Por cuenta de la ambición, al mandatario peruano, Ollanta Humala, se le convirtió en una ‘papa caliente’ su segundo vicepresidente, Omar Chehade.Sancionado por el Congreso de su país con una inhabilidad de cuatro meses por violar la ética parlamentaria y hacer tráfico de influencias para favorecer a terceros, ahora es el propio Presidente quien le da la espalda.Y mientras todos piden su renuncia, él se aferra a su puesto porque hasta ahora nada obliga a que se le retire del cargo para el que fue elegido por el voto popular.Se trata de un duro golpe a Humala y a la credibilidad de su recién posesionado gobierno, porque mientras una de sus banderas durante la campaña electoral fue la lucha contra la corrupción, comienza a caer por esa razón uno de sus colaboradores más cercanos.