Orgullosos debemos sentirnos los colombianos del proceso electoral que acabamos de vivir. De un lado por la actitud democrática del presidente Uribe que respetó de manera clara el fallo de la Corte Constitucional sobre el particular. De otra parte, por la calidad de los aspirantes que estuvieron en juego que demostraron, ampliamente, que Colombia cuenta con gente muy capacitada para desempeñar tan altas responsabilidades. No menos importante fue la forma en que se desarrolló el proceso electoral en el que se pudieron presentar, discutir y contrastar las diferentes propuestas sin censuras, sin limitaciones y siempre con altura y sentido de la dignidad que supone el cargo a que los precandidatos y candidatos aspiraban. Y, de otra parte, un éxito rotundo al poder llevar a cabo el certamen en unas condiciones de seguridad y orden público como no las había visto el país desde hacía muchos años. Ese es un logro formidable y una demostración palpable de lo que ha logrado avanzar el país en este campo. Por el otro lado, hay que sentirse orgullosos de que los colombianos entendieron su responsabilidad y a pesar de la competencia del fútbol, de las incomodidades de la lluvia y de las dificultades que presagiaba para que los ciudadanos salieran a votar, muchos cumplieron con su deber y los niveles de abstención se mantuvieron dentro de los rangos históricos. Destacable fue el desempeño de la Registraduría que pasada apenas una hora del cierre de las urnas ya mostraba resultados de la inmensa mayoría del país, y fue muy valiosa la actitud del perdedor al reconocer rápidamente su derrota y manifestar una actitud constructiva hacia el nuevo Gobierno. Por el lado del Presidente electo qué más se puede pedir que un mandato tan claro como el que obtuvo, donde se barrieron todos los registros de anteriores presidente y le da a su nombramiento una amplísima legitimidad. Con una mayoría contundente en el Congreso su llamado a la unidad nacional es una gran oportunidad para que el país se congregue a su alrededor y aproveche al máximo las favorables condiciones con que hoy se cuenta para potencializar lo mucho que tenemos por desarrollar. Prosperidad Democrática ha sido el término con el que el Presidente electo ha querido caracterizar a su gobierno y, afortunadamente, están dadas las condiciones para caminar de manera firme en esa dirección.No menos importante es el ambiente favorable que se respira en el escenario internacional hacia Colombia. Se le ve como un país serio que a pesar de sus dificultades las viene superando y lo que necesita es mantener el rumbo y complementar lo que falta. Por la época en que Santos fue ministro de Hacienda de la administración Pastrana, titulé una de estas columnas ‘Buen Gobierno’ haciendo alusión a su fundación y a la forma en que estaba ejerciendo su cargo pues, en varios temas, claramente estaba privilegiando el interés general y el largo plazo a lo que hubieran podido ser beneficios políticos de corto plazo. Eso es lo que necesitamos entonces: Buen Gobierno, y todo está dado para que así sea.