Cómo saber si el estrés que siente ha empezado a afectarlo más allá de los límites de lo saludable. Entrene su mente en la felicidad.

Dicen los estudiosos del fenómeno del estés que existen dos tipos: el estrés malo  que enferma la mente y el  cuerpo. Y el eutrés o “estrés bueno”, que empuja a actuar y a buscar soluciones creativas  en tiempos de crisis. Lea también: Siete consejos para evitar el estrés en el trabajo

De acuerdo con un estudio reciente de Trabajando.com, el 71 % de los colombianos no se siente a gusto con su actual puesto de trabajo, debido -entre otras- a la sobrecarga de funciones y a la inestabilidad laboral.

Si bien se trata de una tendencia mundial, estos  índices  no dejan de ser preocupantes. 

Se sabe que el estrés suele traducirse en incapacidades laborales, ausentismo  y, en el peor de los casos, en el síndrome del ‘Burn out’ que  “quema” física y psicológicamente a  personas sometidas a grandes presiones laborales y las obliga a abandonar ascensos, empleos, profesiones y hasta proyectos de vida.    

Los primeros signos de estrés malo se reconocen por la aparción de dolencias físicas como jaquecas, visión borrosa y  dolores de espalda, agravados si el  trabajo consiste en pasar muchas horas frente a una pantalla de  computador.

Pero cuando el estrés es elevado y constante, al cabo de un tiempo -que puede variar según la capacidad y la red de apoyo del trabajador- puede desencadenar en gastritis y úlceras, síndrome del túnel carpiano, lesiones de espalda, entre muchas otras.

“Con base al estrés muchos empleados presentan problemas gastrointestinales, cefaleas tensionales, problemas circulatorios,  presión alta, entre otras manifestaciones”, dice Favio Bolaños, profesional en Salud Ocupacional.

Añade que, por predisposición genética, si una persona  tiene  familiares que sufren de una misma enfermedad (como diabetes, por ejemplo) el estrés severo y continuado, sumado a los malos hábitos alimenticios y al sedentarismo,  puede disparar o  acelerar el desarrollo de dicha  enfermedad. 

 La depresión asociada al estrés también causa desequilibrios  que se trasladan a otros contextos,  como el  familiar y el  social. Así que un empleo estresante no solo termina por afectar al empleado sino a  su círculo familiar  más cercano.

  Todo esto sin contar con las enfermedades mentales asociadas al estrés, con síntomas como ataques de pánico y de ansiedad, depresión, temor irracional al futuro, paranoia, agresividad y estallidos de ira o llanto, entre otros.

Estos estados  suelen confundirse con “aspectos del carácter”, pero  en realidad enmascaran problemas de fondo que necesitan ser revisados y atendidos.

La química no es lo de menos

Andrés Aljure, coach, consultor de comunicación personal y corporativa, manifiesta que es importante “tanto para el empleado como para el empleador, contratar a personas afines al perfil que se está buscando. Cuando se falla en este sentido, se causa  insatisfacción en ambas personas”.

“Una persona puede estar en una empresa internacional de las más agradables para trabajar por el buen sueldo, posición, actividades, pero puede no sentirse a gusto por no entenderse con su jefe directo”, añade Aljure.

Cuando jefe y empleador con se entienden, o cuando un equipo de trabajo tiene serios problemas de convivencia, sus miembros -en especial los más sensibles a la valoración externa- sufren pérdida de competitividad, baja autoestima, sensación de no  idoneidad profesional, desmotivación, lo que a fin de cuentas se traduce en  descuido de las tareas asignadas, errores laborales y, finalmente,  deserción y abandono del puesto de trabajo. 

Los tres  factores que más causan  estrés según el director de HSEQ  de Sodexo Colombia, Luis Carlos Castañeda, son: “Los ritmos de trabajo, las excesivas cargas laborales y el poco poder de decisión, que  hacen que las personas pierdan el interés en hacer las cosas y más si las actividades son  monótonas”. 

