En la ligereza de cumplir con el objetivo de la paz total propuesta por el Gobierno se pueden cometer errores, como sucedió con la fugaz liberación de Luis Alfonso López, hijo de Enilce López, alias La Gata.
López, condenado a 29 años por el asesinato en 2015 del periodista Rafael Enrique Prins, fue nombrado como facilitador de paz por el Gobierno Nacional y liberado por un juez el 2 de febrero.
Poco importó para tomar esa decisión el grave crimen cometido ni que la Justicia Especial para la Paz, JEP, rechazara su sometimiento a este organismo por no haber hablado con la verdad en febrero de 2021.
Según una resolución del Alto Comisionado de Paz, López sería uno de los encargados de verificar la voluntad de paz y reinserción de grupos criminales interesados en participar de los diálogos, decisión que fue reversada debido al escándalo que se desató con su liberación.
A pesar de que ayer se ordenó de nuevo su captura, a los colombianos les quedan, además de un sinsabor, varias dudas sobre los criterios para escoger a quienes fungirán como voceros en posibles diálogos de paz.
Ninguna negociación con grupos delictivos que tengan intención de sometimiento, puede ser usada para que criminales evadan la Justicia en Colombia.