Al pueblo ruso le cuesta cada vez más trabajo creer en el discurso demócrata de su presidente, Vladimir Putin. Sus actos se encargan de desvirtuarlo. La ley promulgada el fin de semana anterior, que restringe la libertad de reunión y eleva a niveles impagables las multas a quien incumpla la disposición, hace pensar que el fascismo está de regreso en el país europeo.De ahí que la respuesta de los rusos no se haya hecho esperar y en un claro desafío a su Mandatario se realizara el martes anterior una marcha en la que participaron 100.000 personas.El mensaje a Putin es contundente: en Rusia no están dispuestos a revivir las épocas de la represión durante la Unión Soviética, ni mucho menos a que se apliquen los métodos usados por la KGB.Los rusos ya saborearon la libertad y defenderán su democracia de cualquier intento por impedirla.