Detrás de la polémica sobre el comportamiento de la industria de la caña de azúcar frente a los consumidores de sus productos ha habido prejuicios y posiciones ideológicas encontradas, que han llevado a que se confunda el episodio legal de una sanción pecuniaria con el papel de esa industria en el desarrollo regional y nacional. El asunto refleja una contradicción entre las políticas estatales sobre industrialización: de una parte, el proteccionismo, que ha sido el pilar sobre el cual se ha cimentado la industrialización en Colombia y de otra, la exigencia internacional de garantizar la libre competencia. Difícil, por decir lo menos, mantener el equilibrio entre ambas cosas.La industrialización en Colombia fue producto de una política de fomento basada en protección arancelaria y subsidios, como sucedió en muchas partes del mundo. Una mezcla de intervencionismo estatal, para estimular sectores promisorios, con economía de mercado, para generar demanda agregada. Así se crearon las clases medias y el caso del Valle del Cauca es ejemplar en ese sentido. Un subproducto del proceso fue el enriquecimiento de los industriales, precio que había que pagar por ese desarrollo empresarial pues nadie trabaja a pérdida. La historia nacional está llena de casos de pioneros que construyeron grandes industrias casi de la nada y fueron por mucho tiempo los héroes de la sociedad. Sus “Santos Visibles”, como dicen los protestantes.La otra cara de la moneda es el consumidor. Por años, ante el cierre de las fronteras, los consumidores pagaron precios elevados por artículos que se hubieran podido conseguir en el mercado internacional de mejor calidad y más baratos. Hasta cuando llegó la apertura económica que derribó buena parte de las barreras arancelarias aunque subsistan privilegios aduaneros y tributarios. La inclusión de la economía colombiana en el mercado internacional, relativamente regulado por tratados de libre comercio, llevó a que el poder pasara del productor al consumidor. La Superintendencia de Industria y Comercio se creó en 1992 para garantizar el ejercicio de ese nuevo poder. Sólo que el Estado continuó también ejecutando una política proteccionista sobre los precios internos y una política de fomento al sector industrial: el Fepa, Fondo de Estabilización de los Precios del Azúcar, creado en 1993, es expresión de lo primero. La industria de etanol expresión de lo segundo.Corresponderá a los tribunales de justicia decidir si la industria de la caña de azúcar trasgredió en casos concretos normas sobre libre competencia en la importación de excedentes de azúcar del mercado internacional (que opera con precios de dumping) a Colombia, que es la acusación formal. En su defensa podría decirse que históricamente se ha desarrollado con éxito dentro de las reglas de juego existentes, las cuales no deben ser permanentes en el tiempo pero si estables, aunque puedan molestar a muchos; y ha demostrado su responsabilidad empresarial. Lo que si resulta una barbaridad es descalificar por ese episodio irresuelto el papel fundamental que esa industria centenaria ha tenido en la formación del gran complejo socioeconómico que es el Valle del Cauca, la visión de sus propietarios y administradores, su competencia técnica, y el trabajo conjunto, productivo y responsable, de tanta gente, que ha beneficiado a tantos.