La minería ilegal en los Farallones es una amenaza crónica que aprovecha el menor descuido para causarle heridas profundas a la mayor reserva natural del Valle.
Durante años se ha denunciado la presencia de mineros, que suben maquinarias y herramientas por caminos conocidos, sin que sea posible detenerlos hasta que ya han hecho el daño.
A veces son vecinos de la zona y en la mayoría personas que llegan desde otras regiones de Colombia a abrir socavones profundos, extraer el oro y causarle un daño irreparable al lugar donde nacen la mayoría de los ríos que riegan a Cali, al sur del Valle y al norte del Cauca.
Cuando las autoridades logran llegar, se encuentran ocho o diez bocaminas abiertas, aunque hay épocas como la de ahora en que se habla hasta de 300 socavones.
La mayoría de ellos se sabe dónde están así como lo que se debe hacer para cerrarlos, ojalá capturando a la vez a los promotores y a quienes se lucran con ese negocio ilícito que tanto daño le causa al medio ambiente y a los recursos naturales.
Lo que no se puede es demorar más las acciones ni esperar un mes para que la Alcaldía de Cali atienda la solicitud de cierre y sellamiento de las minas que le ha hecho la Dirección de Parques Nacionales.
Esperar hasta marzo, como lo ha dicho el Secretario de Seguridad del municipio es darle largas al asunto y alertar a las mafias que están detrás de la minería ilegal en los Farallones de Cali.