¿Cómo puede estar tranquila una ciudad, en la que en una sola noche las autoridades deben atender 1.198 riñas?Sucedió en Cali el sábado 24 de diciembre, un día que debería estar dedicado a disfrutar en familia y a compartir con los seres queridos de forma alegre y pacífica.Esas riñas son la radiografía de lo que le pasa a la capital vallecaucana, donde valores como el respeto y la tolerancia son referencias olvidadas y lejanas.Frente a ese fenómeno de violencia, los gobernantes y las autoridades deben entender que se trata de un problema de convivencia, que no se soluciona solamente poniendo más policías ni haciendo uso de la represión.La cultura de la intolerancia se acabará cuando se eduque a la población y se le forme en los valores que le permitan vivir sanamente en sociedad.