El nombre de Colombia solo debería ser resaltado en el Mundial de Fútbol por las actuaciones de su Selección o por la alegría de su afición.

Pero no, lo que ha acaparado los titulares de la prensa nacional e internacional son un par de hechos bochornosos protagonizados por unos pocos hinchas nacionales.

Sí, es como el cuento del vivo bobo que se ufana de transgredir las normas o se cree muy gracioso por hacer quedar mal al otro, pero al final termina sufriendo las consecuencias de sus actos.

Eso es lo que les ha pasado a quienes se pavonearon por su ‘brillante’ idea de entrar licor al estadio donde jugaba su primer partido el equipo colombiano, pese a las prohibiciones expresas de las autoridades rusas.

O a los personajes a los que les pareció una buena broma poner a seguidores japoneses a decir groserías que no entendían en español.

Las sanciones ya se las pusieron, allá y acá, pero sobre todo sufrieron el rechazo de la mayoría de los colombianos que repudiaron esas actuaciones tan difundidas por las redes sociales y en medios de comunicación internacionales.

El orgullo por un país y por los deportistas que lo representan también se demuestra con el respeto hacia los otros, con el acatamiento de las normas y ante todo con un buen comportamiento.