La iniciativa de crear carriles exclusivos para las bicicletas en Cali es buena, pero no está funcionando como debiera.

Son pocos los ciclistas que utilizan los 75 kilómetros de vías que se han hecho en la ciudad sólo para ellos y las razones son diversas.

Están los motociclistas indisciplinados que no respetan las ciclovías y transitan por ellas, o los vendedores ambulantes que instalan ahí sus negocios e impiden el paso.

La falta de educación también se ve en los conductores de carro que no dudan en estacionarse en esos espacios en lugar de buscar un parqueadero.

Y están los propios ciclistas que no las usan ya sea porque no se sienten seguros en ellas o porque algunos ciclocarriles no cumplen las condiciones técnicas para su circulación.

Por ello prefieren arriesgarse en las autopistas y calles al lado de los automóviles.

Cali es una ciudad que tiene las mejores condiciones geográficas, climáticas y de trazado urbano para incentivar el uso de la bicicleta como medio de transporte.

Pero si las vías exclusivas para ello no se hacen como deben ser, si hay diferentes entidades que las construyen sin articularse entre sí, y sobre todo si no se educa a los caleños para que se genere un verdadero cambio cultural y se utilicen como corresponde, seguirá presentándose el desorden que impera.