Lo que sucede con la adquisición del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito, Soat, es una contradicción.
Mientras las autoridades exigen tenerlo al día a los propietarios de vehículos, comprarlo es un dolor de cabeza.
Los cambios en el Soat tienen congestionadas las pocas oficinas de las aseguradoras habilitadas para adquirir el documento, mientras sus páginas web están colapsadas impidiendo que el trámite se haga en línea.
Es comprensible la prevención de las empresas de seguros por el uso indebido y los actos de corrupción relacionados con el manejo del seguro así como por los altos costos que deben pagar por los accidentes de tránsito que involucran a motociclistas.
Pero el embudo que se ha generado no beneficia a nadie, por lo que es necesario encontrar una rápida solución.
A quienes hagan mal uso del seguro o lo utilicen para beneficio propio, incluidas clínicas, servicios de ambulancia y usuarios que han encontrado en la atención de pacientes del Soat un lucrativo negocio, se les debe castigar.
Lo que no se puede es crear un seguro obligatorio que sea imposible conseguirlo, y así convertir en infractores a quienes por más que quieran cumplir la ley, no tienen manera de hacerlo.