El mundo conoce bien la misión evangelizadora del papa Francisco así como su empeño en crear lazos de unión, respeto y paz entre los credos religiosos que acompañan a la humanidad.

Reconociendo la importancia que tiene su labor pastoral, hay que preguntar si es prudente el viaje que el Pontífice realiza desde hoy y durante los próximos tres días a Iraq.

Los conflictos en esa nación son muy complejos, comenzando por la confrontación entre las dos ramas más grandes del Islamismo, el chiismo y el sunismo, que ha llevado a cruentas guerras durante siglos.

Además Iraq es, junto con Siria e Irán, el centro de la conflagración en Medio Oriente que ha dejado en los últimos años miles de muertos y desplazados.

A ello se suma la presión por la presencia de tropas estadounidenses, que genera constantes ataques de los rebeldes iraquíes, grupos terroristas o mercenarios enviados por Irán, a los que Estados Unidos responde.

Es comprensible que su Santidad quiera realizar este viaje para tender puentes entre el islamismo y el catolicismo, así como para llevar una voz de aliento a los cristianos iraquíes, una minoría que ha sido perseguida y diezmada.

Pero son altos la tensión y los peligros que amenazan al Papa Francisco durante su permanencia en Iraq que ojalá culmine en paz y sirva para el propósito que motivó el viaje del Sumo Pontífice del catolicismo.