La minería ilegal en el norte del Cauca y los problemas que ella conlleva, no tiene fin.

Ahora son las denuncias que hace el Defensor del Pueblo sobre lo que sucede en Zanjón de Garrapatero, zona rural de Santander de Quilichao, donde grupos criminales obligan a las comunidades a explotar el oro, les cobran el gramaje y los amenazan con matarlos si no acceden a sus demandas.

Detrás de ello están el Eln y el crimen organizado, que como siempre sucede llegan armados, prometen ríos de riqueza y luego esclavizan a quienes por la ambición caen en la trampa de la minería ilegal.

Después esas personas son víctimas de la violencia, de las enfermedades, de los problemas sociales o incluso encuentran la muerte ya sea a manos de los criminales que los explotan o debido a los derrumbes y avalanchas que ocasionan.

Y de paso destruyen el medio ambiente y arrasan con la tierra y los ríos, dejando desolación.

Entonces el Estado aparece tarde, siendo culpado por todo lo que sucede.

Cuando quienes arman las protestas, se inventan líderes sociales, causan la muerte y destruyen son las organizaciones criminales que explotan y se benefician de la minería ilegal.

Es la historia eterna que acaba con las cuencas hídricas, siembra el horror, destruye y causa pobreza.

¿Hasta cuándo?