes me había negado la salida del país como si nunca me hubiese visto, ni me volteó a mirar, se hizo el loco. Llegué a Cúcuta y en un Gane me giraron plata, $400.000, pues en ese entonces el viaje a Cali, en bus, estaba en $380.000, compré mi pasaje y con los $20.000 quise adquirir agua y algo de comer, eso me costó $14.000, sin embargo, la señora de la tienda una vez le entregué el dinero empezó a decir que yo no le había pagado, que la iba a robar, que a eso venimos los venezolanos en Colombia y empezó a amenazarme con llamar a la Policía y Migración, con miedo y rabia, le dije que no se preocupara y me fui”.

El viaje fue curioso, según Luis, pues en un trayecto que dura un aproximado de 25 horas, la mayoría de estas el bus permaneció en completo silencio, en un retén del Ejercito Nacional, unos soldados subieron al vehículo y preguntaron quien era venezolano, todos los pasajeros alzaron la mano, aunque temerosos, el soldado simplemente los dejó pasar, pues el chofer ya había cuadrado con ellos.

“Después de ese retén todo cambió, empezamos a recochar, a decir nuestros nombres, de que parte de Venezuela veníamos, el ambiente era familiar, todos vivíamos la misma situación. Para cuando estábamos por el departamento de Caldas, yo tenía hambre y sed, no tomaba agua desde la mañana y ya era la madrugada del día siguiente, uno de los chamos me pidió que si podía dejar cargar su celular en mi asiento y yo accedí, a ellos les pedí algo de agua, en un principio se miraron, no querían darme, pero me terminaron entregando dos vasos, yo aún tenía mucha sed, pero sabía que no me darían ni una gota más”, relató Luis.

Durante el resto del viaje, Luis afirmó no haber probado bocado o bebida alguna, al llegar a Cali, su cuñado lo recogió en la Terminal de Transportes, una vez llegados a su nuevo hogar, lo primero que hizo Luis fue decirle a su familiar que por favor le diera algo de comer, este lo llevo a un puesto donde venden las populares alipapas, “No sabia hace cuanto no comía una presa de pollo, en ese tiempo en Venezuela llevamos mucho sin ver algo así”.

Luis, barbero de profesión, al día siguiente de su llegada inició su búsqueda de trabajo, a pesar de ser extranjero y que en los noticieros se solían pasar noticias negativas que involucraban a migrantes, él asegura que: “Nunca recibí una mala palabra, un mal trato o discriminación, logré encontrar un empleo de forma rápida en una barberia en el norte de la ciudad, con lo que ganaba allí empecé a ahorrar para montar mi propio negocio”.

Al cabo de tan solo un año, Luis había logrado reunir el capital necesario para la apertura de su local, Barber Express, una barbería reconocida en el barrio Nueva Floresta, en el oriente de la ciudad, en donde atiende a hombres y mujeres de todas las edades, pues su esposa, quien llegó a Cali meses después que él, es estilista y trabaja junto con su conyugue todos los días.

“Luis es una excelente persona, atiende a sus clientes con extrema amabilidad y paciencia, incluso nos aconseja si no estamos seguros que estilo queremos para nuestro corte”, dijo Andrés Jaramillo, cliente de la barbería.

“Con Cali solo estoy agradecido, la gente me recibió bien y me dio la oportunidad de salir adelante y poder emprender mi propio negocio”, afirmó el barbero.