Cuando se decidió dividir el todo del territorio colombiano en fracciones administrativas mediante el trazo de algunas líneas sobre un mapa, y se conformaron departamentos, intendencias y comisarías, ello tuvo un doble propósito: crear zonas de circunscripción administrativa, y a la vez responder a la posible dinámica poblacional en búsqueda de su desarrollo de vida.Infortunadamente en este proyecto primó el aspecto administrativo, y los departamentos se dedicaron más que a otra cosa a manejar el reparto polítiquero, y por ello llegó a definirse sarcásticamente el departamento como un sistema de reparto de puestos financiado con las rentas de una licorera y una lotería.Si bien en algunos territorios la clase dirigente social y empresarial promovía algunos desarrollos, ellos se hacían con independencia de la función de los gobernadores, que por mucho tiempo tuvieron pocos planes de desarrollo propios y dependieron en mucho de los que venían del Gobierno Nacional. Estas dinámicas privadas, adobadas por recelos políticos, provocaron que muchos departamentos se fraccionaran.Cuando ya los gobernadores comenzaron a ser elegidos, y tuvieron que responder no ante el alto gobierno sino ante la baja población, se dinamizaron los procesos de desarrollo, pero dispersos según las conveniencias del momento en cada caso. La Constitución del 91, por consiguiente, tuvo motivos para plantear un proceso de regionalización, para reacomodar el desarrollo del país independientemente de las líneas del mapa.Vale aquí ir al diccionario y buscar el significado de región (del latín regio) y de regionalización: Porción de territorio determinada por características geográficas, étnicas, lingüísticas y administrativas; y a su vez regionalismo se define como La doctrina según la cual el gobierno debe considerar los intereses particulares de cada región del Estado.No hay que asustarse, por consiguiente, porque el Gobierno Nacional, al elaborar el Plan de Desarrollo, haya tomado en cuenta estos principios generales para tratar de manejar la territorialidad, no tanto por las rayas del reparto en el mapa de la geografía política, sino por los factores propios del desarrollo poblacional en relación a sus aspiraciones de nivel y calidad de vida y la capacidad para realizarlos.Quizá este proceso de destorcida debió haber tenido más divulgación de su teoría y el debido debate explicativo, con el cual hubiesen recogido elementos de juicio para revisar y decidir mejor. Desafortunadamente, el Gobierno, que tanto pregona la democracia participativa, a veces la desdeña y termina en la democracia reactiva, cuadro que se ha presentado a medida que el plan fue interpretado desde las distintas ópticas con que fue mirado.Pero lo cierto es que el ciudadano es la esencia de la sociedad y por consiguiente el epicentro alrededor del cual debe girar la organización del Estado, que debe evolucionar al tenor de la evolución de la sociedad, ya que en su oportunidad no se logró lo contrario, pues es de pensar que quienes hicieron la división geográfico-política del país tuvieron en mente que ella sería la rectora del desarrollo poblacional. Si bien la física nos enseña que los líquidos y los gases toman o se amoldan a la forma de la vasija que los contiene, las sociedades humanas no responden igual a una vasija compuesta por un trazado en un mapa y ya el desbordamiento del desarrollo y la dinámica poblacional no solamente rebasa los límites de los departamentos, sino que también los municipios se desbordan limítrofemente y se imbrican en áreas metropolitanas no reguladas, creando pavorosos desordenes funcionales.El tema no es para decirle que no, sino cómo.