¿Les ha sucedido que una pregunta tan sencilla como ‘quién eres’ se nos convierte en una respuesta confusa, difícil y compleja de responder? No sabemos si contestar con nuestro nombre, género y edad, profesión, estado civil, gustos o intereses.

¿Quién eres tú? Te invito a responderte ahora mentalmente, tómate unos minutos, haz el ejercicio y luego continúa con la lectura de esta columna.

El Círculo de Oro es una teoría empresarial desarrollada por Simon Sinek, autor ampliamente reconocido en el mundo del liderazgo empresarial. Es un sencillo ejercicio estratégico que permite a las organizaciones ser más exitosas que otras, cuestionándose sobre tres interrogantes: ¿Qué?, ¿cómo?, y ¿por qué?

Normalmente, las empresas hablan de lo que son, de sus servicios, productos y precios. Hablan de sus certificaciones, de sus procesos y de la alta calidad y del buen servicio que prestan. Pero casi nunca hablan del motivo emocional, real y humano que los llevó a crear su empresa. No exteriorizan el ADN, el espíritu o la pasión que dio origen a su compañía.

Eso mismo nos sucede cuando queremos respondernos quienes somos. Hablamos de lo que se puede percibir exteriormente, es decir, del ‘qué’ y del ‘cómo’. Casi nunca hablamos del ‘por qué’, lo que realmente si nos facilitaría conocer nuestro verdadero yo.

¿Qué somos? Nos podríamos definir como seres humanos, hombres, mujeres o con un sexo no definido; solteros, casados, en unión libre, viudos o separados; médicos, abogados o economistas; empleados, investigadores, empresarios o estudiantes; entre cientos de condiciones que encontraríamos en este nivel externo y material.

¿Cómo somos? Quizás aquí ya podamos hablar de los rasgos de nuestras personalidades, como nuestros gustos, deportes que practicamos, pasatiempos, incluir nuestras familias y amigos. Incluso para aquellos que disfrutan de la introspección, podrían calificarse con adjetivos relacionados con la evolución de sus niveles de conciencia.

¿Por qué somos? Este es el punto que nos permitirá encontrar nuestro verdadero yo. ¿Cuál es la razón de mi existencia?, ¿cuál es nuestro propósito superior de vida? Estas respuestas nos deben llevar a descubrir la motivación más profunda y la razón primaria de nuestro existir.

¿Dónde quedó esa felicidad que siempre nos acompañaba de niños? Ahora que seguramente tenemos un mayor número de cosas, quizás algunas personas, incluso importantes riquezas materiales, ¿somos más felices que cuando éramos niños? ¿Qué buscábamos en nuestros genuinos amigos de infancia y qué buscamos en los supuestos amigos de la edad adulta y del trabajo? Con nuestros amigos de infancia no usábamos máscaras, el objetivo era pasarla bien y apoyarnos mutuamente ante cualquier dificultad.

Para descubrir nuestro ‘verdadero yo’, requerimos sintonizarnos nuevamente con ese ‘niño interior’, del cual nos hemos ido distanciando sin darnos cuenta. Un niño es un individuo básico, sincero y genuino. Quizás esta sea la razón por la cual cuando las personas vamos envejeciendo, deseamos alejarnos de lo complejo, de la hipocresía y de los melodramas. En ocasiones, incluso deseamos volver a ser como cuando éramos niños. Nuestro ‘niño interior’ nos guiará hacia la esencia de la simplicidad, sinceridad y autenticidad.