Para lograr que un clásico entre el Deportivo Cali y el América se viviera en paz, fue necesario que el partido se jugara a puerta cerrada.

El jueves anterior no se presentaron en Cali hechos violentos ni actos de vandalismo ni enfrentamientos entre los hinchas como los que sucedieron el pasado 25 de mayo.

Ese fue el resultado de la decisión tomada por la Alcaldía de prohibir el ingreso de público al Pascual Guerrero, con lo cual se garantizó la seguridad de la ciudad y sobre todo constituyó una sanción social a la violencia que se ha tomado al fútbol.

Ahora, el clásico de los equipos locales se traslada al estadio del Deportivo Cali en Palmaseca, un escenario que si bien es privado debe contar con todas las medidas necesarias para evitar que los problemas vividos en la capital del Valle se vaya para ese lugar.

Del encuentro que se disputará el domingo próximo saldrá uno de los finalistas del Torneo de Primera División del Fútbol Profesional Colombiano, lo que deberá suponer un momento de alegría y no un detonador de violencia por parte de las barras bravas.

En consecuencia, la Alcaldía de Palmira, la Gobernación del Valle y los propios equipos deberán tomar las medidas necesarias para garantizar que el clásico se viva en paz.