Pese a las reiteradas denuncias de diferentes entes de control sobre el estado del Clarence Lynd Newball, las irregularidades y problemas no cesan en el único hospital público de la isla de San Andrés.

Según la Procuraduría, el hospital solo dispone de un cirujano y por eso 220 intervenciones quirúrgicas se encuentran en espera, el suministro de medicamentos recetados en fórmulas médicas sufren retrasos en su entrega y su relleno sanitario se encuentra en condiciones precarias.

Hay presencia de residuos sólidos a la intemperie, lo que provoca contaminación en las fuentes de agua.

El panorama no podría ser peor en uno de los sitios turísticos más representativos de Colombia, donde las instituciones tienen la responsabilidad de brindarles atención de salud a sus pobladores así como a miles de visitantes nacionales y extranjeros que llegan cada año a la isla.

Una red hospitalaria eficiente y una buena prestación del servicio es lo mínimo que se necesita para garantizar el derecho a la salud.

Por eso la procuraduría ha advertido varias veces sobre los problemas y se prepara para decretar las alertas sanitaria y ambiental si no se hace lo necesario.

San Andrés no se merece lo que sucede con su hospital, ni su gente puede pagar las consecuencias de las irregularidades y los malos manejos administrativos que hoy tienen en crisis la prestación del servicio de salud.