Esa desmotivación también se hace evidente en   el arreglo personal, en el  trato hacia los demás y en las actitudes hacia el entorno.

“Las mujeres son más propensas a sufrir de estrés y esto se ve evidenciado en enfermedades. A pesar de esto, ellas son las que más acuden a buscar ayuda, a diferencia de los hombres que son más reservados pues  temen las represalias”, asegura  Castañeda.

Aljure recomienda, cuando un colaborador no está a gusto, seguir el conducto regular y expresar de forma asertiva su punto de vista, para intentar revertir las tensiones del día a día con sus compañeros, jefes o empleados. 

Si surgen problemas serios y constantes “debe comunicárselo primero a su jefe, de buena manera; si la situación no se resuelve,  acudir a Recursos Humanos en busca de asesoría y, si la situación no mejora por más que se ha hecho el intento, lo mejor es retirarse de la organización”. 

El estrés suele estar presente en los entornos laborales, incluso en los más positivos, pero no permita que se convierta en una enfermedad. Su salud no tiene precio.

Estrés: señales de alerta Es hora de encender la alarmas si usted nota alguno de los siguientes síntomas:   Insomnio, dificultad para dormirse en las noches o sueño muy  liviano que le haga despertarse y levantarse en la madrugada. Si el estrés laboral se acompaña de poco sueño y poco descanso reparador, terminará por afectar seriamente su  salud. Tome medidas y consulte a su médico. En ningún caso se automedique no use las pastillas para dormir que le recomendaron a otra persona. Cada caso es único y debe ser revisado con seriedad.     Baja autoestima general y sensación de “no dar la talla” en un empleo, pensamientos pesimistas recurrentes, tristeza constante y ansiedad de levantarse para ir cada día al trabajo.Dolores de cabeza leves o moderados, migraña.Dolor articular, muscular y óseo. Problemas de concentración y sensación de estar siempre cansado, débil, exháusto y con sueño. Faltas de atención que se traduzcan en errores en las labores que se le han encomendado. Problemas gástricos, acidez, reflujo, gastritis, úlceras. Sensación de vivir “con los nervios de punta” o ansiedad extrema al sentirse lejos del teléfono.
¿Cómo ser más feliz en el trabajo? 1. Agradecer.   Tómese un momento diario para dar gracias por el trabajo que  tiene, por la provisión económica que llega con  ese trabajo, por el aprendizaje intelectual o emocional que le representa, por los compañeros o lo que sea que aporte a su crecimiento. Se puede agradecer incluso por los retos y dificultadoes que están allí para hacernos crecer o cambiar. Todo está en la mirada.2. Desapegarse.  Piense que usted es un ser que fluye en el río de la vida, y una empresa o trabajo es solo un medio para su realización y no un fin en sí mismo. Ame su cargo o  su empresa sin aferrarse ciegamente a su poder, a su influencia, a sus privilegios, etc, pues nadie es imprescindible. Elogie  a sus compañeros. 3. Visualizar.  “No se vista para el trabajo que tiene sino para el trabajo que sueña”, dice el refrán, y quiere decir que usted no debe dejar de aspirar a más y mejores rumbos, a nuevos desafíos, y si una empresa no puede otorgárselos abra la mente y busque cambiar sin victimizarse y sin convertir al entorno en victimario.    4. Enfóquese en lo bueno.  Cuando usted se  siente agobiado por situaciones de estrés, maximiza el impacto de lo malo. Pero haga el ejercicio de recordar también lo bueno que tiene su trabajo y las cosas que le permite. Solo traerlo a la mente tiene un efecto mágico sobre los niveles de ansiedad. 5. Desconéctese.  Para apreciar más su trabajo tenga vida fuera de él. De lo contratrio todo lo malo que ocurra en el entorno laboral lo desequilibrará. Duema bien, salga a cine, viaje,  no posponga sus vacaciones, vea a sus amigos y a su familia. ¡Viva!