Si el Valle del Cauca es la tierra fértil que todos conocemos es por la función que cumplen sus humedales durante miles de años.
Esos espejos de agua que riegan naturalmente los campos, son a la vez uno de los ecosistemas más importantes por la variada fauna y flora que albergan, y son refugio para cientos de especies de aves que emigran desde el norte y el sur de continente durante el invierno.
La pérdida que han sufrido en las últimas décadas ha puesto en riesgo esas funciones que cumplen; se calcula que entre los años 70 del siglo pasado y hoy han desaparecido 10.000 hectáreas de humedales y apenas quedan unas 3400 en el departamento.
Lo bueno es que su recuperación es posible, pero se debe comenzar por proteger los que aún existen.
De ahí la importancia que tiene declarar como áreas protegidas varios de los humedales del Valle, comenzando por los que están en Tuluá, Bugalagrande y Andalucía, como lo propone la CVC.
Para lograr su conservación es necesario trabajar con las comunidades que los habitan, que son las llamadas a cuidarlos, a preservar las especies que ahí viven, que a la vez son su fuente de sustento y de alimentación.
Ya se cuenta con la protección internacional Ramsar al complejo de humedales de Sonso, ahora hay que hacer lo mismo con los que aún existen en el resto del departamento y que son la garantía de que este siga siendo el Valle más fértil y productivo de Colombia.