Están pasando demasiadas cosas al mismo tiempo. El nuevo presidente asusta a los más pudientes de Colombia que son, a su vez, los que más empleo generan, con una reforma tributaria que termina por dividir en dos al país: a un lado los que tienen y al otro, los que no.

Llega dos horas tarde a la reunión de la Andi de donde los asistentes salen, como salieron unos días después de la de Asobancaria: con los nervios de punta. Mientras la ministra de Minas en una imprudencia -o soberbia- inédita, afirma que si el gas se acaba podemos importarlo de Venezuela. ¿En serio? ¿El mundo civilizado viendo cómo producir gas y aquí, donde pulula, viendo cómo dejar de producirlo?

En una entrevista en Caracol Radio la ministra de Trabajo me puso como ejemplo a Nicaragua, Venezuela y Cuba. Países que admira, me dijo. Quedé estupefacta porque en Cuba los médicos empujan maletas en el aeropuerto, Nicaragua no es una democracia y de Venezuela han salido millones corriendo por la falta de empleo y la crisis económica y social más devastadora de los tiempos recientes en América Latina.

El Presidente se pierde día y medio, cancela su asistencia a la posesión de su cúpula, pone nuevo contralor, anuncia reactivación de diálogos con el ELN, luego da un discurso emocionante y poderoso en la posesión de los nuevos directores de la Policía Nacional, comienzan a enviar presencia estatal a los municipios en donde hay más líderes sociales amenazados para tratar de frenar estos asesinatos (van más de 140 en este año) y viaja a Providencia donde critica duro la reconstrucción de la Isla.

Todo esto en dos semanas. Están pasando muchas cosas, al mismo tiempo. El país verdaderamente ha estado muy desajustado, desequilibrado, con los tornillos flojos. Una mezcla de pandemia e inoperancia que derivó en lo que estamos viviendo. Al optimismo de hace unos días lo va reemplazando una sensación de incertidumbre inquietante que el gabinete, los que hoy mandan, deben calmar.

No puede todo el mundo dar declaraciones todo el día y llevarnos de una emoción a otra como si estuviéramos en una montaña rusa. Calma, por favor. Tiempo al tiempo, como dice el sabio adagio popular. Calma y responsabilidad. Son tiempos muy complejos y novedosos y en los momentos de incertidumbre y revoltura, lo mejor es siempre mantener la calma.

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