Es normal que cerca de llegar a los 50 años el cuerpo y la mente se empiecen a comportar diferente. Según un estudio, entre los 30 y los 40 años tocamos fondo, pero es justamente desde ese momento que todo suele empezar a ir a mejor.

Lo anterior se da porque es durante ese periodo es cuando más sufrimos de inestabilidad emocional y, como consecuencia, la visión sobre el futuro tiende a ser más pesimista, pero es a los 50 cuando todo parece estabilizarse y llega algo así como el periodo de la felicidad.

Esa teoría es desarrollada por el investigador estadounidense Jonathan Rauch en su libro La Curva de la Felicidad: Por qué la vida mejora después de los 50. Sin embargo, esa no es la única teoría o estudio que afirma que después de esa edad todo es mejor.

Asimismo, Andrew Oswald, profesor de economía de la Universidad de Warwick también asegura en su investigación Is Well-being U-Shaped over the Life Cycle? (2008) que quienes alcanzan los mayores niveles de bienestar vital son las personas de 20 años y después de la jubilación.

Una foto de una feliz pareja de ancianos yendo a dar un relajante paseo por el parque | Foto: Getty Images

Para disfrutar de la felicidad en esa edad avanzada de la vida, dependerá en gran parte a la situación personal por la que esté atravesando y de la de quienes nos rodeen. No obstante, hay una característica bastante relevante para contar con gran bienestar y es la salud, por eso hay que empezar a pensar en el largo plazo y adquirir nuevos hábitos saludables.

Reducir el consumo del alcohol

Esa sustancia perjudicial para la salud causa que las emociones oscilen en un sentido no deseado, dado que puede transformar emociones como la alegría en nerviosismo o la depresión en muy poco tiempo. Además, disminuye los niveles de serotonina, la hormona de la felicidad, y como consecuencia hace que nos sintamos más irritables y depresivos.

De hecho, quienes abandonar el alcohol, empiezan a actuar y pensar de forma coherente, según dice la doctora en neurociencias aplicadas y comportamiento humano y autora del libro Secretos de tu cerebro, Alexia de la Morena.

Dejar de fumar

Abandonar esta práctica aumentará el bienestar vital del cuerpo, dado que el tabaco es una sustancia mágica que ayuda a frenar el estrés, sino que, por el contrario, los cigarros que contienen nicotina, que es un estimulante, genera ansiedad y, por lo tanto, aunque se cree que sirve para calmarnos, no ayudar frente al estrés.

Pese a lo que se cree, fumar no ayudar frente al estrés. | Foto: 2022 Stefano Guidi

Además, como una razón adicional para dejar de fumar, el tabaco también mejorará el sistema respiratorio, porque se estaría dejando de inhalar las más de 4000 sustancias tóxicas que contiene un cigarrillo. También se mejorará el aspecto de los dientes y la piel se tornará más luminosa y suave.

Comer sano y variado

Mantener una dieta equilibrada es fundamental para tener más vitalidad. Si se incluye en nuestra alimentación los frutos secos, vegetales frescos, frutas de todo tipo, carnes blancas, pescado azul, legumbres y fibras, rápidamente empezaremos a sentir los cambios, dado que mientras que las proteínas y los carbohidratos le aportan energía al cuerpo, el consumo de vitaminas presentes en los productos naturales son indispensable para que el organismo llegue a los 50 años y a los que le siguen, funcionando a la perfección.

Mantener una dieta equilibrada es fundamental para tener más vitalidad. | Foto: Getty Images

Practicar ejercicio varias veces a la semana

El ejercicio físico tiene innumerables beneficios, no solo para lucir una mejor figura, sino también a nivel psicológico, es importante aclarar que no es necesario convertirse en deportista profesional de competencia, solo bastará con dedicarle 30 minutos al día a la actividad física y ser constantes para obtener sus beneficios en corto y largo plazo.

Respirar correctamente

Aunque sea difícil de creer, la forma en la que respiramos influye mucho en la actividad cerebral. De hecho, una investigación médica publicada en la revista Journal Neurophysiology comprueba cómo científicamente el cerebro reacciona de una forma distinta cuando se modifica la forma de respirar, porque el ejercicio del cerebro también cambia si se empieza a respirar profundamente.