Los habitantes de Buenaventura se encuentran sorprendidos por el relato de un sepulturero, corroborado por los familiares del pastor muerto, quienes dicen que la bóveda donde reposaban sus restos sangró.

Siete años, cinco meses y ocho días después de haber sido asesinado, los restos óseos de Óscar Muñoz Perea, un pastor de la Iglesia Evangélica de Buenaventura, comenzaron a sangrar, según lo sostuvieron sus familiares.El primero que observó el extraño suceso, fue el sepulturero del cementerio evangélico, Óscar Enrique Mosquera, quien indicó que jamás había visto algo similar."Yo le echaba agua a la bóveda, pero al rato volvía a salir sangre como coagulada. Me asusté mucho y llamé a los deudos de don Oscar", dijo Mosquera, quien lleva dos años en ese trabajo.La sorpresa se la llevaron también la señora Edelmira Sánchez, esposa del pastor, asesinado en el barrio Palo Seco / Pascual de Andagoya el 2 de marzo del 2006, sus hijos y otro pastor, quienes al llegar al campo santo la sangre seguía brotando."No sabemos el porqué de esta situación, por eso hablamos con el administrador del cementerio y después de cuadrar los costos, tratamos de sacar el ataúd, pero ya solo quedaban los restos óseos", dijo la mujer.La esposa de Muñoz Perea no cree que se trate de maleficios, pues asegura que su esposo fue un hombre de bien. "Nunca quisimos cobrar venganza o buscar responsables de su asesinato, todo se lo dejamos a la gracia de Dios. Por eso no sabemos a qué pueda deberse esta situación", indicó.Hasta el momento, ninguna autoridad se ha pronunciado sobre este hecho. Los restos fueron ubicados en otra bóveda luego de ser lavados.