Tres menores homicidas que se volaron de Valle del Lili deambulan de nuevo por las calles. Y otros tres más, que cometieron otros delitos, también se fugaron esta semana.No es un chiste, aunque lo parezca. No es una noticia de hace un año, de hace dos o de hace seis... es una noticia de ayer.Y digo que parece un chiste porque es inaudito que sigamos repitiendo la misma historia, con el mismo centro de formación, con las mismas instituciones, con los mismos responsables que no dan la cara y con las mismas excusas presentadas por otros.No sé cuál es el orden de prioridades de la autoridad local, de la Policía, del Icbf, del Estado, pero creo que en la lógica de una sociedad decente deben estar en primer renglón estos tres aspectos: la educación al niño y el adolescente, la seguridad ciudadana y la eficiencia en el manejo de las entidades financiadas con recursos públicos.En esta ciudad es muy claro que el problema de los menores infractores ha sido subestimado y nunca lo hemos sabido manejar. Sin contar los escándalos, las múltiples fugas, múltiples acusaciones y sacadas de maleta a la responsabilidad. No nos perdamos entre las ramas: el sólo hecho de que haya menores delinquiendo en las calles, muchos de ellos asesinos a sueldo, es lo que más nos debe preocupar. Mientras que este eslabón siga suelto, no habrá Valle del Lili, Buen Pastor y centros transitorios que valgan para lograr detener una de las peores tragedias de nuestra ciudad: la delincuencia juvenil y el no futuro de muchos adolescentes de las barriadas populares. ¿Será que algún día, algún Alcalde o alguna autoridad tendrá en el primer renglón de sus responsabilidades el pensar en esos menores que delinquen, en sus sanciones y rehabiitación y en prevenir que ello ocurra? Creo que todo es cuestión de voluntad política. Y creo también que debe haber una sola gran autoridad en este tema y no un montón que siempre terminan peloteándose la responsabilidad. jefeinformacion@elpais.com.co