El trabajo de la Policía Metropolitana es mantener el orden, perseguir a delincuentes y criminales, velar por una sana convivencia y brindarles a los caleños la tranquilidad que se merecen.
Pero poco se puede hacer si cuando van a realizar su trabajo los policías son recibidos con agresiones y asonadas como la ocurrida el domingo anterior en el barrio Manuela Beltrán.
A la Policía hay que exigirle respeto a la hora de ejercer sus funciones, pero de la misma manera tiene que pedirse un comportamiento respetuoso de los ciudadanos hacia quienes integran la institución y cumplen con su deber.
Lo que no está sucediendo si se tienen en cuenta las cinco asonadas que en promedio se presentan cada fin de semana en Cali o los 33.160 comparendos que se han impuesto este año por agresiones a las autoridades.
La capital del Valle tiene hoy múltiples problemas de inseguridad y violencia, con altos índices de delitos que afectan la tranquilidad de la ciudadanía y que demandan la atención permanente de la Policía.
Por ello lo mínimo que se espera de los caleños es que respeten la institución, acaten su autoridad y colaboren con ella.
Si se quiere tener una Cali más segura, con una sociedad que pueda convivir en paz, hay que confiar y apoyar la labor de la Policía Metropolitana.